AUTONOMÍA UNIVERSITARIA: CIEN AÑOS DESPUÉS
En gran
parte del sistema universitario existe una dictadura docente que se apoya en
contubernio estudiantil.
América
Latina celebró el 15 de junio 100 años de la autonomía universitaria, y el 21
celebrará los 100 años del Manifiesto Liminar, más conocido como Manifiesto de
Córdoba. Este documento fue la base para fundar la autonomía universitaria
moderna, así como el gobierno paritario docente estudiantil, la producción de
conocimiento como tarea esencial, la formación de profesionales libres de
modelos ideológicos conservadores y, fundamentalmente, la concepción de la
universidad como un templo del conocimiento, en su investigación y su
realización.
Hoy en
día, este manifiesto es muy poco conocido entre las autoridades universitarias,
los docentes y estudiantes. Esto porque su contenido refleja el espíritu de una
universidad revolucionaria y creadora de conocimiento. Por ejemplo, entre otros
principios, señala que “las universidades han sido hasta aquí el refugio
secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura
de los inválidos y, lo que es peor aún, el lugar donde todas las formas de
tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara”.
El
párrafo anterior parece un diagnóstico realizado hace 100 años para anunciarnos
lo que está sucediendo hoy en día en Bolivia. La autonomía y el cogobierno son
los ejes centrales de la existencia institucional y del desarrollo gerencial
del sistema universitario del país. Tienen autonomía económica para administrar
el dinero que el Estado le asigna y autonomía política para el libre flujo de
las ideas políticas.
Sin
embargo, este esquema básico, cuyo cimiento contiene ideales revolucionarios,
ha sido manipulado groseramente, desvirtuado en sus fines y objetivos. Atrás ha
quedado la universidad popular, científica y antiimperialista de los años 70 y
80. Hoy el sistema universitario vive anclado en un modelo de sobrevivencia
donde la producción de conocimiento científico ya no es el núcleo paradigmático
de su existencia, sino el pretexto de su supervivencia institucional, en
beneficio de los docentes, del personal administrativo y, en un mínimo
porcentaje, de los estudiantes.
La
autonomía, el cogobierno y la libertad de cátedra (tres pilares que constituyen
la trípode resultante de la revolución de Córdoba para acabar con el
oscurantismo) cien años después constituyen hoy más bien la triada perversa
para la crisis general del sistema universitario. Bolivia, a no dudarlo, es el
único país del continente que tiene cogobierno paritario, ya ni Córdoba tiene
el molde original. Tiene un modelo de autonomía amplísimo inédito en la región
y la libertad de cátedra, que depende de quién está en la poltrona y cómo te
llevas con los docentes y la bancada estudiantil en los consejos de
carrera.Pero así y todo, la universidad boliviana ha logrado cumplir su encargo
social principal, dar educación a los que más lo necesitan, ampliar el mundo
profesional y, con ello, ayudar directamente al crecimiento de la clase media.
De hecho, desde el 2006 hasta el 2017, la población universitaria ha crecido en
promedio un 4,5%, frente al 1% del periodo neoliberal. Es decir que se tiene un aproximado de 500.000 estudiantes
en aula.
¿Y la
UPEA? Tiene muchos problemas, pero todos parten del modelo de elección de
autoridades, pues la fórmula “un voto estudiantil, un voto docente” en vez de
ayudar, ha invertido los datos de poder real de la autonomía y el cogobierno,
afectando directamente a la libertad de cátedra. Se puede decir que en gran
parte del sistema universitario estatal existe una dictadura docente que se
apoya en contubernio estudiantil, pero en la UPEA hay una dictadura estudiantil
con el contubernio docente.
La
Razón (Edición Impresa) / Idón Moisés Chivi Vargas
23:55 /
19 de junio de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario