martes, 5 de mayo de 2020

¿A QUIÉNES PERJUDICA Y A QUIÉNES BENEFICIA LA PANDEMIA DEL CORONAVIRUS? SEGUNDA PARTE

¿A QUIÉNES PERJUDICA Y A QUIÉNES BENEFICIA LA PANDEMIA DEL CORONAVIRUS?
SEGUNDA PARTE
Luis Alberto Echazú A.


En la primera entrega, analizamos desde el punto de vista económico, a quienes beneficia y a quienes perjudica la pandemia del coronavirus. Ahora nos detendremos en analizar el mismo tema, pero esta vez desde el punto de vista político.
El estado, en todos los países, pero especialmente en los países dependientes y pobres, es el más perjudicado, más aún si esta administrado por gobiernos antidemocráticos y golpistas que aplican las recetas fondomonetaristas y neoliberales con todo esmero y sin rubor alguno. Debe endeudarse, aceptando las leoninas condiciones del FMI y de otros organismos financieros multilaterales, países, bancos privados y lo que es peor aún, de los tenedores de bonos, los acertadamente denominados “buitres”.
Debe “socorrer” a los más necesitados con bonos y ayudas, con créditos no solo a éstos sino también a empresas chicas, medianas y sobre todo a las grandes. Retornan con mayor intensidad y volumen, los salvatajes financieros y los perdonazos como siempre a los grandes deudores, los pequeños deben cumplir sus obligaciones como manda la ley.
Ahora sí y para eso sirve el estado, pero no para fortalecer las empresas públicas, la salud y la educación pública, los bienes y servicios comunes, sino para el beneficio de las grandes empresas privadas, los bancos y a sus familias propietarias y usufructuarias ilegítimas del poder político.
Desde luego que los efectos se verán muy pronto y por un largo tiempo. Como siempre es el pueblo el que pagará las consecuencias. Inflación, desvalorización de la moneda, carestía y especulación, desocupación y pobreza crecientes.
Los gobiernos son los que aprovechan la emergencia sanitaria, aunque este aprovechamiento circunstancial puede tener consecuencias inesperadas.
El aislamiento social por las cuarentenas, impide reuniones, asambleas, foros, concentraciones y manifestaciones de descontento, incluso el relacionamiento familiar. Quienes se atreven a procurar trabajo y sustento son inmediatamente detenidos, juzgados y penalizados por doble partida. Las organizaciones sociales, sindicales y políticas están en los hechos proscritas, lo mismo que las libertades de opinión, expresión y difusión.
El control policíaco de la población llega hasta extremos inconcebibles, se persigue y encarcela por emitir en las redes, opiniones y posiciones políticas. Se acuña términos y léxico propio de un estado de guerra internacional, los “guerreros digitales”, “los subversivos”, “los bárbaros”. En típica práctica fascista se organiza y aplica el “patrullaje cibernético”, eufemismo para ocultar la represión más desenfrenada y el control privado de la comunicación.
El monopolio de la información permite la manipulación de datos sobre la pandemia. En su caso aumentar las cifras de contagio y de fallecimientos para intensificar el control de la población e intensificar el aislamiento y la cuarentena, extender ilegalmente la gestión desastrosa de un gobierno transitorio e ilegítimo en el caso boliviano. En caso contrario, disminuir las cifras, para mostrar el supuesto “éxito” en la gestión de la pandemia y la protección de la ciudadanía, para conseguir réditos políticos y electorales, es decir la información y las estadísticas del coronavirus de acuerdo a la conveniencia política del momento. Sin embargo, en ambos casos, los resultados pueden ser lo contrario de lo que se persigue.
La demagogia se luce por su irrespeto a la inteligencia ciudadana. La gestión es exitosa, pero todas las carencias y lo que no se hace o se lo hace mal y a destiempo, es culpa del anterior gobierno. Se critica y penaliza el uso indebido de bienes del estado, la corrupción, el nepotismo y el narcotráfico en el anterior gobierno, pero aún con la censura, no se puede ocultar que estos delitos están marcando récords en este gobierno, en el cortísimo tiempo de su gestión transitoria.
La transitoriedad expresada tan vehementemente hasta el llanto, por la autonombrada presidenta, se la borra de un plumazo, con la reiterada e ilegal prolongación del mandato y la irresponsable y mentirosa oferta de crear nada menos que 600.000 empleos, que lo único que logra es emparentarse en el ofrecimiento del gobierno Gonista, que a pesar de su nefasto paso por el gobierno, al menos llegó al poder por los mecanismos de la democracia burguesa.
El temor y la tensión que se ha provocado en el mundo entero, ante la posibilidad del contagio, mortal, es el arma que permite a los gobernantes imponer medidas inconsultas, arbitrarias y hasta insultantes, al insinuar que somos los individuos quienes seremos los responsables del éxito o el fracaso de la lucha contra la pandemia, deslindando las responsabilidades de los mandatarios. La profusa difusión embrutecedora acerca del cuidado personal y las medidas de higiene, contrastan con la falta de información sobre los centros de aislamiento, de atención y hospitalización a los contagiados, los centros para las pruebas, los elementos de protección para el personal de salud, para policías, militares, para vendedores de mercados, transportistas, personal de bancos, que debieran distribuirse gratuita y diariamente.
El miedo esta provocando reacciones unas veces de egoísmo y otras de solidaridad. En general quienes tienen condiciones económicas creen que se puede extender la cuarentena indefinidamente, “quedarse en casa” es hasta cómodo y descansado, cuando se tiene la despensa llena y el dinero para adquirir vía teléfono o internet todo lo que se necesita, distraerse con el cable y Netflix o relajarse y ejercicios en el jardín o en la piscina.
Esto no pueden hacerlo quienes viven al día y no tienen ni espacio ni comodidades en sus hogares. No salen a las calles por gusto, por irracionales o indisciplinados, lo hacen por necesidad extrema. La solidaridad y las ollas comunes son su estrategia.
En fin, vemos que hasta en una situación mundial tan grave como la actual, los gobiernos, los que más tienen, aprovechan la ocasión para mantener y extender su dominación, el poder y sus privilegios y profundizar las desigualdades, la pobreza y la opresión.

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