EL GOLPE MILITAR DE LA COCAINA
Jueves 17 de julio de 1980.
Ha
comenzado la sublevación militar en Trinidad, capital del departamento del
Beni, con la proclama del jefe local de la guarnición Francisco Monroy, quién
desconoce la autoridad del gobierno constitucional interino de Lidia Gueiler
Tejada.
Grupos
paramilitares que se desplazan en ambulancias para engañar y paralogizar a la
opinión pública, atacan violentamente la sede de la Central Obrera Boliviana y
el Palacio de Gobierno donde se lleva a cabo una reunión del gabinete de la
Presidenta Gueiler.
EL ASALTO RELÁMPAGO A LA COB tiene
resultados sangrientos y a falta de una información oficial, se esparcen toda
clase de rumores que tienen como base los testimonios de la gente común que ha
podido observar desde las cercanías el despliegue de los paramilitares, su
ocupación del edificio y finalmente la captura de un número no determinado de
dirigentes políticos y sindicales que celebraban una reunión de emergencia en
el local. Se dice que han sido asesinados Juan Lechín, Marcelo Quiroga Santa
Cruz y otros dirigentes cuando trataban de defenderse o simplemente eludir el
apresamiento.
LOS PARAMILITARES LLEGAN AL PALACIO QUEMADO
El día
jueves 17 de julio las radios propalaron, alrededor de las 9 am., que el
ejército se había levantado en la ciudad de Trinidad. Era el detonante del
golpe planificado por los servicios de inteligencia argentinos que sugirieron
que el movimiento se iniciara en el interior a fin de que en La Paz, se
reuniera como en anteriores oportunidades, el Comité de Defensa de la
Democracia y la Central Obrera. De esta manera se podía asesinar o detener a
varios de los principales dirigentes políticos y sindicales, como en efecto
ocurrió.
A las
diez y treinta, se hallaban los ministros reunidos en sesión de gabinete en el
Palacio Quemado, con la notoria ausencia del “Almirante” Walter Nuñez, Ministro
de Defensa, y de Antonio Arnez, militar en retiro, Ministro del Interior.
Ambos, naturalmente, ya se habían “dado la Vuelta” en los meses previos con lo
que la inermidad del régimen era absoluta.
De
pronto, en el hall principal, apareció un grupo de +paramilitares+ armados de
modernas metralletas israelitas adquiridas recientemente por el ejército. Al
mando, iba Fernando Monrroy, conocido en todo el país como +Mosca+ Monroy,
pandillero, jefe de un autodenominado +Escuadrón de la Muerte+ que ha actuado
en varias oportunidades en asesinatos o tráfico de drogas. La hazaña no era
difícil, pues el coronel Rodolfo Cueto, Jefe de la Casa Militar de la Presidenta
Gueiler, les franqueó el paso por una puerta lateral que da a la calle
Ayacucho. Los soldados de la guardia tenían la orden de no interferir la acción
de los civiles armados. Uno de los ministros que se había asomado al oir voces
y gritos volvió a la sala de sesiones:
- Han
llegado los paras, anunció demudado.
La
Presidenta se hallaba ya en su despacho tratando de hablar con el general Reyes
Villa, Comandante en Jefe del Ejército (ignorando que éste también era parte de
la conspiración y aparecería pocas horas después como Ministro de Defensa del
nuevo régimen). La confusión era mayúscula. Los paramilitares subieron el
segundo piso pero en lugar de continuar a la sala de edecanes y a la sala de
sesiones del gabinete, se dirigieron derechamente en las oficinas de la Casa
Militar, donde convinieron el modus operandi con el coronel Cueto.
En ese
momento, abandonaron la sala de sesiones, un grupo de 10 ministros mientras
unos pocos quedaban dentro con la Presidenta sin saber, unos ni otros, qué
camino tomar.
La
indefensión del gobierno es total y hasta los encargados de la custodia
personal de la Presidenta, no reciben sino órdenes de los golpistas. Lidia
Gueiler tiene la oportunidad de escapar y asilarse en la Nunciatura Apostólica.
Los
rumores generales hacen saber que una enorme cantidad de presos están siendo
trasladados al gran Cuartel de Miraflores donde oficiales extranjeros toman a
su cargo el tratamiento de los prisioneros como en una verdadera guerra
internacional. Jefes militares argentinos, sin ocultar su identidad, imparten
órdenes que son ejecutadas inmediatamente por los grupos irregulares que han
tomado para sí las tareas de fuerzas de choque, en tanto que el ejército no
hace otra cosa que respaldar esas acciones.
