AMÉRICA LATINA: ¿PERSECUCIÓN
ESTADOUNIDENSE A LA CENTROIZQUIERDA?
Carlos Santa María
Publicada:
domingo, 8 de julio de 2018 11:25
La
derecha latinoamericana, siguiendo las órdenes de EE.UU., busca impedir la
postulación del expresidente ecuatoriano Rafael Correa a un nuevo gobierno.
El
reciente caso donde se ordena apresar a Rafael Correa, quien se encuentra en
Bélgica, demuestra las estrategias empleadas por la derecha latinoamericana
supeditadas a las órdenes impartidas desde la Casa Blanca en una clara
violación de la soberanía nacional, las que se hacen efectivas en la política
de aprisionar, atentar o dificultar el regreso a Ecuador del ex presidente, con
el único fin de impedir su postulación a una nueva gobernanza.
En este
sentido, la judicialización de la política significa expedir órdenes de prisión
preventiva a través del nombramiento interesado de funcionarios que interpreten
los deseos de gobiernos vinculados a EE.UU., por encima de los marcos legales y
constitucionales, utilizando la Fiscalía como un arma destructiva y obviando
todas las posibilidades que se otorgan en la presentación personal cuando ésta
se encuentra residiendo con su familia en el extranjero. La rapidez en los
procedimientos de arresto y extradición, no realizado en la justicia interna
con los connacionales, demuestra la persecución a toda costa de la cual también
es parte el vicepresidente ecuatoriano Jorge Glas.
Las
tres tácticas más utilizadas para destruir la expresión popular son: una, golpe
militar o desestabilización a través de “pacíficos grupos
estudiantiles-rebeldes” que luchan por la justicia, quemando, asesinando,
ejerciendo terrorismo en su máxima expresión; dos, utilizar el sistema judicial
con el fin de encarcelar políticos progresistas para impedirles postular a
elecciones, o sancionando a todo aquel que se manifieste por la soberanía del
país; tercera, manipulando los Medios para apoyar las intrigas, conjuntamente
con un bloqueo o caos económico que propicie
resentimiento contra mandatarios dignos y nacionalistas.
El caso
de Nicaragua y Venezuela es similar al de Siria o Libia, donde “masas
espontáneas” nacen de la presión estatal y se organizan con armas para
supuestamente liberar la nación. Brasil y Argentina son ejemplos modernos donde
la Justicia ya abandonó todo el ideal de objetividad para parcializarse
claramente a favor del sistema colonial de dominación.
La
prisión de Luiz Inácio Lula Da Silva, sin contar con ninguna prueba sólida,
excepto una supuesta propiedad donde la escritura está a nombre de una empresa
capitalista y no del ex presidente, basado en “delaciones premiadas”, es decir,
en mecanismos judiciales fundamentados en acusaciones orales de empresarios
envueltos en tramas de sobornos, se emplea para impedirle alcanzar la primera
magistratura. El caso Amia, donde explotó una sede judía en Buenos Aires, y
cuya investigación demuestra la complicidad de argentinos e israelíes en ese
complot, se traslada a la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner quien
encabeza sondeos para regresar.
Chile, incluso,
se suma a los intentos del gobierno Trump de atacar a Venezuela liderando
propuestas guerreristas, aunando en su interior la opacidad sobre los crímenes
de lesa humanidad cometidos en el periodo de Augusto Pinochet al propiciar
indultos improcedentes e ilegales. La condena de los asesinos de Víctor Jara ha
sido un duro camino que ha tardado más de cuarenta y cinco años.
Cabe
destacar en este caso la vía jurídica como expresión de las tendencias
dictatoriales pues a fines de diciembre de 1970 Richard Nixon, su ministro
Henry Kissinger, Richard Helms (CIA) y Agustín Edwards, representando los
golpistas chilenos confabulados con el Congreso y el poder judicial, lograron
finalmente quebrar la institucionalidad democrática del país.
En esta
situación se encuentra Honduras, Paraguay y Brasil, donde presidentes
legalmente elegidos son destituidos o nombrados sin requisitos de ley en una
clara manipulación del Congreso, así como el Senado paraguayo destituyó al
presidente Fernando Lugo, quien había acabado con la hegemonía capitalista
violenta.
¿Enseña
EE.UU., con experiencia comprobada, a corromper la justicia?
El
gobierno estadounidense tiene una experiencia comprobada en corromper la
justicia, hasta tal punto que el prócer Simón Bolívar alertó sobre la forma
corrupta de actuar de dicho ente en contra de América.
Actualmente,
utilizando presuntos juicios políticos con la finalidad de mermar la
popularidad de presidentes demócratas para alejarlos de los cargos públicos y
con el fin de derrocar las autoridades legalmente establecidas, amparándose en
una falaz “lucha contra la corrupción”, se criminaliza proyectos políticos de
transformación. Así se entiende el supuesto “Tribunal Supremo de Justicia en el
exilio” para Venezuela, el cual asesorado por el Departamento de Estado de
EE.UU. emite una orden de arresto contra el actual presidente, Nicolás Maduro,
acusándolo de una participación directa en un esquema de corrupción, el uso
indebido de instrumentos jurídicos con fines de persecución política,
destrucción de imagen pública e inhabilitación de un adversario político.
Se
conoce claramente que la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el
Desarrollo Internacional), conectada al centro de torturas Escuela de Las
Américas, asesora a gobiernos latinoamericanos para "reformar" sus
aparatos jurídicos, participando de la guerra no convencional. El trabajo con
Ministerios Públicos, Procuradurías Generales y Fiscalías de la región
colonizada es absolutamente condicionado.
La
razón sigue siendo la misma: quien se oponga a su política de expoliación hay
que exterminarlo por los canales que sean necesarios. Por este mecanismo, las
transnacionales emplean el aparato de justicia, las agencias de inteligencia,
las fuerzas armadas, el poder electoral y mediático, para adueñarse del
continente.
Lo
confirma la detención de Lula Da Silva. ordenada por el juez Sergio Moro,
cabeza de la investigación judicial conocida como Operación Lava Jato, quien el
2009 recibió entrenamiento en EE.UU.
La
conclusión es obvia: duele al mundo que en Colombia se extermine a líderes
transparentes, que en México muera la niñez, que en Venezuela y Nicaragua
existan bandas ultraviolentas, que en diversos países sus dirigentes no
escuchen el clamor del pueblo. Sin embargo, del aumento en la conciencia crítica,
el avance movilizador y la denuncia cada vez más fuerte, proveerá el imperioso
amanecer de una América libre y feliz.
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