Condiciones para la admisión a la Internacional Comunista
Las condiciones
para la admisión a la Internacional Comunista, popularmente conocidas como
las 21 condiciones o los 21 puntos, eran los puntos
ideológicos y organizativos que debía aprobar todo partido u organización que
quisiese adherirse a la Internacional Comunista. Estas condiciones fueron
aprobadas durante el II Congreso Mundial de la Internacional Comunista,
celebrado el 30 de julio de 1920. Algunas de estas condiciones establecían, por
ejemplo:
- Romper
totalmente con los reformistas y su expulsión (condiciones 2ª, 7ª y 21ª).
- Combinar
el trabajo legal con el ilegal (condición 4ª).
- Denunciar
tanto el "social-patriotismo" como el
"social-pacifismo" (condición 6ª).
- Crear
una organización clandestina paralela a la legal (condición 3ª).
- Apoyar
todo movimiento de liberación de las colonias del propio país (condición
8ª).
- Atacar
a la "Internacional" de sindicatos "amarillos" de
Ámsterdam (condición 10ª).
- Organizar
el partido con base en los principios del centralismo democrático
(condición 12ª).
- Apoyar
incondicionalmente a todas las Repúblicas Soviéticas (condición 14ª).
- Que
todo partido miembro debía llamarse: "Partido Comunista de(sección de
la Internacional Comunista)" (condición 17ª).
Condiciones para la admisión a la
Internacional Comunista
El primer congreso de la Internacional
Comunista no formuló ninguna condición precisa para la admisión de los partidos
a la Tercera Internacional. Cuando el primer congreso fue convocado, en la
mayoría de los países solamente había corrientes y grupos comunistas.
El segundo congreso de la Internacional
Comunista se reúne en circunstancias distintas. Actualmente en la mayor parte
de los países no hay solamente corrientes y grupos comunistas, sino partidos y
organizaciones comunistas.
A menudo se formula la petición de admisión a
la Internacional Comunista por parte de partidos y grupos que hasta hace poco
pertenecían todavía a la Segunda Internacional, pero que en realidad no se han
convertido en comunistas. La Segunda Internacional ha quebrado definitivamente.
Los partidos con una posición intermedia y los grupos centristas, al darse
cuenta de que la Segunda Internacional es del todo irrecuperable, intentan
encontrar apoyo en la Internacional Comunista, que cada vez es más fuerte. Pero
a la vez que hacen esto esperan mantener una "autonomía" suficiente
que les permita continuar la vieja política oportunista o
"centrista". La Internacional Comunista, en cierta medida, se está
poniendo de moda.
El deseo de algunos de los principales grupos
"centristas" de adherirse a la Internacional Comunista es una prueba
indirecta del hecho de que ésta se ha ganado las simpatías de la inmensa
mayoría de los trabajadores conscientes del mundo entero y de que se está
convirtiendo en una fuerza cada vez más poderosa.
Sobre la Internacional Comunista se cierne el
peligro de una contaminación de elementos inestables e indecisos que todavía no
han repudiado completamente la ideología de la Segunda Internacional.
Además, en alguno de los partidos más
consistentes (Italia, Suecia, Noruega, Yugoslavia, etc.) en los que la mayoría
se ha adherido al punto de vista comunista, persiste todavía una corriente
reformista y socialpacifista que espera solamente el momento propicio para
volver a levantar la cabeza y empezar el sabotaje activo de la revolución
proletaria, ayudando de esta manera a la burguesía y a la Segunda
Internacional.
Ningún comunista debe olvidar la lección de la
revolución húngara. El proletariado húngaro ha pagado un carísimo precio por la
fusión de los comunistas húngaros con los socialdemócratas llamados de
"izquierda".
Por eso el segundo congreso de la
Internacional Comunista juzga necesario formular con absoluta precisión las
condiciones para la admisión de nuevos partidos, e indicar a los partidos que
ya se han adherido los deberes que tienen.
