domingo, 14 de agosto de 2016

EL APOYO A STALIN EN MÁXIMO DESDE LA CAIDA DE LA URSS

EL APOYO A STALIN EN MÁXIMO DESDE LA CAIDA DE LA URSS

junio de 2016 Oleg Yegórov, RBTH 
                                                                                           
Las encuestas de opinión pública muestran que en 2016 el apoyo a Stalin en Rusia es más alto que nunca: más de la mitad de los rusos opina que el líder desempeñó un papel positivo en la historia del país. Los comunistas planean utilizar la imagen del líder soviético en las elecciones parlamentarias, algo que podría tener un efecto positivo en sus resultados.

Cuando Iósif Stalin murió en 1953 era una especie de semidios para el pueblo soviético. A causa de la propaganda, gran parte de la población adoraba a Stalin: le erigieron monumentos en vida, cantaban canciones sobre él y varias ciudades llevaban su nombre.

Tras su muerte el culto a la personalidad decayó rápidamente. El nuevo líder, Nikita Jruschov, condenó la represión estalinista, provocó la muerte de millones de personas inocentes. En los años 50 comenzó el proceso de desestalinización: se retiraron monumentos al líder y los políticos preferían no mencionar su nombre.

Durante la perestroika y tras la caída de la URSS, el silencio fue reemplazado por la crítica. “La culpa de Stalin ante el Partido y ante el pueblo por haber permitido la represión masiva y la ausencia de leyes es enorme e imperdonable”, declaraba Mijaíl Gorbachov en un informe de 1987. Los líderes postsoviéticos también han condenado en numerosas ocasiones los crímenes del periodo estalinista.

Una desestalinización sin éxito

Y a pesar de todo, en el siglo XXI en Rusia siguen construyéndose monumentos a Stalin. Generalmente se trata de pequeños bustos erigidos por los comunistas. Desde 2012, en algunas ciudades de Rusia, hay activistas que instalan retratos de Stalin en los autobuses, a los que llaman “stalinobuses”, durante la celebración del Día de la Victoria en la Segunda Guerra Mundial.

En Penza (a 640 kilómetros al sureste de Moscú) los comunistas han abierto un Centro-Stalin, análogo al Centro-Yeltsin de Ekaterimburgo, y han proclamado el 2016 como el Año de Stalin.

Las iniciativas de los comunistas suelen ser bien recibidas por la población. Según muestra una encuesta del centro Levada celebrada en marzo de 2016, un 54 % de los rusos opina que Stalin desempeñó un papel positivo en la historia del país. Se trata del índice más alto que se consigue desde que se celebra este tipo de encuestas (desde 2003).

El número de rusos que valoran positivamente el trabajo de Stalin fue reduciéndose hasta el año 2008 (39 %), pero después volvió a subir. La proporción de rusos que opinan que las represiones estalinistas fueron una “necesidad política” también ha resultado más alta que nunca: esta es la opinión de un 26 % de los encuestados.

Alexéi Makarkin, vicepresidente del Centro de Tecnologías Políticas, opina que la desestalinización no funcionó porque esta época se asocia con numerosos fracasos e infortunios.

“Durante la perestroika se criticó activamente a Stalin y se destaparon sus crímenes, esto provocó una gran conmoción. Ahora la perestroika se percibe como una época de errores y fracasos, por lo que la gente aplica la lógica a la inversa: como en la perestroika se criticaba a Stalin, debemos suponer que era bueno”, aclara el experto a RBTH.
La imagen del vencedor
Según Makarkin, la razón principal de la popularidad de Stalin fue la victoria en la Segunda Guerra Mundial: “Stalin era el Comandante Supremo. En la sociedad rusa el culto a la Victoria es muy fuerte, y en el imaginario colectivo no se puede ignorar el papel que jugó el hombre que dirigía el ejército”.

Otros éxitos de la época del mandato de Stalin también se añaden a la lista, según opina Makarkin: “En la conciencia de los estalinistas fue él quien realizó la industrialización del país, construyó fábricas y se anexionó nuevos territorios. Ahora en Rusia impera el enfoque pragmático de la historia, no el moral. Si has aumentado el territorio del país, eres un líder de éxito”.
Stalin para el vecino
Valeri Solovéi, analista político y profesor del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, asegura que “cuando la gente afirma sentir simpatía por Stalin en realidad no se refiere a que le gustaría haber vivido en su época. Todo el mundo quiere a Stalin para su vecino, no para él mismo”. La estadística confirma las palabras de Solovéi: la encuesta de Levada muestra que, a pesar del gran número de simpatizantes con Stalin, solo a un 23 % de los rusos le habría gustado vivir y trabajar con su gobierno.

El estalinismo ruso moderno, según los expertos, es una voluntad más bien de protesta. “La imagen de Stalin es la de un líder modesto que viste un sencillo abrigo. En una situación en la que las élites aparecen corrompidas, muchos perciben a Stalin como un modelo de honradez”, comenta Alexéi Makarkin. Solovéi está de acuerdo: “La expresión del cariño hacia Stalin es una protesta simbólica, un deseo de recuperar una mano dura que ponga orden”.
Una bandera para los comunistas
En septiembre se celebran las elecciones parlamentarias. Los representantes del Partido Comunista (el segundo partido con mayor representación en el parlamento actualmente) ya han declarado que planean utilizar en su campaña la imagen de Stalin para “atraer un mayor número de votos”.

Los expertos valoran este paso de los comunistas como una estrategia que puede surgir efecto: los más nostálgicos con la URSS se alegrarán de recuperar a Stalin. “El electorado del Partido Comunista tiene una buena opinión sobre Stalin — asegura Alexéi Makarkin — . Esto podría ejercer cierto efecto sobre ellos, movilizarlos”.

Para la parte de corte más liberal de la sociedad Stalin es una figura oscura, el arquitecto de las represiones que provocaron la muerte (según la organización de defensa de los derechos humanos Memorial) de entre 11 y 39 millones de personas. Las declaraciones de los comunistas han provocado una seria indignación, aunque, en opinión de Valeri Solovéi, el escándalo no hará más que beneficiar a los comunistas. “Stalin les aportará votos, simpatía y visibilidad — comenta Solovéi a RBTH —. Y los que se consideran contrarios a Stalin ya no votan al Partido Comunista, de modo que el partido no pierde votos”.


Un obstáculo para los comunistas podría ser el proyecto de ley de los diputados del nacionalista LDPR, que propone prohibir el uso de la imagen de personas fallecidas durante la campaña electoral. Según estos diputados, el proyecto de ley no está relacionado con la iniciativa del Partido Comunista, pero de aprobarse, los comunistas deberán arreglárselas en la campaña de 2016 sin su líder muerto.

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