lunes, 31 de octubre de 2011

La semana sangrienta de 1979

        1ºal 07 de noviembre de 1979
        LA SEMANA SANGRIENTA

 El gobierno constitucional interino de Walter Guerava Arce no pudo cumplir tres meses en el poder. El 1º. de noviembre a las primeras horas de la mañana, quince tanques Sherman y cuarenta tanquetas obsoletas para una guerra internacional, destrozando la carísima autopista de La Paz-El Alto, convergían hacia el Palacio Quemado consumando el 188avo Golpe Militar de Estado de la atormentada vida republicana boliviana.

«Alguien ha definido al golpe del 1º de Noviembre como “el monstruo de dos cabezas. En efecto el golpe (algo original en su genero) fue “cívico-militar”, con el Dr. Guillermo Bedregal como turiferario mayor… Dos líneas ideológicas contradictorias pretenden explicar el golpe por razones totalmente opuestas. En las actuaciones del Coronel Natusch  se nota la presencia de ideas banzeristas marcadas por una línea cerradamente anti-comunistas…La otra tendencia ideológica es “bedregalista”....Un lenguaje decimonónico, de corte vetusto y rebuscado, que trata de esconder con su verbalismo de avanzada actitudes y objetivos profundamente reaccionarios…» (1)

 
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El pueblo no salía de su asombro y un tanto burlonamente observaba el desplazamiento de los tanques que todavía no habían abierto fuego y trataban de someter a la población con un alarde de potencia y un despliegue de fuerzas listas al combate. La maniobra fracasó totalmente y los tanques eran rodeados por niños curiosos que introducían sus manitas en los resquicios de las máquinas de hierro. Nadie temía ni a los tanques ni a sus arrogantes conductores.

Trascribimos una interesante cita del informe de la Asamblea de Derechos Humanos que nos sirve de fuente principal para interpretar los entretelones del Golpe:

"Pero Bedregal no estaba solo. Una recua de letrados "buscapegas" le seguía desde lejos, "aguardando prudentemente el desenlace de los acontecimientos". Es paradójico y desconcertante el reconocer que la mayoría de estos "doctores" eran miembros del Congreso. Según la confesión de uno de ellos (Willy Sandoval Morón), los conjurados políticos como el MNR-H de Paz Estenssoro, el partido "comunista", "marxista-leninista" de Oscar Zamora, el Partido Comunista (línea moscovita) de Kolle Cueto, altos dirigentes del MNR-I, además del Barrientismo, el Banzerismo y otros grupos menores, se vieron envueltos en el marasmo golpista, encandilados únicamente por las prebendas que otorga el poder ... El golpe de Natusch ha sido como la radiografía en la que hemos podido ver hasta qué limites insospechados llega el cáncer de la corrupción que corroe las entrañas mismas de la Patria...»  (2)

Pasaban las horas y se hacía evidente que el militarismo no estaba jugando a la guerra. Se ocupó militarmente el Palacio de Gobierno y se emplazó una veintena de tanques que apuntaban sus cañones al recinto parlamentario Por la radioemisora estatal  "Illimani" se escuchó, por fin, la voz de los subversivos.

El nuevo régimen golpista, rechazado unánimemente por el pueblo y sus organizaciones representativas, intentaba vanamente aparecer ante la opinión pública como un régimen de «izquierda nacional» dictando apresuradamente decreto tras decreto de halago a las organizaciones sindicales, de respeto al parlamento y a la Universidad Autónoma.

El Coronel Alberto Natusch Busch es el nuevo inquilino indeseable del Palacio Quemado y representa al sector más reaccionario de las Fuerzas Armadas de la Seguridad Nacional.  Ex-ministro de Asuntos Campesinos de Bánzer, está seriamente comprometido en la masacre de Tocata y Epizana y además, ha sido repetidamente acusado de organizar conatos subversivos contra el gobierno constitucional de Guevara. Como de costumbre, Natusch, siguiendo con brillo la tradición más cara al militarismo, niega categóricamente las sindicaciones. Días después, para demostrar su inocencia, asesta el 188avo golpe militar de la historia nacional.