El
ambiente general es de confusión, desesperación e incertidumbre porque las
radioemisoras, en su totalidad, han sido ocupadas o destruidas. Radio
"Fides", por ejemplo, ha sido asaltada de la manera más brutal. Sus
empleados han sido sacados a golpes de sus instalaciones y llevados con rumbo
desconocido. Reina un completo silencio en la mayor parte de la ciudad de La
Paz y nadie se anima a salir a las calles que son patrulladas por fuerzas
militares mientras los grupos paramilitares siembran el terror invadiendo
edificios o simples viviendas particulares.
Las
banderas de "salvación nacional" que levantan los sargentos no
alcanzan a movilizar sino a una pequeña lumpenburguesía que siempre ha estado
en las puertas de los cuarteles esperando cualquier golpe para salir a la luz,
pues vive en sombra eterna. El gabinete del nuevo mandón está encabezado por un
tenebroso matón que ya conocimos en el capítulo del progresismo militar: el
Cnl. Luis Arce Gómez. El resto de los ministros es un anonimato que hiere la
conciencia de la Patria. ¡Nadie los conoce!
Sin
embargo, aguzando un poco el oído, sintonizando un poco los aparatos de radio,
la población paceña tiene la posibilidad de escuchar voces diferentes. Son las
radioemisoras mineras que, haciendo grandes esfuerzos, alcanzan las ciudades
con la verdad límpida de los trabajadores. El valor, la nobleza y el sacrificio
del pueblo contrasta tanto con la deformidad del militarismo que sólo la
comparación es ya un insulto. Las radios de Huanuni, Colquiri, Catavi y otros
distritos informan que los mineros están prestos a defender sus centros contra
la ofensiva militar que ya se ha lanzado para aplastarlos. Se describen
dramáticamente hechos que después serían conocidos con detalle, ahora las
transmisiones son de combate, de desafío, de desprecio y odio profundo al
opresor y su vileza. Los comunicados de los mineros anuncian que la huelga es
general y que no volverán al trabajo mientras García Meza no deje el poder. Se
denuncia al fascismo, al militarismo, a la reacción y al mismo tiempo se dan
instrucciones a los mineros y a la población para defender los accesos a los
centros mineros atacados por las tropas regulares del ejército.
El 21
de julio se anuncia la vigencia del Toque de Queda. Ninguna persona puede salir
de sus domicilios a las calles a partir de las 21 horas. Todas las noches, en
medio del brutal toque de queda, se escuchan tiroteos sobre todo en las zonas
marginales y los barrios populares de La Paz. No puede establecerse con
seguridad si se trata de enfrentamientos con grupos de resistentes o simples
asesinatos a mansalva de desprevenidos transeúntes.
Se
sabe, por los rumores que corren, que miles de prisioneros se encuentran
recluidos en el Estadio Olímpico. Se trata de los contraventores al toque de
queda. Todos los cuarteles, la Universidad, la sede de la COB y otros edificios
públicos son empleados también como cárceles en vista de la enorme cantidad de
detenidos. Se dice que el castigo consiste en hacerles pasar la noche en las
peores condiciones, someterlos a un interrogatorio, propinarles una fuerte
golpiza y después ponerlos en libertad. Es tan grande el odio indiscriminado al
pueblo que ni siquiera se establece con exactitud la identidad de los
detenidos, ni su filiación política si la tienen, en muchos casos, algunos
partidarios acérrimos de la dictadura han sufrido la violencia represiva del
régimen que se manifiesta completamente ciega.
Miércoles 23. La resistencia popular
parece quebrada y la actividad cotidiana tiende a normalizarse ante el temor y
el desconcierto del pueblo. La falta de dirección de la Central Obrera
Boliviana, se deja sentir muy grandemente y la desorientación adquiere
caracteres de catástrofe. Parece que la única resistencia efectiva se ha
concentrado en las minas. Los bloqueos de caminos no han podido ser implementados
por la falta de coordinación entre los sindicatos agrarios. El corte de toda
comunicación ha rendido sus frutos. El repliegue es total, la derrota parece
ser muy profunda.
El jueves 24, aparece en la prensa
una entrevista concedida a una publicación chilena por el Gral. García Meza. El
dictador asegura que su "democracia inédita" durará 20 años,
añadiendo que todos los militares son amigos porque tienen la misma formación y
en ese sentido lo siente como un amigo al Presidente chileno Augusto Pinochet
con el cual le gustaría charlar alguna vez. Se insiste en los medios
clandestinos que la Junta Militar Argentina ha jugado un papel preponderante en
la consumación del golpe No. 190 en Bolivia. Algunos presos que han sido
puestos en libertad, manifiestan que en los lugares de reclusión están actuando
oficiales argentinos que ni siquiera se preocupan de ocultar su acento en
momentos de impartir órdenes a los soldados bolivianos. La sospecha tiende a
tomar cuerpo cuando se tiene en cuenta que pocas veces el militarismo boliviano
ha sido tan efectivo en el aplastamiento de la resistencia popular. El golpe a
la COB tiene marca extranjera, la utilización cínica de ambulancias también.