El segundo congreso de la Internacional
Comunista pone las siguientes condiciones de adhesión a la Internacional
Comunista:
1.- Toda la actividad de propaganda y
agitación debe ser de naturaleza auténticamente comunista y conforme al
programa y a las decisiones de la Internacional Comunista. Toda la prensa de
partido debe estar bajo la dirección de comunistas de mucha confianza que hayan
dado prueba de devoción a la causa del proletariado. La dictadura del
proletariado no debe ser considerada simplemente como una fórmula de uso
corriente para repetirla mecánicamente, hay que propugnarla de un modo que haga
comprensible su necesidad a cualquier obrero u obrera común, a cualquier
soldado o campesino, partiendo de los hechos de sus vidas cotidianas, los
cuales nos tienen que servir continuamente como argumento en nuestra prensa.
Los periódicos y demás publicaciones, así como
todas las editoriales del partido, deben estar completamente subordinadas al
presidium del partido, independientemente del hecho de que en un momento dado
el partido sea legal o clandestino. No se puede permitir que las editoriales
abusen de independencia y desarrollen una línea política que no esté en
absoluta armonía con la línea política del partido.
En los artículos de la prensa, en las
asambleas públicas, en los sindicatos y en las cooperativas, donde quiera que
los adherentes a la Internacional Comunista estén presentes, es necesario
denunciar, sistemática e implacablemente, no sólo a la burguesía, sino también
a sus servidores, los reformistas de cualquier tipo.
2.- Cualquier organización que quiera
adherirse a la Internacional Comunista debe quitar por norma a reformistas y
centristas de todos los cargos de responsabilidad dentro del movimiento obrero
(organizaciones de partido, comités de redacción, sindicatos, grupos
parlamentarios, cooperativas, órganos de gobierno locales, etc.) y sustituirlos
con comunistas probados, incluso aunque, sobre todo al inicio, sea necesario
sustituir oportunistas "expertos" por simples trabajadores de base.
3.- En casi todos los países de Europa y
América la lucha de clase está entrando en la fase de la guerra civil. En esta
situación los comunistas no pueden de ninguna manera depender de la legalidad
burguesa. Estos están obligados a crear por todas partes una organización
clandestina paralela que en el momento decisivo ayudará al partido a cumplir su
deber con la revolución. En todos los países en los que los comunistas no están
en condiciones de operar legalmente, a causa del estado de sitio o de leyes de
excepción, es absolutamente necesario combinar la actividad legal con la
clandestina.
4.- Dentro del deber de divulgar las ideas
comunistas merece mención especifica el desempeño de dicho deber en el ejército,
con una actividad de propaganda sistemática y enérgica. Allí donde tal labor de
agitación se vea impedida por las leyes de excepción, hay que llevarla a cabo
clandestinamente. El rechazo a desempeñar semejante tarea equivaldría a
repudiar el deber revolucionario y es incompatible con la pertenencia a la
Internacional Comunista.
5.- Es necesario hacer un trabajo de agitación
sistemático y programado en el campo. La clase obrera no puede consolidar su
victoria si no se asegura, por medio de su propia línea política, el apoyo del
proletariado rural y de al menos una parte de los campesinos más pobres, así
como la neutralidad de parte de la población rural restante. Actualmente la
actividad comunista en las zonas rurales está adquiriendo una importancia de
primer orden. Es necesario llevarla a cabo principalmente con la ayuda de los
trabajadores comunistas de la ciudad y del campo que tengan relación estrecha
con éste. El descuidar este trabajo o abandonarlo en las manos de los nada
fiables semireformistas equivale a renunciar a la revolución proletaria.
6.- Todo partido que quiera pertenecer a la
Internacional Comunista tiene la obligación de desenmascarar no solamente al
socialpatriotismo declarado, sino también la falsedad y la hipocresía del
socialpacifismo, de hacer ver sistemáticamente a los trabajadores que sin el
abatimiento revolucionario del capitalismo ninguna corte internacional de
arbitraje, ningún acuerdo para la limitación de armamento, ninguna
reorganización "democrática" de la Sociedad de las Naciones, podrá
impedir nuevas guerras imperialistas.