«Eran las 2.30 del día 1º de noviembre. Festividad de Todos los Santos. Una imponente columna de tanques, blindados ligeros y de enormes camiones llegaron hasta la Plaza Murillo, corazón de la ciudad. ¡Se estaba gestando una puñalada a la naciente democracia boliviana!....La reacción popular no se dejó esperar. La Central Obrera Boliviana ya había previsto, con varios días de anticipación, la declaratoria de “huelga general”… y la lucha se planteó en esos términos: paro general contra tanques y ametralladoras; barricadas de adoquines contra aviones de combate¡¡

El paro de labores se cumplió total y disciplinadamente….Fue el arma que en manos del pueblo venció la arrogancia de los tanques y la pirotecnia de las ametralladoras y de las M-16…..El sábado 3 el gobierno de Natusch pierde la paciencia y lanza una serie de decretos represivos y sus primeras medidas contra la Central Obrera Boliviana…. La lucha contra las unidades blindadas del ejército se intensifica y desde el centro de la ciudad los enfrentamientos se desplazan hasta los barrios marginales….El ejército se siente impotente frente a la temeridad de un pueblo que desafía la muerte….» (3)

La primera respuesta al golpe es el Paro General y Nacional decretado por la Central Obrera Boliviana que paraliza por completo el país íntegro durante 24 horas. Cumplidas las mismas, el paro se prolonga por otras 24 horas y así sucesivamente. Los golpistas nerviosamente patrullan las ciudades mostrando cada vez más agresivamente su armamento mortífero, pero, al mismo tiempo, balbucean, por intermedio de Guillermo Bedregal, una monserga populista de baja calidad.

El golpe militar había cumplido su tercer día y la resistencia nacional crecía como reguero de pólvora. Las barricadas levantadas acá y allá por el pueblo, obstaculizaban totalmente el tránsito no obstante su precariedad.

Eran más o menos las 22 horas del sábado 3 de noviembre. Unos minutos antes, un traquetear de orugas anunciaba la bajada de los mecanizados desde su base de El Alto ante el anuncio de la disposición de Natusch de hacer entrega del mando de la Nación al parlamento. Por lo menos esos eran los rumores. Se decía que algunas unidades militares habían expresado su oposición a tal determinación y se preveía un encuentro entre las fracciones contrapuestas. Nada de eso ocurrió confirmándose aquel dicho popular: "entre hienas no se muerden".

La ciudad abierta y silenciosa esperaba atentamente el desarrollo de los acontecimientos. De las zonas altas de la ciudad donde se habían retirado algunos grupos pretendiendo organizar cierto tipo de resistencia, se escuchaban ruidos sordos y persistentes desde la zona céntrica de la ciudad. De pronto, al tratar de indagarse el origen de los ruidos, se pudo advertir que, como en un sueño o en un cuento, verdaderos hormigueros se habían decidido a construir barricadas para detener a los tanques. Jóvenes de ambos sexos niños, ancianos, como en una verdadera comuna popular habían ocupado las principales arterias céntricas y levantaban diligentemente reparos con todos los elementos de que podían disponer; piedras, palos cables, adoquines, etc. La avenida Santa Cruz completamente iluminada, presentaba un aspecto impresionante y conmovedor, parecía que la gente deseaba contener los blindados con sus manos. Al pasar los transeúntes eran invitados cordial pero enérgicamente a sumarse a la actividad, la mayor parte de ellos accedía y tímidamente comenzaba a mover una piedra o sostener un palo. Las barricadas eran muy débiles para frenar la marcha de cualquier motorizado, pero qué enorme fortaleza humana estaba presente en el trabajo, qué inmensa y sublime era la disposición de los bolivianos para parar la agresión Las actitudes y los rostros mostraban una determinación que muy pronto tendrían oportunidad de comprobar los militares golpistas.

Desde muy lejos, cerca de las 24 horas, se podía escuchar nítidamente la continuación de los trabajos en toda la zona central de la ciudad. Más tarde, al amanecer del domingo 4, el avance de los tanques con sus cañones y ametralladoras enfilados contra las barricadas y sus defensores desarmados, se abría paso a sangre y fuego. Decenas de muertos y heridos serían recogidos en la mañana del domingo como saldo de la singular batalla ganada por el ejército de la "Seguridad Nacional".

Era el comienzo de la guerra de las barricadas...

La ciudad de La Paz es una ciudad increíble. Como un nido de cóndores se emplaza en una hondonada irregular de las altas montañas andinas.  La zona residencial se extiende junto al río Choqueyapu que ocupa toda la región sudeste, en tanto que las zonas populares y las llamadas villas rodean el centro colgándose por las laderas empinadas de los cerros.  La Paz en 1979 es un verdadero polvorín social y la conciencia sobre la necesidad de cambios ha alcanzado niveles francamente revolucionarios. El cinturón rojo que como un anillo de hierro rodea la ciudad dirá muy pronto su última palabra.

