17-07-14
N. No. 298.
CANDIDATOS
A propósito de
los trajines y avatares que estarán atravesando los responsables de elaborar
las listas para candidatos que vayan a representar a los diferentes partidos
políticos que terciarán en las elecciones del próximo octubre.
Nos imaginamos
que recurrirán a los métodos científicos (estadísticas, censos, encuestas y
otros), a la experiencia o en último caso al mínimo sentido común para llegar a
feliz término en las tan preciadas listas de candidatos (cada uno de estos a su
vez propondrá y prometerá salvar a Bolivia y dejar sus mejores esfuerzos al
servicio de su querida Patria).
Para nosotros
los que estamos afiliados al Proceso de Cambio desde sus inicios, o sea por lo
menos desde la resistencia a las dictaduras que asolaron nuestra Abya Yala,
estos procesos eleccionarios los conocemos muy bien, podemos recordar sin ir
muy lejos, la época del fin de la septenio banzerista en donde después de
muchos años de proscripción la ciudadanía tuvo oportunidad de votar por
su presidente pero también por asambleístas nacionales.
No nos
olvidamos de aquellos militantes de un partido de izquierda que proponían
aliarse con la derecha con el objetivo de asimilarlos, el resultado fue al
revés. Luego en la época de la recuperación de la democracia asistimos a varios
de estos procesos eleccionarios. No nos olvidamos de los ríos de sangre que tan
entusiastamente cruzaron los militantes de una tienda política al momento
afortunadamente desaparecida. Nuestra ilusión al votar por una alternativa de
izquierda pasaba siempre por elegir a representantes revolucionarios
comprometidos con el Proceso de cambio. De esta manera que vimos en el
Parlamento a brillantes diputados como es el caso del compañero Marcelo
Quiroga Santa Cruz entre otros de similar talla.
Pero también
tuvimos dentro de los partidos de izquierda de esa época otros que no vale la
pena nombrarlos ya que sólo llegaron por alguna clase de prebenda y por la
corrupción de los dirigentes encargados de elegir a estos nuestros
representantes. Fue la época también de buscar alternativas de representación
indígena y de las mujeres fue así que ya en esos parlamentos se vio el poncho,
la ojota, los vestidos y las polleras.
Pero fue a
partir de la llegada del presidente Evo que este proceso eleccionario se
consolidó a partir de una democracia casi total en cuanto a participación de
los excluidos. Entonces nosotros (los afiliados al Proceso de Cambio) nos
empezamos a ilusionar (nuevamente) creyendo que a través de procesos
eleccionarios se podría llegar poco a poco a transformar revolucionariamente la
sociedad actual. Aunque no en su totalidad, los representantes a parlamentarios
en un principio eran genuinos representantes del bloque revolucionario que se
conformó para combatir y derrotar al neoliberalismo, es decir de obreros,
indígenas, campesinos, afro bolivianos, intelectuales de clase media, todos
impregnados por el nuevo aire, anti-neoliberal, anti-imperialista, anti-colonial
y por la recuperación de nuestra patria.
Por todo ello
nosotros (los afiliados al Proceso de Cambio) estamos seguros de que los que
tienen en sus espaldas la difícil labor de elaborar listas de candidatos
respetarán la lucha de los mártires por la democracia, por los mártires de la
guerra del agua, de la guerra del gas y otras luchas del pueblo a la hora de
elegir a nuestros candidatos y seguros estamos de que el criterio
revolucionario primará en la elección final.
De lo contrario
estaríamos atravesando el triste camino de todos los partidos de izquierda que
renunciaron al Cambio y se apegaron a la corriente que los sociólogos llaman populismo que en nuestra
América empezaron en la izquierda y terminaron en los brazos de la derecha y el
imperialismo. Estos responsables de elaborar tales listas deben entender que
las elecciones son parte del camino a la revolución, no es la revolución
misma, por lo tanto una victoria electoral políticamente puede ser simplemente
circunstancial si no elegimos representantes capaces de llevar a buen
puerto nuestras premisas revolucionarias, y en un futuro cercano puede
conducirnos a una derrota catastrófica del propio Proceso de Cambio que importa
mucho más que un acto eleccionario.
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