14-07-16
N. No. 391
“Minas, balas y gringos”. III
LA CUESTION DE LOS REHENES
Con motivo del apresamiento y tentativa
de asesinato de los líderes sindicales de Siglo XX y Catavi, Escobar y
Pimentel, cuando estos realizaban un viaje por carretera, tentativa que fracasó
con el saldo de un herido de bala, el Sindicato
procedió a la toma de rehenes en las personas de 4 funcionarios del Plan
Triangular que visitaban las minas. Los rehenes fueron incomunicados en el
Teatro de Siglo XX y su cuidado fue encomendado a las aguerridas ”Amas de Casa” de Siglo XX y
Catavi, encabezadas por la camarada Geroma de Romero.
Se había puesto en el núcleo del
conflicto a los intereses siempre espurios del imperialismo yanqui, al apresar
a sus funcionarios. Inmediatamente comenzaron las tratativas de los dos
gobiernos coaligados para atacar el campamento minero declarado “territorio libre”
por los trabajadores, incluyéndose la participación de fuerzas armadas
norteamericanas.
El interesante libro que comentamos nos
muestra hasta qué punto, el gobierno boliviano no era sino un simple peón
operador de los planes imperialistas en
América Latina y sobre todo en Bolivia. Los mensajes de ida y vuelta entre Washington
y La Paz, entre Kennedy o Johnson coparon prácticamente todo el tiempo de ambos
gobiernos.
Transcribimos los más importantes:
“El 6 de
diciembre (63) el Congreso (Colquiri), fue pospuesto y Martin funcionario de
USIS, partió a Catavi con sus tres colegas. Mientras tanto, cuando Escobar y
Pimentel se alejaban de Colquiri, agentes del Control Político de Paz
Estenssoro abrieron fuego sobre su
camión. El conductor fue herido y los dos líderes sindicales hechos
prisioneros por segunda vez desde 1961…”
(1)
“El secretario
adjunto Bundy explicaba que el comando Sur de EE UU en Panamá tenía un equipo
de 30 hombres de las Fuerzas Especiales Móviles, que podían estar listos en
seis horas, grupo que contaba con “especialistas de la precisa clase” que se
necesita en una operación de rescate de eso tipo…” (2)
Está claro que las intenciones del ataque
a bala en el camino de Colquiri era la eliminación física de los dos dirigentes
mineros. Como del ametrallamiento ambos resultaron ilesos, la solución fue
tomarlos presos. Esto naturalmente determinó la inmediata reacción de los
mineros que optaron la decisión de tomar presos a los cuatro norteamericanos a
la cabeza de Martín, como rehenes para lograr la libertad de sus dirigentes.
Las determinaciones del imperialismo
estaban dirigidas a lograr la libertad de los rehenes a toda costa, incluso de
un ataque frontal imperialista contra la mina de Siglo XX, y en ese intento
tenían la colaboración efectiva del Gobierno boliviano. Habían comenzado los
preparativos para el ataque. Al respecto:
“La variada
lista del presidente –la mayor parte de la cual recibió cordial respaldo del
grupo militar de EE UU en La Paz—incluía 200 cohetes, 36 morteros, 12 600
cartuchos de mortero, 5 mil granadas de mano, 2 mil granadas de gas
lacrimógeno, 16 fusiles de 75 mm, 500 rifles y carabinas M-1, 650 mil cartuchos
de munición, 3 mil abrigos de invierno, 3 mil pares de botas de combate, nueve
aviones con armas de fuego, un carro de asalto y un obus…” (3).
Frente a la inminencia del ataque militar
combinado del gobierno del MNR y el Imperialismo yanqui contra el campamento y
a fin de impedir una verdadera masacre, los dirigentes mineros aceptaron
escribir una carta rogando a las amas de casa y al sindicato para que pusieran
en libertad a los rehenes. De muy mala gana las amas de casa y los dirigentes
del sindicato, después de una asamblea general, efectivamente acordaron liberar
a los rehenes que salieron de Siglo XX, como alma que lleva el diablo.
La carta decía más o menos:
“Ante el
desplazamiento de fuerzas del ejército y queriendo evitar una masacre roja,
deponiendo toda actitud sectaria, pensando en el futuro de los trabajadores de
Siglo XX y Catavi, llamamos y rogamos a dar una lección a los “bárbaros”, poniendo en libertad
a los rehenes…” (4).
En realidad la crisis de los rehenes parecía
había concluido, empero el conflicto seguía, pues uno de los rehenes, Bernard
Rifkin, declaraba:
“La situación en
los campamentos mineros de Catavi y Siglo XX es terrible… A veces los
trabajadores no reciben más que cuatro dólares al mes en efectivo y el resto en
forma de alimentos básicos… Todo el enfoque de Estados Unidos para enfrentar
esto está equivocado.. Estoy asqueado y cansado de esta manera economicista de
ver las cosas… lo que el gobierno está tratando de hacer, ante la insistencia
de Estados Unidos, es romper el movimiento obrero tal como es ahora…Frente a
esto, cuando Pimentel y Escobar le dicen al gobierno que no despedirá a ninguno
de los trabajadores de las minas, los trabajadores se movilizan detrás de
ellos…” (5)
E igualmente otro ex-rehén, Tom Martín al comprobar que los dirigentes
mineros no fueron liberados en consonancia con su propia liberación, decía:
“Voy a volver a
entregarme como rehén de nuevo a mis amigos. Esos son mis amigos. Han sido
traicionados y no voy a ser parte de la traición. Según el relato, Henderson se
volvió hacia el agregado aéreo Fox y le preguntó:”Coronel, ¿tiene su 45?... Si
este hombre sale de la habitación, ¡dispárele”! (6)
Había concluido de la forma más infame el
asunto de los rehenes pero la resistencia continuaba incluso con más fuerza.
Todas las notas
corresponden al libro comentado.
1.
Pág. 164.
2.
Pág. 168.
3.
Pág. 174.
4.
Pág. 179.
5.
Pág. 183.
6.
Pág. 184.
PCmlm.
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