EL EGO DE BROSNTEIN
Lev Davidovich Bronstein fue un judío sionista (1) extraordinariamente inteligente, fue un consumado polemista, un orador de primera línea, un activista dinámico y un intelectual de alto nivel teórico. Por otra parte cabe la duda sobre la sinceridad del revolucionarismo de Trotsky que creía en el anticapitalismo y el objetivo final del comunismo, pero siempre y cuando estuviera ese combate dirigido por él.
Todas estas evidentes virtudes de Leo, fueron, por lo mismo, obnubiladas, sofocadas y totalmente dominadas por un grandísimo defecto que lamentablemente imprimió su sello definitivo en la personalidad de este hombre extraordinario.
Ese defecto se llama “EGOLATRIA” (2), un amor desmesurado e incontenido a sì mismo; la consideración de que se es mucho más de lo que realmente es la persona. La egolatría, exagerada en el caso particular de Bronstein, determinó todo su comportamiento político antes, durante y después de la Revolución de Octubre. Su compañero Ziv, dice que, evidentemente, el ego de Bronstein era muy fuerte, empero ralentiza su juicio añadiendo que su amor a la revolución, al socialismo y al pueblo eran muy superiores a su defecto.
Por el contrario, nosotros pensamos que la “egolatría de Bronstein”, era inmensamente mayor que un amor existente, que no negamos, al pueblo y la revolución.
Cuando en su juventud se vinculó con el exilio ruso anti-zarista en el occidente, tomó contacto con Lenin y causó en éste un sentimiento positivo muy pronunciado al pensar que la revolución contaba con un nuevo cuadro revolucionario de alto valor político.
Sin embargo, desde mucho antes, Bronstein ya manifestaba con agresividad sus tendencias egolátricas. Por ejemplo, ¿qué pensaba en su temprana juventud sobre el marxismo?
Citamos a Deutscher:
«El marxismo le parecía estrecho y seco como el polvo: un insulto a la dignidad del hombre…(una) doctrina para tenderos y mercachifles…».
En una oportunidad, diría según su biógrafo:
«¡Malditos sean los marxistas y cuantos desean introducir la aridez y la dureza en todas las relaciones de la vida!» (3)
Sus criterios y más que eso, sus insultos a Lenin, son los que más nos sorprenden por su virulencia y encono pues desbordan largamente el aspecto político hasta llegar a un muy bajo nivel personal y mezquino.
Su mayor y mejor biógrafo, dice:
«Probablemente ningún escritor menchevique haya atacado a Lenin con tal encono personal. “Repugnante”, “disoluto”, “demagogo”, “abogado chapucero”, “malicioso y moralmente repugnante”…» (4).
Para ser equilibrados en cuanto a insultos se refiere, tenemos también los que le profirió Lenin en varias oportunidades:
«….Tanto como nos alegró enterarnos por usted de la victoria lograda por N. Iv. Y Pavlov en Novi Mir (recibo este periódico en forma endiabladamente irregular, debe ser por culpa del correo y no de los servicios de expedición del mismo periódico), nos apenó leer sobre el bloque de Trotsky con la derecha para luchar contra N. Iv. ¡¡Este Trotski es un cerdo: frases de izquierda y un bloque con la derecha contra la izquierda de Zimmerwald!! ¿Hay que desenmascararlo (ustedes deberá hacerlo), aunque sólo fuese con una breve carta a Sotsial-Democrat!, (5). (El subrayado es nuestro.)
“También hay una carta de Kollontai, quién (que esto sea entre nous por el momento) ha regresado de norteamérica a Noruega. N. Iv. Y Pavlov (el letón que estaba en Bruselas, Pavel Vasilevich) conquistaron “Novi Mir”. Según dice (yo recibo este periódico irregularmente), pero….¡¡llegó Trotski y este canalla se entendió contra los zimmwaldistas de izquierda!! ¡¡Así como lo oye!! ¡¡Este es Trotski!! Siempre fiel a sí mismo, se revuelve, estafa, posa de izquierdista y ayuda a la derecha, mientras puede….». (6)
En cuanto a la opinión de Bronstein sobre Stalin, imagínese el lector los insultos y denuestos que mereció en todo un libro biográfico que le dedicó para investigar la vida personal del georgiano. (7)
Pero sigamos investigando sus opiniones egocéntricas y egolátricas.
Cuando se convenció que Vladimir Ilich era el líder indiscutible de la Revolución Rusa y que era imposible entablar una competencia exitosa sobre el liderato con el “abogado chapucero”, simuló un acercamiento insincero e hizo manifestaciones de sumisión al liderato del personaje “disoluto”. Se hizo “bolchevique”, cuando poco tiempo antes vituperaba al bolchevismo. He aquí su opinión sobre el bolchevismo:
“No puedo describirme como un bolchevique. Es indeseable aferrarse a las viejas etiquetas…..”(8)
Su biógrafo añade:
“Para Trotsky, declararse bolchevique equivalía a una rendición tàcita, no ante el Lenin del presente, sino ante el Lenin del pasado y la idea de una rendición le repugnaba” (9)
Lamentablemente, Vladimir Ilich falleció muy tempranamente y “Anti-Doto” supuso que el camino a la cumbre del poder para él, estaba pavimentado, dado que los otros bolcheviques eran simplemente “piojos tuertos” frente a la “grandeza” de él mismo.
José Visarionovich aparecía como el bolchevique más cercano a Lenin y por ello fue designado Secretario General del Partido, cargo que fue tomando más relevancia por la actividad del líder georgiano a la cabeza de la estructura del Partido. Comenzaron las actividades francamente fraccionalistas de Bronstein que pensó derrotar fácilmente al “práctico” y “Caín” de la revolución que no podía compararse con él.
