13-03-17
N.
No. 428
PRÓLOGO A “CRITICA DEL NACIONALISMO”
No cabe duda que la historia de los
pueblos la escriben las clases dominantes, en una palabra sus representantes
intelectuales y es así que innumerablemente repetidos algunos juicios pasan a construir
"la historia". Nacen pues de este modo, las corrientes histográficas
que pasan a ser verdaderas tendencias de análisis e interpretaciones
históricas.
Pensamos que es éste, precisamente,
el carácter de la obra de Don Carlos Montenegro, fundador del nacionalismo
boliviano y conocido intelectual de la llamada generación del Chaco.
Su obra
principal: "Nacionalismo y Coloniaje", ha inspirado una serie de
libros que, bajo su influjo, han revisado la vieja interpretación de los
Arguedas, los René-Moreno y otros. En consecuencia son estas dos posiciones las
que se disputan actualmente la hegemonía en el conocimiento y análisis de
nuestra historia.
Es
difícil remontar lo constituido en el plano de las ideas, sin embargo, es
evidente, como lo sostenemos en algunos trabajos a este respecto, que ambas
tienen serias limitaciones y profundas contradicciones que nadie ha tenido el
valor civil de poner en evidencia a pesar de su flagrancia.
Es tiempo
pues de abrir la polémica en torno a nuestro dramático pasado que no es tan
simple como lo presenta don Carlos Montenegro.
Aunque es cierto que uno de los elementos sustanciales fue, es y será la lucha de la "nación" (el pueblo, para nosotros), contra todas las formas de la dominación extranjera, empero cuando se oscurece dicha contradicción y se la remite al plano subjetivo de simpatías y antipatías pierde todo su carácter científico apareciendo contradicciones insalvables que desmerecen las pocas claridades obtenidas.
La
corriente montenegrina, de esta manera, siguió su curso en la llamada tendencia
revisionista de la historia que se empeña en rescatar algunos
"colonialistas" para la línea "nacionalista" y viceversa.
Es cierto
también que reclamar el análisis de los intereses de clase es ingenuo
tratándose de un escritor nacionalista que sin ignorar el mismo lo coloca en un
plano secundario. Actualmente se
sostiene que dicho análisis es obsoleto y no corresponde a las nuevas
complejidades de lo social. No suscribimos esos criterios y como es imposible
negar la ley de la gravedad terrestre, tampoco es posible ignorar las
contradicciones de clase, so pena de damos de narices una y otra vez con su
realidad inmediata.
Una de
las características del nacionalismo ha sido siempre ocultar las
contradicciones internas utilizando la demagogia en el uso del bloque
conceptual de "nación" cuando en realidad se trata de la clase
dominante. Pareciera que nuestro punto de vista trata de negar la
contraposición de Montenegro frente a los Arguedas, Moreno y otros, sin embargo
no es así, en realidad la tendencia liberal-positivista representó intereses
oligárquicos sobre todo del siglo pasado, en tanto que la "nueva"
dirección histórica nacionalista representa los intereses de una nueva
burguesía que cuestionaba la hegemonía de los barones del estaño y que anhelaba
sustituirlos. Es esa la verdadera confrontación de esas líneas de pensamiento,
por lo menos desde nuestro punto de vista.
A cien
años de aquellos acontecimientos planteados por Montenegro, la lucha parece
repetirse con muy pequeños cambios. Nuevas élites, dando razón a Pareto,
disputan el poder de las gobernantes y dominantes mientras las clases oprimidas
creen estar representadas en esas disputas, cuando en realidad no son sino
simples instrumentos de los mezquinos intereses de fracción.
El
estudio que presentamos tiene, ante todo, esa virtud, pues trata de colocar los
problemas en el sitial que les corresponde en un esfuerzo de desmitificar la
política, la historia y la lucha social. Vuelve a aparecer, como apareció muy
pocas veces en el análisis histórico, el verdadero actor y personaje del
acontecer social, el que jugó el papel protagonista y que realizó todos los
sacrificios, pero que siempre fue preterido en el momento de la victoria de sus
propios afanes.
El
trabajo del Ing. Luís Alberto Echazú, es un minucioso examen de las ideas
manejadas por Montenegro y otros representantes de la tendencia. En medio del
"rescate" del que hablábamos, vemos que poco a poco van
desapareciendo todos los epígonos de la "colonia", hasta quedar
reducidos a unos cuantos "doctores" a los cuales parece tener
especial antipatía el autor nacionalista.
Todos los
esfuerzos teóricos que se hagan en el propósito honesto, leal y valiente de
decir la verdad desgarrando el velo de la distorsión histórica, serán
bienvenidos y entre ellos destaca en letras en molde la "CRITICA DEL
NACIONALISMO" que pretende reabrir la polémica pero que seguramente no
será respondido ya que una de las más poderosas armas que tiene la ideología
dominante y el discurso hegemónico es justamente el silencio cuando no existen
argumentos para destruir el razonamiento del contrario.
Últimamente
se ha hecho público un sensacional libro titulado “Minas, balas y gringos” del
autor norteamericano Thomas C. Field Jr, que analizando científica y
documentalmente el período 1960 a 1964, demuestra sin lugar alguna de duda el
carácter del llamado “nacionalismo de izquierda” de todos los autores
seguidores de Montenegro, como Paz Estenssoro, Bedregal, Almaraz, Céspedes, etc.
Carácter éste que corresponde abiertamente a un servilismo lacayuno inocultable
de la tendencia y sus auspiciadores con respecto al imperialismo (la Colonia en
el lenguaje montenegrino), en el período de aplicación del Plan Triangular de
desnacionalización de las minas.
De lo que
se trata es pues, de crear una verdadera corriente historiográfica marxista
completamente crítica de las dos tendencias referidas: la oligárquica y la
nacionalista de “izquierda” que, desenmascarando el pasado, pueda comprender el
presente.
Saludamos
la publicación del presente trabajo y lo recomendamos ante todo a las
generaciones nuevas de estudiantes y trabajadores que no deben caer en la
trampa de olvidar el pasado o tergiversarlo, porque quienes no conocen su
propio pasado están condenados a repetirlo indefinidamente.
Dr. Jorge
Echazú Alvarado
CATEDRÁTICO UNIVERSITARIO
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