10-11-17
Int.
N.o 402
EL SEMINARIO DE LA VICEPRESIDENCIA SOBRE
LA REVOLUCIÓN RUSA
En
los predios de la Vicepresidencia del Estado, se ha realizado un Seminario
dedicado a las reflexiones sobre la Gran Revolución Socialista de Rusia.
Entre
los participantes, elegidos a dedo por la Vicepresidencia, se contaban
intelectuales internacionales como Emir Sader, Pablo Iglesias, el ruso Schelchkov,
el argentino Horacio Tarcus, y otros
nacionales como Gustavo Rodríguez y Magdalena
Cajías.
La
mayoría de las intervenciones desviaron lamentablemente el curso del debate
referido a la propia Revolución y sus consecuencias más importantes.
Algunos
de ellos como por ejemplo el ruso Schelchkov, se dedicó exclusivamente a
criticar al bolchevismo y a expresar su admiración por el movimiento eserista
de los nacionalistas revolucionarios que en realidad jugaron un papel
contrarrevolucionario.
Tarcus
nos habló largamente de los orígenes del Partido Comunista Argentino en sus
detalles más mínimos e intrascendentes
Otro
de los participantes fue Galia Domic que se limitó a leer el libro de su padre
Marcos Domic, jefe del PCB.
Por
su parte Gustavo Rodríguez ocupó su tiempo hablándonos del Ché Guevara y su
lucha en Ñancahuazú, incluyendo una entrevista a Mario Monje (1) una
verdadera desnaturalización de la esencia del debate.
Magdalena
Cajías nos habló de la Revolución Cubana como de naturaleza muy diferente a la
revolución bolchevique.
Por
nuestra parte, Nuestro Partido estuvo presente con una ponencia muy clara
dedicada a enaltecer la importancia histórica universal de la Revolución
Bolchevique bajo la dirección del camarada Vladimir Ilich Lenin y luego la
construcción socialista como la consecuencia más importante y relevante para la
historia universal que representa la consciencia revolucionaria de construir
una nueva sociedad, una sociedad socialista avanzada con los grandes planes
quinquenales, la colectivización de la agricultura, la industrialización
acelerada y la electrificación de todo el país.
Después
se recordó el gigantesco esfuerzo comunista bolchevique de derrotar en la más
sangrienta guerra de exterminio que provocó el hitlerismo genocida y la
victoria final después de Stalingrado.
Estos
elementos tan fundamentales estuvieron totalmente ausentes en los debates que
salían frecuentemente por “peteneras”.
Si comparamos las diversas intervenciones
podemos constatar que todas ellas, exceptuando la nuestra, desviaron
deliberadamente la esencia misma de la temática revolucionaria de Octubre.
Observaron la revolución como un fenómeno totalmente ajeno a sus propias
experiencias y en condición de analistas y comentadores “imparciales”.
Tocaron
puntos tan alejados que definitivamente rebajaron sustancialmente el debate
que, en nuestro concepto, debió tratar los grandes problemas que siguieron a la
construcción del nuevo poder, es decir, en la terminología tradicional, la toma
del poder político.
Se
hizo presente en forma muy nítida el conocido “Paradigma Totalitario” o “Modelo
orweliano”:
Eduardo
Nuñez nos decía:
“Transcurridos más de 50 años de la muerte de Josef
Vissarionóvich Dzhugashvili (Stalin), persiste el debate entre sus detractores
y defensores. ¿Por qué razón perdura en el tiempo esta polémica? Las razones
son obvias, se quiera o no, la imagen de Stalin está estrechamente ligada con
la primera experiencia (duradera en el tiempo) de un Estado Socialista. Stalin
fue el máximo dirigente del Partido Comunista (Bolchevique) y, por tanto, tuvo
un papel decisivo en la historia de la Unión Soviética a lo largo del período
1924-1953. Así pues, la causa de este eterno debate tiene su origen en la
necesidad de un balance histórico capaz de extraer lecciones de la primera
experiencia socialista de la historia, así como de su deterioro y colapso en 1991.
Este debate lejos de estar acabado –como les gustaría a los dogmáticos que se
quedaron en tesis y fórmulas simplistas del siglo pasado—podríamos decir que se
encuentra en sus orígenes…”
“Hoy las personas que tienen el coraje de defender
el socialismo soviético y a Stalin en su contexto histórico concreto son
tratados como nostálgicos y dogmáticos, son manejados con todo tipo de epítetos
hirientes, se les coloca en la esfera de los fieles seguidores del ser
diabólico, despiadado, inhumano y paranoico cuyo sistema totalitario perpetró
los crímenes más atroces y bárbaros que la mente humana pueda imaginar…” (2)
Es
éste, precisamente, el “Paradigma Totalitario” que en el Debate actual de la
Vicepresidencia tomo el camino simplista del silencio con respecto a Stalin y
su participación en la Revolución y sobre todo en su consecuencia principal, la
construcción socialista. Ya no se propalaron los epítetos a los que se refiere
Nuñez, se prefirió el silenciamiento digno del “Paradigma Totalitario”.
No
pudimos escuchar ni siquiera una sola vez la referencia a Stalin en las
intervenciones, pero sí, frecuentemente las referencias a Trotski y al
intelectualismo que dominó el debate.
Para
los defensores del “Modelo Orweliano”, debemos informarles que, en una encuesta
realizada últimamente en Rusia, los ciudadanos rusos pusieron a la figura el
recuerdo de José Stalin en primer lugar de las preferencias históricos rusas,
segundo fue Pushkin, tercero Putín y en cuarto lugar V.I. Lenin. Nadie se
acordó de Trotski y mucho menos de Jruschov en las manifestaciones de
recordación del Centenario, los mismos que quedaron y quedan en el basurero de
la historia.
En
resumen, podemos decir que el Seminario tuvo su importancia por el solo hecho
de tratar el tema, empero su propio desarrollo tuvo falencias propias de la
militancia de los participantes en el “Paradigma Totalitario” o el “Modelo
Orweliano”.
Notas.
1. La referencia a una entrevista a Mario Monje de
parte de Gustavo Rodríguez, nos parece una verdadera aberración introducir a una
figura tan mediocre y oscura, en un debate tan importante.
2. Nuñez, Eduardo. “Stalin: Modelo Orweliano o
Paradigma Totalitario”. Contribución a la polémica entre Celia Hart, Israel
Shamir y Oscar Egido.
PCmlm.
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