miércoles, 15 de marzo de 2017

PRÓLOGO A “CRITICA DEL NACIONALISMO”

13-03-17
N. No. 428

PRÓLOGO A “CRITICA DEL NACIONALISMO”


No cabe duda que la historia de los pueblos la escriben las clases dominantes, en una palabra sus representantes intelectuales y es así que innumerablemente repetidos algunos juicios pasan a construir "la historia". Nacen pues de este modo, las corrientes histográficas que pasan a ser verdaderas tendencias de análisis e interpretaciones históricas.

Pensamos que es éste, precisamente, el carácter de la obra de Don Carlos Montenegro, fundador del nacionalismo boliviano y conocido intelectual de la llamada generación del Chaco.

Su obra principal: "Nacionalismo y Coloniaje", ha inspirado una serie de libros que, bajo su influjo, han revisado la vieja interpretación de los Arguedas, los René-Moreno y otros. En consecuencia son estas dos posiciones las que se disputan actualmente la hegemonía en el conocimiento y análisis de nuestra historia.

Es difícil remontar lo constituido en el plano de las ideas, sin embargo, es evidente, como lo sostenemos en algunos trabajos a este respecto, que ambas tienen serias limitaciones y profundas contradicciones que nadie ha tenido el valor civil de poner en evidencia a pesar de su flagrancia.

Es tiempo pues de abrir la polémica en torno a nuestro dramático pasado que no es tan simple como lo presenta don Carlos Montenegro.

Aunque es cierto que uno de los elementos sustanciales fue, es y será la lucha de la "nación" (el pueblo, para nosotros), contra todas las formas de la dominación extranjera, empero cuando se oscurece dicha contradicción y se la remite al plano subjetivo de simpatías y antipatías pierde todo su carácter científico apareciendo contradicciones insalvables que desmerecen las pocas claridades obtenidas.

La corriente montenegrina, de esta manera, siguió su curso en la llamada tendencia revisionista de la historia que se empeña en rescatar algunos "colonialistas" para la línea "nacionalista" y viceversa.

Es cierto también que reclamar el análisis de los intereses de clase es ingenuo tratándose de un escritor nacionalista que sin ignorar el mismo lo coloca en un plano secundario.  Actualmente se sostiene que dicho análisis es obsoleto y no corresponde a las nuevas complejidades de lo social. No suscribimos esos criterios y como es imposible negar la ley de la gravedad terrestre, tampoco es posible ignorar las contradicciones de clase, so pena de damos de narices una y otra vez con su realidad inmediata.

Una de las características del nacionalismo ha sido siempre ocultar las contradicciones internas utilizando la demagogia en el uso del bloque conceptual de "nación" cuando en realidad se trata de la clase dominante. Pareciera que nuestro punto de vista trata de negar la contraposición de Montenegro frente a los Arguedas, Moreno y otros, sin embargo no es así, en realidad la tendencia liberal-positivista representó intereses oligárquicos sobre todo del siglo pasado, en tanto que la "nueva" dirección histórica nacionalista representa los intereses de una nueva burguesía que cuestionaba la hegemonía de los barones del estaño y que anhelaba sustituirlos. Es esa la verdadera confrontación de esas líneas de pensamiento, por lo menos desde nuestro punto de vista.

A cien años de aquellos acontecimientos planteados por Montenegro, la lucha parece repetirse con muy pequeños cambios. Nuevas élites, dando razón a Pareto, disputan el poder de las gobernantes y dominantes mientras las clases oprimidas creen estar representadas en esas disputas, cuando en realidad no son sino simples instrumentos de los mezquinos intereses de fracción.

El estudio que presentamos tiene, ante todo, esa virtud, pues trata de colocar los problemas en el sitial que les corresponde en un esfuerzo de desmitificar la política, la historia y la lucha social. Vuelve a aparecer, como apareció muy pocas veces en el análisis histórico, el verdadero actor y personaje del acontecer social, el que jugó el papel protagonista y que realizó todos los sacrificios, pero que siempre fue preterido en el momento de la victoria de sus propios afanes.

El trabajo del Ing. Luís Alberto Echazú, es un minucioso examen de las ideas manejadas por Montenegro y otros representantes de la tendencia. En medio del "rescate" del que hablábamos, vemos que poco a poco van desapareciendo todos los epígonos de la "colonia", hasta quedar reducidos a unos cuantos "doctores" a los cuales parece tener especial antipatía el autor nacionalista.

Todos los esfuerzos teóricos que se hagan en el propósito honesto, leal y valiente de decir la verdad desgarrando el velo de la distorsión histórica, serán bienvenidos y entre ellos destaca en letras en molde la "CRITICA DEL NACIONALISMO" que pretende reabrir la polémica pero que seguramente no será respondido ya que una de las más poderosas armas que tiene la ideología dominante y el discurso hegemónico es justamente el silencio cuando no existen argumentos para destruir el razonamiento del contrario.

Últimamente se ha hecho público un sensacional libro titulado “Minas, balas y gringos” del autor norteamericano Thomas C. Field Jr, que analizando científica y documentalmente el período 1960 a 1964, demuestra sin lugar alguna de duda el carácter del llamado “nacionalismo de izquierda” de todos los autores seguidores de Montenegro, como Paz Estenssoro, Bedregal, Almaraz, Céspedes, etc. Carácter éste que corresponde abiertamente a un servilismo lacayuno inocultable de la tendencia y sus auspiciadores con respecto al imperialismo (la Colonia en el lenguaje montenegrino), en el período de aplicación del Plan Triangular de desnacionalización de las minas.
                                                              
De lo que se trata es pues, de crear una verdadera corriente historiográfica marxista completamente crítica de las dos tendencias referidas: la oligárquica y la nacionalista de “izquierda” que, desenmascarando el pasado, pueda comprender el presente.

Saludamos la publicación del presente trabajo y lo recomendamos ante todo a las generaciones nuevas de estudiantes y trabajadores que no deben caer en la trampa de olvidar el pasado o tergiversarlo, porque quienes no conocen su propio pasado están condenados a repetirlo indefinidamente.

Dr. Jorge Echazú Alvarado


CATEDRÁTICO UNIVERSITARIO

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