Armados con piedras y palos los combatientes populares ocupan todas las arterias de la ciudad. Las barricadas se construyen con todos los medios disponibles y es firme la resolución de provocar la caída de Natusch que desde el l°. de noviembre no ha abandonado ni por un instante el Palacio Quemado convirtiéndolo en una verdadera pocilga como acantonamiento de tropa.

Las órdenes impartidas por los golpistas civiles y militares es terminante: hay que limpiar la ciudad de "extremistas" y "francotiradores". En realidad no existen francotiradores, la población insurreccionada responde con sus manos desnudas la agresión del fascismo militar y sus "armas" principales son el insulto, la pedrada y el puño cerrado en alto.

Lentamente los tanques y tanquetas enfilan su marcha hacia las zonas populares donde la resistencia se ha tornado incluso más obstinada. Ante la arremetida de los blindados ceden las frágiles barricadas, pero inmediatamente se construyen nuevas aunque el costo en vidas es elevado. Aviones de la Fuerza Aérea y helicópteros artillados siembran la confusión y la muerte, pero la resistencia, lejos de amainar, tiende a aumentar.

Jamás en la historia de Bolivia se trabó un combate más desigual. En el pasado aparecían siempre, aunque escasamente, los viejos fusiles mauser y algunas carabinas, cartuchos de dinamita o revólveres de liviano calibre con los que se hacía frente al ejército masacrador y consiguientemente, se libraban combates, como en agosto-1971. Noviembre-79, tiene nuevas escenas: los tanques tienen ante sí literalmente un pueblo completamente desarmado, pero que no cede un milímetro en la defensa de sus barricadas.

En la zona de El Alto se resiste sin vacilación. Un tanque que sube por la autopista apunta su cañón contra un grupo de barricadistas y dispara a sangre fría. Decenas de cuerpos sin vida de muchachos quedan tendidos en la tierra árida de la planicie. El blindado huye rechazado solamente por los insultos y las piedras que lanzan los pobladores.

Aviones de la Fuerza Aérea boliviana y algunos helicópteros artillados siembran la confusión y la muerte con sus vuelos rasantes sobre la multitud que lejos de atemorizarse, redobla su decisión de lucha. Un helicóptero fletado por el ejército de la compañía americana "Grover" que construye un camino en el norte de La Paz, se convierte en el peor asesino de las jornadas sangrientas y era comandado por los capitanes Jofre y Palenque, ensañándose con la población de los barrios marginales de la ciudad. Cualquier grupo de personas, así sean éstas simples curiosas resultaba blanco perfecto para la unidad aérea mercenaria. Con un odio indescriptible observaba el pueblo de La Paz las circunvoluciones del helicóptero maldito.

Villa Victoria, Munaypata, Villa Fátima resisten con más heroísmo que Stalingrado o las Termópilas porque en la joven Unión Soviética o en la vieja Esparta los defensores, superados en número o recursos tienen por lo menos algún armamento para la defensa. En cambio los barrios populares paceños aquel noviembre sangriento, combaten completamente desarmados.

Los tanques tienen ante sí literalmente todo un pueblo y además completamente desarmado, pero que no cede ni un milímetro y responde incluso con gestos e insultos las salvas criminales que lanzan las máquinas de fuego.

La estrategia popular de levantar barricadas fue totalmente espontánea. Surgió como una necesidad imperiosa de las masas de expresar activamente su disposición de lucha, su repudio, su profundo odio a los opresores. Por ello mismo, los verdaderos revolucionarios consideraron su deber seguir y acatar las determinaciones de las masas y se dedicaron inmediatamente a la construcción de parapetos de piedras.

Las direcciones reformistas que controlan la mayoría del Comité Ejecutivo de la COB y otros reformistas, se volcaron rabiosamente contra la consigna popular de levantar barricadas (entre ellos identificamos a Filemón Escóbar). Agresivamente atacaron a los barricadistas llamándolos "provocadores", "aventureros" y otros adjetivos bastante conocidos. Naturalmente estos conciliadores fueron inmediatamente rechazados por las masas que continuaron febrilmente construyendo barricadas que después triunfarían ampliamente.

Cuando terminó la semana sangrienta con el triunfo popular, los primeros en aclamar las "barricadas de la libertad" fueron precisamente aquellos que las habían combatido y difamado, aquellos que pretendían que el pueblo no se defienda y acepte las cosas tal como estaban y a los usurpadores como dueños del gobierno. Más adelante analizaremos las razones que tuvieron esos políticos para actuar de ésa manera oponiéndose resueltamente al criterio popular de echar a los golpistas del poder.

