21-05-17
EL GULAG DE STALIN
Empieza
a ser tediosamente habitual escuchar entre camaradas bromas y chascarrillos
acerca del gulag de Stalin. No solo resulta aburrido, sino que, además,
representan la caricaturización que los enemigos del socialismo han pretendido
hacer del camarada Stalin y de la Unión Soviética.
En el
Centenario de la Revolución de Octubre, y en el contexto de una profundización
irreversible de la crisis capitalista, los enemigos de clase redoblan sus
esfuerzos en la producción de calumnias contra la gloriosa gesta bolchevique.
Una gesta que los pueblos soviéticos, con el camarada Stalin a la cabeza,
supieron defender y consolidar ante las más duras adversidades.
Basta
de reproducir mitos burgueses. Dejemos de mitificar el gulag de Stalin y
hablemos, por ejemplo, del Sovjós y las cooperativas de Stalin, que dieron
dignidad, alimento y bienestar al campesinado y a la clase obrera. Hablemos de
la Constitución Soviética de Stalin, que otorgó amplios derechos y libertades
para las y los ciudadanos soviéticos. Hablemos de las escuelas públicas y
gratuitas de Stalin, que sacaron al pueblo del analfabetismo y sentaron las
bases del progreso científico y tecnológico. Hablemos de las clínicas y
hospitales públicos de Stalin, los primeros del mundo nacidos tras la
Revolución de Octubre, que proporcionaron atención médica gratuita y universal
para el pueblo. Hablemos de las centrales hidroeléctricas de Stalin, que proporcionaron
energía y luz para la industria y la población. Hablemos de la locomotora P-36
de Stalin y la red ferroviaria soviética, una de las más grandes del mundo, que
facilitó el transporte de mercancías y personas por todo el territorio
soviético. O hablemos, por supuesto, de los tanques T-34 de Stalin, que aplastaron a las
divisiones Panzer alemanas, liberando a Europa y al mundo de la amenaza del
fascismo. Hablemos, en definitiva, del extraordinario progreso que logró el
socialismo en términos de desarrollo económico y social. Ensalcemos la historia
que el enemigo, en esta batalla ideológica, quiere ocultar acerca de Stalin y
la Unión Soviética.
Y si
hemos de hablar del Gulag, (acrónimo de Dirección General de Campos de
Trabajo), hagámoslo para poner en su sitio a los calumniadores y desmontar el
relato burgués. El gulag no era el siniestro campo de exterminio y venganza que
la propaganda capitalista ha pretendido dibujar. Los campos de trabajo eran el
destino para los prisioneros con los delitos más graves, fueran o no
relacionados con actividades contrarevolucionarias, y por supuesto, el gulag no
era un patio de colegio, pero las condiciones de vida eran mucho más dignas que
las de los sistemas penitenciarios capitalistas. El sistema penitenciario soviético
se regía por un principio aplicado también a todas y todos los ciudadanos de la
Unión Soviética, y reflejado en la Constitución de 1936: "El que no
trabaja, no come", así como "De cada uno, según su capacidad". A
diferencia de otros sistemas penitenciarios de la época, (y actuales), donde
los prisioneros eran sometidos a extenuantes jornadas de trabajos forzados en
condiciones de esclavitud, en la Unión Soviética los prisioneros sí tenían
derechos, e incluso eran remunerados por su trabajo.
No hagamos
bandera de la caricatura burguesa del socialismo. Defendamos los logros y la
superioridad de la economía planificada socialista frente al caos capitalista.
No mitifiquemos el carácter represivo que, evidente y necesariamente, tiene
socialismo. La Dictadura del Proletariado responde a la necesidad de defender
la paz y la dignidad conquistada. Hagamos bandera de la justicia y el progreso,
no de la venganza y el castigo.
F. Pianiski
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