7.- Los partidos que quieran adherirse a la
Internacional Comunista tienen la obligación de reconocer la necesidad de una
ruptura completa y absoluta con el reformismo y con la línea política de
"centro", y de propugnar todo lo que se pueda esta ruptura entre los
propios miembros. Sin esto no es posible ninguna línea política coherentemente
comunista.
La Internacional Comunista exige rotunda y
categóricamente que tal ruptura se produzca lo antes posible. La Internacional
Comunista no puede permitir que oportunistas tristemente famosos como Turati,
Modigliani, Kautsky, Hilferding, Hillquit, Longuet, MacDonald, etc., tengan el
derecho de pasar por miembros de la Internacional Comunista. Esto no podría
dejar de llevar a la Internacional Comunista a un estado de ruina similar al de
la Segunda Internacional.
8.- Los partidos comunistas de países en los
que la burguesía está en posesión de colonias y oprime otras naciones es
necesario que tengan una actitud particularmente explícita y clara sobre la
cuestión de las colonias y los pueblos oprimidos. Todo partido que quiera
formar parte de la Internacional Comunista tiene la obligación de desenmascarar
los trucos y engaños de sus "propios" imperialistas en las colonias,
de apoyar no solo de palabra sino con hechos todo movimiento de liberación en
las colonias, de pedir que los imperialistas de su país sean expulsados de
tales colonias, de infundir en los trabajadores de su propio país una actitud
de verdadera fraternidad con los trabajadores de las colonias y los pueblos
oprimidos, y de hacer sistemáticamente una labor de propaganda entre las tropas
de su propio país para que no colaboren con la opresión de los pueblos
coloniales.
9.- Todo partido que quiera pertenecer a la
Internacional Comunista debe desarrollar una actividad sistemática y duradera
en los sindicatos, en los consejos obreros y en los comités de empresa, en las
cooperativas y en las otras organizaciones de masa de trabajadores. Se necesita
constituir dentro de dichas organizaciones células comunistas que por medio de
un trabajo constante e infatigable conquisten para la causa del comunismo a los
sindicatos, etc. En su labor cotidiana las células tienen que dar a conocer en
todas partes las traiciones de los socialpatriotas y la irresolución de los
centristas. Las células comunistas deben estar completamente subordinadas al
conjunto del partido.
10.- Todo partido que pertenezca a la
Internacional Comunista tiene la obligación de entablar una lucha inexorable
contra la "Internacional" de Ámsterdam de sindicatos amarillos. Debe
difundir con todo vigor entre los sindicalistas la necesidad de una ruptura con
la Internacional amarilla de Ámsterdam. Debe hacer todo lo posible por apoyar a
la Asociación internacional de sindicatos rojos, asociada a la Internacional
Comunista, actualmente en vía de formación.
11.- Los partidos que quieran adherirse a la
Internacional Comunista tienen la obligación de someter a revisión los
componentes de sus grupos parlamentarios y destituir a todos los elementos
desleales, de hacer que tales grupos estén subordinados al presidium del
partido no solo de palabra sino en los hechos, exigiendo que cada parlamentario
individual comunista subordine toda su actividad a los intereses de una
propaganda y una agitación auténticamente revolucionarias.
12.- Los partidos que pertenezcan a la
Internacional Comunista deben basarse en el principio del centralismo
democrático. En el momento actual de dura guerra civil el Partido comunista
sólo podrá realizar su cometido si su organización está lo más centralizada
posible, si se impone dentro de ella una disciplina férrea y si el centro
dirigente del partido, apoyado en la confianza de sus miembros, tiene fuerza y
autoridad y se le dota de los más amplios poderes.
13.- Los partidos comunistas de los países en
los que los comunistas operan en la legalidad de vez en cuando deben emprender
un trabajo de depuración (reinscripción) entre los miembros del partido para
desembarazarse de todos los elementos pequeños burgueses que se hayan
infiltrado.
14.- Todo partido que quiera adherirse a la
Internacional Comunista tiene la obligación de apoyar incondicionalmente todas
las repúblicas soviéticas en la lucha contra las fuerzas contrarrevolucionarias.