Los movimientos coordinados de fuerzas militares y para-militares expresan sentimientos
y criterios de fuerzas que no son nacionales aunque las cumplan elementos que
nacieron en suelo boliviano. La planificación, por lo menos, está en manos de
gente foránea. Se comprueba, una vez más, hasta donde es hipócrita y deshonesta
la prédica "nacionalista" que defiende a un ejército que, en los
hechos, se pone de lado de extranjeros contra su propio pueblo. Después
tendremos oportunidad de mostrar pruebas de esta injerencia abusiva del
militarismo argentino.
"
LA MASACRE DE CARACOLES. Fragmentos de
la carta de los mineros de Caracoles, 9 de agosto de 1980.
Señor
Monseñor Jorge Manrique La Paz. Reverendo Monseñor:
Le
hacemos llegar nuestros saludos en estos momentos de dolor y llanto. Hacemos
conocer a su persona lo sucedido en este centro minero para que por su
intermedio vengan a constatar los hechos de barbarie en esta, la +Cruz Roja
Internacional+ o alguna otra organización internacional de Derechos Humanos.
El
regimiento MAX TOLEDO de Viacha, una fracción del regimiento TARAPACA y el regimiento
CAMACHO de Oruro, atacaron CARACOLES con cañones, morteros, tanques y avionetas
de guerra, nuestros maridos se defendieron con piedras, palos y algunas cargas
de dinamita. Hasta el lunes en la tarde la mayor parte de los mineros fueron
exterminados y los sobrevivientes huyeron a los cerros y otros a las casas de
+Villa Cármen+. Las fuerzas del ejército los persiguieron ultimando a los
hombres en sus casas, a otros apresaron y los torturaron y a muchos les
atravesaron con bayonetas. También a los heridos los degollaron.
A un
minero en plena plaza le metieron dinamita en la boca y le hicieron volar en
pedazos.
Saquearon
las viviendas y cargaron a los +caimanes+ como ser televisores, máquinas,
radiotocadiscos, termos, camas, mercaderías de las tiendas, la agencia de
Manaco y Zamora, la pulpería etc. etc.
A los
niños les azotaron con cables y les hicieron comer pólvora. A los jovencitos
les hicieron echar sobre vidrio quebrado obligándonos a nosotros a pasar sobre
ellos, luego los soldados marcharon encima de ellos. Los del ejército parecían
fieras salvajes porque estaban drogados y no vacilaron en violamos y también a
las jovencitas y hasta niñas.
Sacrificaron
ovejas, gallinas, cerdos, etc., cargándoles a los caimanes.
El 5 de
agosto al amanecer han cargado a los muertos, heridos en tres caimanes rumbo a
La Paz. Hasta el día viernes siguieron traendo (sic) a los presos amarrados con
alambres. A las mujeres nos prohibieron recoger los muertos para darles
cristiana sepultura, diciéndonos:
+no hay
orden+ Recién el viernes nos dieron orden para buscar a los muertos, pero solo
encontramos sacones, pantalones, chompas, jarros, calzados, etc. empapados en
sangre, los muertos habían desaparecido. Algunos fueron hechados (sic) en una
fosa detrás del cementerio a los cuales no nos dejaron identificar.
Hay por
lo menos 900 desaparecidos no se sabe si están vivos o muertes. Adjuntamos
algunos nombres de desaparecidos, heridos, muertos y presos.
Muertos:
Olimpia de Sánchez, Francisco Coque, Rufino Apaza, Julio Guezo, Quintín Colque,
Ignacio Miranda, Pedro Choque, Rufino Chambi. Tres señoras que murieron con
hemorragia a causa de las violaciones.
Heridos: Martín Urquiole, Alberto Inca, Andrés Villca
(12 años) Jorge Choque.
Desaparecidos: Alejandro Miranda, David Salazar, Agustín
Chile (menor de edad), Antonio Inca, Monje Quispe, Pacífico Vargas, Alberto
Gonzales, Juan Mamani, Octavio Argolla, Genaro Zonco, José Gutiérrez, Juan
Charcas, Felix Flores, Florencio Mamani.
Presos
(Fueron vistos en el Estado Mayor).
José
Nina, Ponciano Nina, Daniel Marca, Valentín Lobo, Antonio Pérez, Dionicio
Laura, Desiderio Mamani, Pedro Mérida, Genaro Chipana, Luis Zegarra, Benancio
Pérez. (Despachados en avión rumbo a Puerto Rico, Pando) Ladislao Vargas, Pedro
Inca, Primo Limachi, Mario Luna.
Firman
: Madres y Esposas desesperadas de Caracoles.." (7).
Es este
un breve recuento del golpe Militar No. 200 de la triste Historia de Bolivia
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