31-10-15
POLÍTICA EXTERIOR DE STALIN
Por: Manuel Taibo - Tomado de Aporrea.org
"No comparto la opinión ingenua de que el
nazismo y la democracia popular son similares, que Hitler y Stalin tenían el
mismo temple. Una ojeada a sus fotografías yuxtapuestas les demostrará la
estupidez de esta afirmación. Hitler era un histérico. Stalin un individuo
obstinado con el suficiente sentido común para no jugar con las revoluciones,
sino seguir el camino previamente trazado, siempre alerta, con una competencia
científica, una paciencia infinita y una infinita desconfianza. Stalin no era
ni un imbécil ni probablemente un santo. No habiéndole conocido personalmente,
prefiero no emitir ningún juicio a su respecto. Pero después de haber comparado
los rostros de estos dos hombres, si queremos molestarnos en comparar sus
escritos, compráramos rápidamente que Hitler y Stalin eran tan distintos entre
sí como es posible serlo…"
"A pesar de sus riquezas naturales, la Rusia
zarista era un país pobre y atrasado. La renta nacional por habitante era en la
Rusia zarista mucho más baja que en Alemania, Inglaterra y Estados Unidos. La
geografía política-económica de la U.R.S.S. describe la transformación
consciente y planificada de la naturaleza por la sociedad socialista, sobre la
base de una ciencia avanzada y bajo la dirección del Partido Comunista de la
Unión Soviética".
La política exterior de la Unión Soviética al
principio estuvo determinada por el idealismo de considerar posible una
revolución mundial análoga a la suya, lo que determinaría nuevos cauces de esa
misma política de relaciones exteriores. Los fracasos de los movimientos
comunistas en los demás países, en especial en Alemania y en Hungría, abrieron
los ojos a los revolucionarios rusos y les obligaron a reconsiderar su
posición. Junto a la política interior ya estudiada de "hacer la
revolución propia", se abrió paso la idea de mantener relaciones normales
con los demás países, sin renunciar naturalmente a una posible intervención, como
ocurrió en la caso de la guerra española. Esta nueva política exterior se
inició con el Tratado de Rapallo antes citado y continuó en 1926 con el Tratado
de Berlín, consecuencia de los acuerdos de Locarno de 1925 entre Alemania y las
potencias occidentales. Este Tratado, en efecto, daba como definitivas las
fronteras alemana del Oeste, pero le dejaba las manos libres en el Este, lo que
constituía una amenaza potencial que movió a Stalin a buscar una garantía ante
la posibilidad de un ataque germano.
La agravación de las relaciones diplomáticas con
el Extremo Oriente, que condujeron a la ruptura de las relaciones diplomáticas
con la China de Chiang-Kai-shek, y la llegada al Comisariado de Asuntos
Exteriores de Máximo Litvinov determinaron un cambio en la orientación
diplomática de la Unión Soviética, que se concretó en un mayor contacto con el
Oeste europeo, con Turquía y con Estados Unidos.
Abrió camino a este cambio un pacto firmado con
Turquía en 1929, que se renovó en 1931 y en 1935, garantizando la seguridad de las
fronteras meridionales de Rusia en el occidente de Asia. En 1932 se estimulaban
pactos de no agresión con Estonia, Finlandia, Polonia y Letonia, que fueron
prorrogados por diez años en 1934. Pactos análogos se sellaron en1932 con
Francia y al año siguiente con Italia. En 1933 era reconocida la Unión
Soviética por Estados Unidos, por Bélgica y por la España republicana.
Toda esta orientación fue premiada con la entrada
de la Unión en la Sociedad de Naciones en 1934, dándole incluso un puesto entre
los países permanentes. La entrada se hizo, con la protesta de Suiza, por 39
votos a favor, 3 en contra y 7 abstenciones. La Unión Soviética había
abandonado su aislacionismo y venía a significar un contrapeso en el oriente
europeo frente al nacionalsocialismo que se alzaba amenazador en Alemania.