En el décimo aniversario de la Revolución de Octubre, 1927, Bronstein pretendió realizar una contra-marcha opuesta a la oficial promovida por la dirección del Partido Bolchevique. Pensó cándidamente que poniéndose a la cabeza de una contra-marcha, el pueblo soviético, que efectivamente lo había aclamado en los días de octubre-17, se volvería contra la dirección oficial de Stalin y el Comité Central. Nada de eso ocurrió, el pueblo soviético que creía en su Partido lo ignoró y finalmente la policía desbarató la insulsa “manifestación” fraccionalista.
A partir de entonces la egolatría se transformó en frustración y la frustración en un odio visceral a Koba. A continuación, prácticamente toda la actividad de Bronstein estuvo dirigida a combatir al “Chacal” (10) y el llamado por él “stalinismo”. Desaparecieron de su visión política el capitalismo y el imperialismo. Koba era un verdadero “Caín” que había asesinado a “Abel” (Bronstein) y había transformado la revolución rusa en una dictadura insoportable peor que cualquier otro país fascista o imperialista.
La consecuencia lógica de este convencimiento, fue que Bronstein dedicó su vida a esa nueva lucha “revolucionaria”. Primero y a consecuencia de sus actividades fraccionalistas, fue expulsado del Buró Político del Partido, como sus esfuerzos seguían el mismo camino, fue separado del Comité Central. El partido esperaba que en Bronstein, teniendo en cuenta que las sanciones se profundizaban, se pudiera producir un cambio positivo hacía posiciones más calculadas. Nada de eso ocurrió, por el contrario la virulencia y la actividad febril de Trotski estaba ahora dirigida a dividir el Partido. En esa línea consiguió una alianza con dos viejos bolcheviques como Zinoviev y Kamenev y comenzó la nueva lucha con la consigna de: ”Todos contra Stalin”.
La expulsión del Partido Bolchevique junto a un grupo de sus seguidores parecía una especie de sanción que podría hacer pensar más profundamente a los expulsados. Otra vez nada de esos se produjo, Bronstein fue desterrado a Alma Ata una lejana ciudad de la Siberia soviética. La sucesión de sanciones condujeron lógicamente al exilio del disidente a Turquía, Noruega y finalmente México.
Su Cuarta Internacional, lo dijimos, sería una penosa reunión de intelectuales frustrados y ensimismados como el mismo líder. Nace pues el “Trotskismo” con personajes tan cuestionados como Boris Souvarine, George Orwel, Julián Gorkin, Ignacio Silone y otros transfugas.
Seguir la tormentosa vida de Leo Davidovich, es observar una existencia entera de frustración, complejos y resentimiento. Jamás podría Anti-Oto superar el trauma psicológico que le produjo su derrota política frente a un hombre al que despreciaba y consideraba muy inferior a él, en todos los sentidos. No supo sobreponer su amor a la revolución a la sombra del “Caín” que le había “robado” toda su aspiración mezquina y personal.
Sus seguidores muestran marcadamente una personalidad muy parecida a la de su líder. Todos los trotskistas son autosuficientes, pretenden que las masas los sigan por tener la verdad eterna. No les importan las especificidades de los procesos revolucionarios del mundo, ellos se guiarán exclusivamente por el recuerdo y las “directrices” de un hombre que murió muchísimo tiempo atrás. Todos los trotskistas presumen de intelectualismo y su desprecio por los “prácticos” es heredado de su progenitor.
El trotskismo como corriente política mundial es un fracaso rotundo, jamás ha podido llevar adelante procesos de cambio o revolucionario alguno con significación histórica, porque siempre despreciará el sacrifico de los pueblos por no “obedecer” las instrucciones de Trotski o la Cuarta Internacional. Siguen y seguirán esperando que el fantasma del “estalinismo” desaparezca para que por arte de magia, llegue el socialismo y el comunismo de la mano del Troskismo. ¡Vana ilusión!
Como nos dice el Comandante de América Ernesto “Che” Guevara:
PCB-mlm
Nota
Las notas que se refieren a Isaac Deutscher de su famosa trilogía (1. El profeta armado, 2. El profeta desarmado y 3. El profeta desterrado), corresponden a uno de los más fervientes admiradores de Trotsky, y por lo mismo no cabe duda de su autenticidad, teniéndose en cuenta la honestidad de Deutscher al no ignorar esos episodios y opiniones altamente comprometedores, en beneficio de su biografiado.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS.
1. Ford, Henry. “El judío internacional”. Ediciones Modernas Luz. Bs. As. Argentina. Pág. 203 y 204.
2. Deutscher, Isaac. “El profeta armado”. Editorial ERA. El hombre y su tiempo. Pág. 45.
3. Ibidem. Páginas 38 y 39.
4. Ibidem. Página 96.
5. Lenin, V. I. “Contra el trotskismo”. Editorial Anteo. Pequeña biblioteca marxista-leninista. De una carta a “A. M. Kollontai”. 17 de febrero de 1917.
6. Lenin, V. I. Idem. De una carta a “A. I. F. Armand”. 19-II-1917.
7. Trotsky, León. “Stalin”. Editorial ERA. Biografía. Revisar todo el libro.
8. Deutscher, Isaac. “Trotsky, el profeta armado. Tomo I. Pág. 242.
9. Deutscher. Idem. Pág. 242.
10. Sánchez Salazar y Julián Gorkin. “Así asesinaron a Trotski”. Editorial del Pacífico C.A. Santiago de Chile. Frontispicio, Pág. 13.
11. Kohan, Néstor. Internet. “Lecturas del Che”. www.amauta.lahaine.org
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