Empero la resistencia continúa no obstante los enormes sacrificios que debe soportar la población con la falta de alimentos y otros elementos necesarios para el diario vivir...

En realidad las barricadas a partir del domingo en la mañana, han paralizado por completo la ciudad. La huelga general se prolonga el lunes, por otras 48 horas y se diluyen las esperanzas del gobierno golpista de ganar la batalla por hambre y por cansancio.

El lunes 5, el martes 6 y el miércoles 7, son días de una verdadera guerra social. Los inéditos enfrentamientos han deteriorado por completo los planes de los golpistas que ahora no saben cómo salir del aprieto. Natusch desesperado y con voz aguardentosa anuncia su capitulación: entregará el poder al Congreso Nacional proponiendo, al mismo tiempo, la constitución de un triunvirato con su participación en el mismo. Levanta la "ley marcial" y el" toque de queda", dictados el primer día del golpe.

«El miércoles 7 amaina el tiroteo. La COB, en un movimiento táctico muy oportuno, suspende temporalmente el paro. Era urgente dar un descanso, permitir que los obreros se reunieran en sus fábricas, dar oportunidad para que se abrieran los mercados y la gente pudiera abastecerse. Psicológicamente la tregua era necesaria para poder determinar nuevas formas de lucha. Algunos sindicatos, sobre todo los mineros, no lo comprendieron así y pensaron que era claudicación. Los dirigentes tuvieron que esforzarse para hacerles comprender que la lucha continuaba y que lo único que habla que cambiar era la forma de desarrollarla….»    (4)

Comienza entonces un forcejeo denodado entre los golpistas y el Congreso ya reconocido por aquellos.

Finalmente, el día 16 de noviembre, después de desesperados esfuerzos por salvar por lo menos la imagen, el golpista de noviembre renuncia dejando en manos del Congreso la elección del Presidente de la República. Han terminado las dos semanas de noviembre y la ciudad de La Paz así como la Nación toda parecen despertar de una horrible pesadilla.

Se comienza a restañar las heridas.  El saldo de la aventura vandálica es trágico. Cálculos muy moderados señalan unos 500 muertos y miles de heridos. El informe de la Asamblea de Derechos Humanos ha contabilizado 216 muertos identificados, (5) de los cuales solamente 76 han recibido legal  sepultura, el resto ha desaparecido misteriosamente.

Tenemos pues derecho pleno a afirmar que los bolivianos son un pueblo heroico y valiente como el que más, mientras sus clases dominantes son las más despreciables dentro de las peores.
¿Cómo fue posible un golpe militar semejante? ¿Quiénes fueron además de los militares, sus más connotados ejecutores? ¿Es cierto que muchos parlamentarios estuvieron involucrados en los entretelones del golpe?

Los anteriores párrafos pueden parecer exagerados si tenemos en cuenta la enorme cantidad de desmentidos que surgieron sobre la participación de grupos y personas en el golpe después de su derrota a manos del pueblo. Sin embargo, por nuestra parte, podemos agregar una serie de elementos para demostrar que, en el fondo, fueron efectivamente muchos los grupos y partidos políticos llamados de izquierda los que alentaron, participaron o conocieron los preparativos de la asonada.

En primer lugar se encuentra el MNR-H dirigido por Víctor Paz Estenssoro. Uno de sus más destacados dirigentes, el subjefe Guillermo Bedregal Gutiérrez, aparecía como el portavoz civil de la cuartelada y anunciaba en horas tempranas del lo. de noviembre que la jefatura de su partido había resuelto organizar el golpe, implementarlo y que naturalmente lo apoyaba en todo sentido. Empero una declaración expresa de Paz Estenssoro dando su apoyo al "movimiento" no se hacía pública hasta altas horas del día primero. Tenemos la impresión de que Paz medía los alcances de la acción y como notaba que el golpe no progresaba y, por el contrario, atraía el repudio popular, decidió dar marcha atrás desautorizando los afanes de sus lugartenientes Bedregal y José Fellman Velarde.

Evidentemente, a las pocas horas se pudo establecer sin lugar a dudas que, oficialmente, el MNR-H no apoyaba el golpe, lo denunciaba y dejaba de este modo en la estacada a los doctores golpistas. El sentimiento de orfandad más absoluto siguió a la retractación del MNR-H en los reductos golpistas. A raíz de esta situación, uno de ellos José Fellman Velarde, anunciaría su retiro del gobierno de Natusch obedeciendo la orden de su partido.