Pronto volvieron las cosas a una situación
semejante a la existente en vísperas de la I Guerra Mundial. En 1935 se firmaba
un pacto de asistencia mutua franco-soviética que recordaba la Entente, y el
mismo año se acordaba uno similar con Checoslovaquia.
La Sociedad de Naciones servía a Litvinov de
tribuna para hacer propaganda soviética. Y bien claro se vio esta posición en
su actitud frente a la agresión italiana en Etiopía, siendo uno de los miembros
que exigieron más crudamente las sanciones contra Mussolini; en su política
favorable a la formación de "frentes populares" en las democracias
occidentales, y en su actuación a raíz de la guerra civil española y que se
verá con mayor extensión en otro capítulo siguiente.
El papel internacional de la Unión Soviética
aumentó, pues, considerablemente en estos años del gobierno de Stalin. En 1936
conseguía en Montreux, con motivo de la Conferencia celebrada en esta ciudad
para tratar del estatuto de los estrechos turcos, unas ventajas que los zares
no habían logrado en dos siglos de actuación.
La cada vez más inestable situación internacional
en los años 1938 y 1939 dibujaron claramente la política de Stalin. No
intervenir en ninguna guerra europea, prepararse reforzando las fuerzas armadas
y tratar de beneficiarse de la posible guerra con una entrada a última hora,
cuando cansados los beligerantes, se pudieran lograr fácilmente objetivos
expansionistas. Coronamiento y cifra de esa política fue el pacto de no
agresión germano-soviético en agosto de 1939, derivado de la rendición de los
gobiernos de Inglaterra y Francia en Múnich en septiembre de 1938. Stalin había
visto que la guerra entre Alemania y las potencias occidentales era inminente,
que estas últimas no podrían garantizar la independencia de Polonia y que el
pacto le dejaba el campo libre para actuar.
Por lo que respeto al Extremo Oriente, la
política internacional de la Unión Soviética en estos años estalinianos se
caracterizó por una mayor prudencia con el Japón que la observada por el
régimen zarista. Este país había reconocido a la Unión ya en 1929, y en 1933
hubo de admitir Stalin la creación del artificioso Manchukuo independiente, en
realidad bajo el protectorado del Japón, al que vendió el ferrocarril chino.
Pero compensó esta derrota diplomática con la creación de una Mongolia
Exterior, bajo su control, con la firma de pactos adecuados en 1934 y 1936.
El poderoso impulso de la Unión Soviética en
Asia: El adelanto más aparatoso de la Unión Soviética se produjo en el Asia
rusa, que abarca una extensión equivalente a la tercera parte de aquel
continente. Siberia, que apenas tenía una población de 11 millones de
habitantes durante la guerra civil, había triplicado el número de sus
habitantes en vísperas de la II Guerra Mundial. Y si antes los rusos que allí
vivían eran militares, funcionarios y deportados, después del triunfo del
comunismo se vio poblada por campesinos desplazados de la Rusia europea,
atraídos por las ventajas de una nueva vida urbana que se iba abriendo paso.
En efecto, colosales ciudades fueron surgiendo en
este período: en la misma raya de los Urales, Magnitogorsk, que tenía unos
centenares de habitantes en 1918, pasó a 150.000 en 1939 y contaba en aquellos
tiempos con 400.000, convertida en uno de los principales centros industriales
del acero de todo el mundo. Y se transformaron también en grandes urbes Irkutsk
y Omsk, Tomsk y Krasnoiarsk, Khabarobsk y Novosibirsk, Stalinsk y Komsomolsk,
entre de otras.