Los partidos comunistas deben llevar a cabo una propaganda explícita para
impedir el envío de municiones a los enemigos de las repúblicas soviéticas;
además deben realizar una labor de propaganda, con todos los medios, tanto
legales como ilegales, entre las tropas enviadas a sofocar las repúblicas
obreras.
15.- Los partidos que todavía mantienen los
viejos programas socialdemócratas tienen la obligación de someterlos a revisión
lo antes posible, y de redactar, teniendo en cuenta las condiciones
particulares de su país, un nuevo programa comunista que esté en conformidad
con las decisiones de la Internacional Comunista.
Como norma el programa de cada partido
perteneciente a la Internacional Comunista debe ser ratificado por un congreso
regular de la Internacional Comunista o por el Comité Ejecutivo. Si el programa
de un partido no obtuviese la ratificación del Comité Ejecutivo de la
Internacional Comunista, el partido en cuestión tiene el derecho de apelar al
congreso de la Internacional Comunista.
16.- Todas las decisiones de los congresos de
la Internacional Comunista, así como las decisiones de su Comité Ejecutivo, son
vinculantes para todos los partidos pertenecientes a la Internacional
Comunista. La Internacional Comunista, que opera en una situación de dura
guerra civil, debe tener una estructura mucho más centralizada que la de la
Segunda Internacional. Naturalmente la Internacional Comunista y su Comité
Ejecutivo deben tener en cuenta en todas sus actividades la diversidad de
situaciones en las que se encuentra cada partido para luchar y actuar, y deben
tomar decisiones vinculantes para todos únicamente cuando tales decisiones sean
posibles.
17.- En este sentido, todos los partidos que
quieran adherirse a la Internacional Comunista deben cambiar de nombre. Todo
partido que quiera pertenecer a la Internacional Comunista debe llamarse:
Partido Comunista de tal o cual país (sección de la Internacional Comunista).
El hecho del nombre no es solamente una cuestión formal, sino una cuestión exquisitamente
política y de gran importancia. La Internacional Comunista ha declarado la
guerra a todo el mundo burgués y a todos los partidos de la socialdemocracia
amarilla. La diferencia entre los partidos comunistas y los viejos partidos
"socialdemócratas" o "socialistas" oficiales, que han
traicionado la bandera de la clase obrera, debe hacerse comprensible para
cualquier simple trabajador.
18.- Todos los principales órganos de prensa
de partido de todos los países tienen la obligación de publicar todos los
documentos oficiales importantes del Comité Ejecutivo de la Internacional
Comunista.
19.- Todos los partidos pertenecientes a la
Internacional Comunista y los que han hecho la petición de admisión tienen la
obligación de convocar lo antes posible, y en cualquier caso dentro de los
cuatro meses siguientes al segundo congreso de la Internacional Comunista, un
congreso extraordinario para examinar todas estas condiciones de admisión. Por
este motivo todas las centrales de partido deben comprobar que las decisiones
del segundo congreso de la Internacional Comunista han sido comunicadas a todas
las organizaciones locales.
20.- Los partidos que ahora quieren entrar en
la Internacional Comunista, pero que no han cambiado todavía radicalmente su
vieja estrategia, antes de entrar en la Internacional Comunista deben hacer que
su comité central y todos los organismos dirigentes centrales estén compuestos
por no menos de dos tercios de compañeros que ya antes del segundo congreso
propugnaran públicamente e inequívocamente la entrada de su partido en la
Internacional Comunista. Se pueden hacer excepciones con el consenso del Comité
Ejecutivo de la Internacional Comunista. El Comité Ejecutivo de la
Internacional Comunista también tiene el derecho de hacer excepciones en el
caso de los representantes centristas mencionados en el párrafo 7.
21.- Los miembros del partido que rechacen
como principio las condiciones y tesis elaboradas por la Internacional
Comunista deben ser expulsados del partido.
Lo mismo es válido en especial para los
delegados a los congresos extraordinarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario