01-02-13
Nota de
Maoistasbolivianos.
Reproducimos este
importante artículo que concuerda con nuestra censura a esa “izquierda” miope
sobre todo europea y también latinoamericana que en verdad ya es una aliada de
la derecha mundial.
31-01-13
La izquierda y las viejas nuevas guerras
La
pupila insomne
En la izquierda nuestra hay cuestiones que
permiten separar el grano de la paja en lo que a las actitudes morales se
refiere. Cuba
tiene esa capacidad. Su Revolución y como nos relacionamos con ella hace caer
muchas máscaras entre los que prefieren la actitud “progre” de lo políticamente
correcto a la defensa del básico antiimperialismo.
Hoy,
la mayor de las Antillas comparte con Venezuela
y los países del ALBA
esa función tamizadora. Afortunadamente cada día está menos sola y parece que
va ganando la batalla contra la inquina del mayor Imperio global conocido.
Con
las nuevas guerras pasa lo mismo, asistimos a la fragmentación de la izquierda
mundial con gravísimas diferencias. Una parte de la gente de izquierda, mucha
buena gente, ha sucumbido al aplauso de las operaciones de cambio de gobierno
desarrolladas por actores imperiales y neocoloniales utilizando y parasitando
las legítimas aspiraciones de pueblos enteros.
Como
se demostró en la agresión que destruyó la República Federal de Yugoslavia,
no se pueden avalar intervenciones brutales que se enmascaran en la supuesta
defensa de los Derechos Humanos por parte de los que no los cumplen jamás y
cuyos pretextos, no pocas veces, son fabricados en operaciones de bandera
falsa.
Apoyar
aunque sea tácitamente el llamado “deber de injerencia” es no darse cuenta de
que se está ayudando a romper la arquitectura básica emanada de los procesos
descolonizadores, esa que dio carta de naturaleza al derecho de no intervención
en los asuntos internos de los estados soberanos.
Hace
10 años estaba claro, la izquierda al unísono y un importante número de la
población mundial nos manifestamos contra la agresión a Irak. No, no
defendíamos a Sadam, el antiguo títere que se usó como ariete contra Irán,
ese que hacía escala en Arabia Saudí para bombardear, ese que utilizaba la
tortura y la persecución,… NO, ninguno lo defendíamos.
Estábamos
contra el desmantelamiento de lo que quedaba de ese estado laico nacido del
panarabismo socialista que se alzó contra el colonialismo en toda la región.
Nos manifestábamos contra la destrucción de la sanidad pública, contra la
privatización de la industria del petróleo, contra los bombardeos que sabíamos
serían la puntilla de un embargo que había matado a cientos de miles de niñas y
niños iraquíes.
Por
eso no entiendo la comprensión de parte de la izquierda ante el uso de las
milicias integristas de la versión más reaccionaria del Islam, el de las
satrapías saudís y qatarís. A pesar de Gadafi, a pesar de Assad.
¿Dónde
están ahora los que pedían una intervención en Libia? Los que espolearon y
dieron pátina de moralidad a los bombardeos de antiguas potencias europeas con
sueño de renovada grandeur, esos cínicos gobernantes occidentales que lanzaban
a unos jóvenes contra otros como carne barata para el asador estratégico.
Ya
no oigo hablar de Libia,
ni de su desastre, ni de la vuelta al tribalismo, a la persecución, a los
reinos de taifas en lo que antes era un estado laico, sí, gobernado como un
cortijo, pero mejor que el caos de ahora donde siguen las torturas, las
ejecuciones, los bombardeos con armas químicas…
Es
lo mismo que pasó en Irak tras la invasión. Yo lo ví con mis propios ojos, en
2004, en 2005 y en 2008. Ví una sociedad destruida, con dificultades en el
acceso al agua potable, con cortes en la luz eléctrica, con mafias, con delincuencia,
con trata de blancas, ví la vuelta de enfermedades erradicadas como el cólera.
Escuché lo que me decían muchos iraquíes: que los invasores habían hecho bueno
a Saddam, que cualquier cosa era mejor que ese amenaza estadounidense, hoy
cumplida, de hacer retroceder al país cientos de años.
En
estos meses contemplo Siria con
horror. Rastreo en las “informaciones” convertidas en propaganda. En nuestro
lado, en nuestra prensa, esa que está de parte de los llamados rebeldes, que
“informa” basándose en fuentes que están en Londres y que no son verificables.
Del otro lado, busco a Sana, RT o TeleSur. Intento desgranar la realidad que se
nos escapa en medio de tantas operaciones psicológicas que son propias de
cualquier guerra.
Trato
de ver los vídeos del denominado Ejército Libre Sirio y me espeluzno. Es su
propio material y no dejo de ver a salafistas y a gentes del takfir. Los
aspirantes al califato islámico, perfectos peones usados para desestabilizar. A
veces veo también gente que parece estar luchando de buena fe, pero son los
menos y la verdad, no percibo que tengan el peso protagónico.
También
veo vídeos del Ejército Árabe Sirio, imágenes que se me hurtan en la inmensa
mayoría de los informativos. Veo las miserias bélicas, pero también soldados de
extracción popular combatiendo calle a calle y como son recibidos por miles en
barrios de diferentes ciudades. Y otra vez me digo, no es tan fácil.
Lo
que me sorprende es la inopia de algunos que parecen no ver la mano negra del
Golfo, de Turquía, de Francia,… en su batalla contra Irán y contra la
resistencia libanesa o en la pretensión
de cortar la salida al mar Mediterráneo de Rusia (sic). Todo, intereses
geopolíticos que sustituyeron hace tiempo cualquier aspiración popular.
Y tiemblo, no por
Assad, no por su cortijo de mierda, sino por el estado árabe laico donde
conviven distintas etnias y religiones, mal que bien, pero conviven. Y me viene
otra vez a la cabeza Irak, su desastre, la división confesional y sectaria de
un tablero desmembrado y desestabilizado, como le gustaba al Imperio Británico,
como le gusta a sus herederos.
Por
eso, no contéis conmigo. No quiero formar parte de la coartada supuestamente
humanitaria de las grandes potencias para decidir quien es el malvado de turno,
ni ser parte de esa izquierda que tolera
las nuevas formas de intervención del imperialismo, del viejo colonialismo de
siempre.
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