El estudio científico del subsuelo siberiano
mostró una potencia minera extraordinaria en carbón, petróleo y hierro que
empezaron a ser explotados en grandes proporciones. Para servir esta
explotación y las industrias subsiguientes, así como la puesta en valor de
tierras antes consideradas como la yermas y ahora cultivadas, se construyeron
en plazos brevísimos una doble vía del Transiberiano que entró en explotación
en 1939; un nuevo ferrocarril, llamado Turksib (Turkestán-Siberia), realizado
en cuatro años (1926-1930), de 1400 km de longitud, que enlazaba estas dos
regiones asiáticas de la Unión. Gracias a él, el trigo de Siberia llegaba
fácilmente al Turkestán, en tanto que el algodón del Ferghana (en esta última
región) se hacía accesible a la fría Siberia. Un último ferrocarril fue
terminado en 1929 uniendo Siberia con el Sin-Kiang (Turkestán chino), de manera
que la capital de esta región, Urumchi, adquirió la importancia de gran
mercado, que ha aumentado todavía al continuar los chinos la construcción del
ferrocarril que hoy la enlaza con Pekín, Shanghái y Cantón.
El Extremo Oriente se extiende a lo largo de todo
el litoral de la U.R.S.S. en el Pacífico, desde el golfo de Posiet, en el sur,
por donde pasa la frontera soviética con Corea, hasta el estrecho de Behring,
en el noreste, que separa la U.R.S.S. de Alaska, territorio de los EE.UU. La
diferencia de latitud entre el punto más meridional y el más septentrional es
de veintiocho grados, y la distancia que media en línea recta de suroeste a
noreste, de Corea al estrecho de Behring, es de unos 4.500 kilómetros.
El Extremo Oriente es rico sobre todo en
minerales. Hay allí hulla y lignito (en la cuenca del Bureya, en Suchán, en
Artiom –cerca de Vladivostok--, Sajalín), petróleo (en la parte noreste de
Sajalín) y mineral de hierro (en MaliJingán, en el Bajo Amur –cerca de
Nikoláievsk--, y en la bahía de Olga). Abundan los placeres auríferos (en el
sur, en Primorie, en Priamurie, etc.), los criaderos de metales raros y no
ferrosos (cerca de la bahía de Tetiuje) y los yacimientos de estaño, cuyas
reservas son las mayores de la U.R.S.S. Los yacimientos de hierro y de carbón
están, a veces, muy cerca unos de otros (la zona de Jingán y de Bureya, la
bahía de Olga y Suchán) o se comunican por agua. En el Extremo Oriente falta
sólo un mineral tan difundido como la sal común, por lo que se trae de lejos
para salar el pescado.
Al mismo tiempo, la Unión Soviética creaba y
desarrollaba líneas de aviación que enlazaban todas las grandes ciudades
surgidas en la enorme Siberia, para facilitar el traslado de viajeros y de materiales
preciosos. El descubrimiento y la exploración de las riquezas minerales de la
península de Kola se deben a expediciones de la Academia de Ciencias de la
U.R.S.S. encabezadas por el académico A. Fersman. Los bolcheviques
leningradenses, bajo la dirección de Serguéi Kírov, realizaron grandes
esfuerzos para poner estas riquezas al servicio de la industria.
Refiriéndose a las grandes obras que se
desplegaban en las difíciles condiciones de la península de Kola, Kírov dijo en
un discurso: "Nosotros… demostraremos que no hay en toda la tierra un
lugar que no pueda ponerse al servicio del socialismo".
Algo parecido hizo el nuevo Estado soviético en
los países árticos. Desde la formación de equipos de científicos para estudiar
aquellos remotos parajes, hasta la construcción de rompehielos para la mejor
explotación de los mismos y la instalación de centros de investigación y de
aeropuertos, la obra ha sido completada con objeto de explotar sus recursos
naturales y facilitar bases estratégicas para la política exterior de la Unión.
--La obra inconmensurable de Lenin y Stalin
registrase con toda su grandeza y transcendencia histórica en el período de
1900 a 1950 y con la máxima exaltación histórica a partir de la victoria de la
gloriosa Revolución de Octubre de 1917.
¡Gringos Go Home!
¡Pa’fuera tús sucias pezuñas
asesinas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!
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