30-11-19
N. No. 582
LA POSVERDAD AL SERVICIO DEL
GOLPISMO EN BOLIVIA
Carlos
Echazú Cortéz
Rebelión
Cada acontecimiento o
proceso político tiene características históricas únicas que conviene
estudiarlas y analizarlas, no por inquietudes académicas de las ciencias
sociales, si no -más allá de eso- con propósitos evaluativos de la misma lucha
política.
En este marco, el golpe
de Estado en Bolivia presenta características bastante particulares que merecen
ser analizadas y debatidas por quienes en Bolivia y en Latinoamérica en
general, tendremos que enfrentarlas en el futuro. Esto, por el simple hecho de
que el enemigo también extrae enseñanzas de las experiencias.
Se ha acuñado el término
de pos verdad, para señalar al fenómeno que se produce cuando los medios de
comunicación instalan en el imaginario de un grueso sector de la sociedad una
distorsión de lo efectivamente ocurrido de tal modo que se lo concibe como si
fuera verdad. No es novedad que los medios de comunicación masiva se hayan dedicado
durante mucho tiempo a esta práctica en el marco de la promoción de los
intereses de las clases sociales a las que representan. Ahora bien, lo
realmente novedoso en el caso del golpe en Bolivia, ha sido que estas pos
verdades han sido generadas en lapsos de tiempo muy cortos, para servir a las
necesidades concretas de coyunturas políticas que se desarrollaban y cambiaban
vertiginosamente. En cuestión de horas, la coyuntura política, se alteraba
drásticamente, con un anunció repetido incansablemente por todos los medios de
comunicación, que daban lugar a otros sucesos que a su vez cambiaban nuevamente
la coyuntura. En este marco, combatir la pos verdad se tornó en algo
prácticamente imposible.
Es cierto que el anunció
de fraude se lo había anunciado con anterioridad, sin embargo, cuando se lo
instaló como si fuera un hecho consumado, aquél 21 de octubre, los
acontecimientos se precipitaron y se produjeron las tomas y consiguientes
incendios de los Tribunales Departamentales Electorales. De este modo, la
coyuntura política se alteró de manera drástica. Todo esto indica obviamente
que hubo una premeditación y planificación en la generación de la pos verdad,
así como en sus repercusiones.
La pos verdad desafiaba
todo sentido común. No había tal "Alteración injustificada" de la
tendencia en la votación, ya que siempre ha ocurrido que los datos del campo
llegan al final y éstos beneficiaron siempre a la candidatura de Evo Morales.
No había absolutamente nada de novedoso en eso, pero seguro, fue justamente esa
característica del conteo de votos la que permitió planificar a los golpistas
sus pasos a seguir.
A partir de ello, las pos-verdades
se han multiplicado para consolidar el golpe de Estado. Se ha desarrollado
ávidamente una campaña mediática para instalar en el imaginario de la población
que existen grupos terroristas que están armados y promueven saqueos en las
ciudades. Entonces se realiza una cacería de brujas contra todo tipo de
resistencia al golpe. Como se sabe, la represión es brutal y despiadada, porque
ya lleva más de tres decenas de víctimas mortales. Sin embargo, y pese a que
los medios no han podido ocultar lo sucedido, se ha instalado en la opinión
pública promovida por esos medios, una indiferencia e insensibilidad, que contrasta
fuertemente con la intensidad y energía que le otorgan a las pos verdades que
promueven. De este modo, la matanza pasa desapercibida, en los medios que
"promueven la democracia".
Así también se ha
difundido ampliamente un video en el que se ve a un dirigente campesino
hablando por teléfono celular, supuestamente con Evo Morales, quien instruye
bloquear las carreteras y no dejar pasar comida a las ciudades. La escena esta
tan burdamente montada, que ofende la inteligencia. Sin embargo, se la instala
en la opinión pública como si fuera un hecho verificado e incuestionable. Eso
les sirve para criminalizar al dirigente social con obvios propósitos de
proscribirlo definitivamente.
Como se puede ver, en
esta somera y de ningún modo concluyente descripción de los hechos, la pos
verdad ha jugado un rol determinante en el golpe de Estado. No es novedad que
los golpistas, en todos los tiempos, hayan generado una versión de los hechos
para pretender justificar su toma del poder. Lo que destaca en el caso del golpe
en Bolivia es la sincronización de los medios con los golpistas en sus puestas
de escena y la rapidez con la que se ha producido esa coordinación. También
resalta que las pos verdades impuestas riñan absolutamente con el sentido
común. Por esta razón el golpe en Bolivia, además de ser un golpe
cívico-policial, como lo han denominado muchos analistas, también es un golpe
mediático.
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