Bedregal no se dio por vencido y contraatacó duramente a su ex-jefe llamándolo traidor. En diversas publicaciones solicitadas a la prensa cotidiana narró con todo detalle el curso de la confabulación iniciada, según él, por disposición del jefe del Partido. Es cierto que tanto Bedregal como Fellman eran en esa época los hombres más cercanos a Paz y resulta extraño suponer que ellos hubieran actuado motu propio. Bedregal sostiene que Paz y Natusch se reunieron varias veces para conversar de la "necesidad" de poner fin al gobierno de Guevara Arce con el beneplácito y apoyo del Parlamento, enmascarando así un golpe tradicional. Bedregal afirma que él y sus cómplices no actuaron por cuenta propia sino a nombre de su partido que veía con muy malos ojos la independencia de Guevara. Por su parte Paz Estenssoro no niega haber conversado algunas veces con el coronel Natusch, pero nunca, agrega para tratar un tema como el del golpe militar.

Conociendo la enorme capacidad de maniobra del viejo líder del nacionalismo boliviano, nosotros podemos sacar algunas conclusiones de este "tira y afloje" entre Bedregal y Paz. Nunca le interesó al envejecido caudillo la suerte, la honorabilidad o el futuro de sus subordinados políticos Siempre jugó con ellos en beneficio propio y para exaltar su personalidad como jefe "indiscutible". Así, es muy posible que, en forma reservada, hubiera charlado con ellos induciéndolos para que montaran una conspiración contra Guevara empujando a cualquier militar dispuesto a la aventura. No se explica de otro modo la seguridad que tenía Bedregal las primeras horas del día primero Una vez que se pudo establecer el fracaso y la impopularidad aplastante del golpe, Paz no tuvo ningún inconveniente en sacrificar sus piezas desubicadas.

Por estas consideraciones que tienen en cuenta la personalidad harto conocida del caudillo, no nos queda la menor duda en torno a su participación inicial. No debemos perder de vista que permanentemente pensaba en la posibilidad de servirse de un militar golpista para que éste le pavimente el camino hacia el poder constitucional.

La sensación general y sobre todo la intuición popular han señalado ya con toda claridad al MNR-H como uno de los principales responsables de la ignominiosa "Masacre de Todos los Santos".

Consideramos, sin embargo, mucho más importante, referirnos a las sindicaciones que se hicieron durante y después del golpe contra el Partido Comunista de Bolivia (PCB) y que aparecen también en la cita 2 que hemos reproducido de la publicación de la Asamblea de Derechos Humanos.
Por otra parte, en una asamblea universitaria convocada para explicarse los alcances del golpe, el representante del PCB, Marcos Domic, admitió que se conversó con el Coronel Natusch en torno a la posibilidad de un gobierno de triunviros con la participación de los golpistas, el Parlamento y la Central Obrera Boliviana; en dicho gobierno, según la versión de Domic, el PC habría ocupado la cartera de Salud a su cargo como médico-cirujano. Añadió que tales conversaciones y principios de acuerdo fueron un error y que él mismo ya había hecho su "autocrítica" ante su partido, siendo por lo tanto absuelto de responsabilidad.

Las afirmaciones de Domic causaron profunda conmoción en  la opinión universitaria que rechifló prolongadamente al representante "comunista". Posteriormente el PC optó por el expediente del silencio frente a las reiteradas exigencias de una aclaración en torno al papel del Partido en el golpe de Natusch.

Finalmente tenemos la referencia al “Partido Comunista ML” dirigido por entonces por el traidor Oscar “Motete” Zamora, que, efectivamente, estuvo involucrado miserablemente en el complot violentando completamente la línea política del Partido que consecuentemente expulsó de la manera más ignominiosa al traficante Zamora que ya antes  de esos hechos bochornosos, había comprometido al Partido en miserables componendas. El Partido marxista leninista, se reorganizó con posterioridad colocándose en la línea revolucionaria que corresponde al marxismo-leninismo-maoísmo.

La siniestra “semana sangrienta” continuó con unas negociaciones miserables de los protagonistas, casi todos golpistas y finalmente el Gobierno interino de la Presidenta de la Cámara de Diputados Lidia Gueiler Tejada, que sería igualmente derrocada por el Golpe Militar número 200 de la Historia Nacional.

NOTAS.
1.   «La Masacre de Todos los Santos». Asamblea Permanente de los Derechos Humanos. La Paz-Bolivia. Enero de 1980. Pág. 6.
2.   Idem. Pags 6 y 7. 
3.   Idem .Págs. 7 y 8.
4.   Idem. Pags. 13
5.   Idem. La lista de muertos y heridos está consignada en varias páginas del Informa de APDHB.


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