viernes, 8 de noviembre de 2013

96º. Aniversario de la Gran Revolución Socialista de octubre de 1917


07-11-13
96º. ANIVERSARIO DE LA GRAN REVOLUCION SOCIALISTA DE OCTUBRE DE 1917
LA INSURRECCION ARMADA
 Teniendo en cuenta la proximidad del Centenario del gran Octubre Rojo, el PCmlm-Bolivia, publica el presente artículo en homenaje al 96º. Aniversario de la histórica fecha.

El camarada Vladimir Ilich Oulianov (Nicolai Lenin), proclamaba de este modo el triunfo de la Revolución de Octubre:

«¡A los ciudadanos de Rusia! El Gobierno Provisional ha sido derrocado. Un órgano del Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado, el Comité Militar Revolucionario, que encabeza al proletariado y a la guarnición petrogradense, ha asumido el poder del Estado.

Esta en manos seguras la causa por la que el pueblo ha luchado: propuesta inmediata de una paz democrática, abolición de las grandes propiedades rústicas, control obrero de la producción y constitución del Gobierno soviético.

¡Viva la revolución de los obreros, los soldados y los campesinos!

El Comité Militar Revolucionario adjunto al Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado.

25 de octubre de 1917, 10 de la mañana…..» (1)

Este documento histórico marca pues el inicio de esa gran etapa que constituyó la creación del primer Estado Socialista de la historia de la humanidad.

Por su parte Charles Bettelheim describe del siguiente modo, el advenimiento de la «era del socialismo»:

«La burguesía rusa y los propietarios terratenientes perdieron el poder el 25 de octubre de 1 917 (7 de noviembre). Ese día entran en acción los obreros armados así como los soldados y marineros de Petrogrado y de Cronstadt, que forman las fuerzas insurreccionales dirigidas por el partido bolchevique.   Todos los edificios públicos importantes de la capital caen en manos de las fuerzas revolucionarias en pocas horas.   A su vez, el Palacio de Invierno  sede del gobierno provisional de Kerenski, es ocupado al amanecer del 28 de octubre.   Los ministros, reunidos en sesión, son hechos prisioneros.........»     

« El desarrollo de los acontecimientos que han tenido lugar en  las dos capitales (Moscú y Petrogrado. n.n.) los días 25 y 28 de octubre de 1 917 y el papel dirigente asumido por el partido bolchevique, partido revolucionario proletario, son insuficientes para determinar plenamente las características  de la nueva etapa por la que se adentra la Revolución rusa, así como la naturaleza de clase del nuevo poder....» (2)

Según la expresión varias veces utilizada por Vladimir I. Lenin, la Revolución de Octubre había significado la ruptura de la cadena del imperialismo por su eslabón más débil, en una clara referencia al “atraso” ruso con relación a las naciones capitalistas de Europa occidental.   En efecto, siendo la Rusia Zarista un país imperialista, era, al mismo tiempo una dependencia del imperialismo mundial, especialmente del francés e inglés que tenían muy fuertes inversiones en la economía rusa. Esta debilidad estructural del nuevo país de los Soviets tendría una enorme importancia en el futuro desencadenamiento de los acontecimientos tanto en el terreno practico, cuanto en el teórico.

Los obreros rusos habían asistido a una acelerada penetración de las consignas bolcheviques desde la fracasada revolución de 1905 entre las masas asalariadas.   Al influjo de la agudización de las contradicciones de una sociedad en crisis y de una guerra catastrófica, el partido bolchevique, minoritario meses antes de la insurrección, gana paulatinamente la mayoría en el seno del proletariado que comprende que solamente ese partido revolucionario puede liberarlo de la tiranía zarista, derrocar el gobierno provisional e instaurar el socialismo.

Por su parte los campesinos y los soldados van intuyendo que el programa bolchevique de: “Paz y Tierra”, puede poner fin a la matanza inútil de una guerra sin esperanzas y al latifundismo agresivo de los kulaks rusos.

Las certeras predicciones de V I. Lenin, en torno a la urgente necesidad de lanzar la insurrección armada teniendo en cuenta el caos generalizado que presenta la formación social rusa y la descomposición casi total de sus órganos de represión como son el ejercito y la policía, serán corroboradas por la práctica dando como resultado el triunfo casi inmediato de la insurrección en las principales ciudades rusas.

El célebre asalto al Palacio de Invierno en el viejo San Petersburgo, resulta ser más que todo simbólico del ascenso del proletariado a la condición de clase gobernante iniciándose, desde, el punto de vista histórico, la época del Socialismo con carácter internacional.

El proletariado ruso, en alianza con los campesinos y los soldados ha roto, de la manera más violenta, con el poder de la burguesía y, entonces, no será, pues, la ocupación de algunos ministerios, de algunos edificios o la detención de algunos funcionarios del viejo régimen la que determine el carácter de los acontecimientos, sino, ante todo, como lo señala Charles Bettelheim, el surgimiento de una nueva relación de fuerzas entre las clases sociales que se revela en el curso de la insurrección. Se trata de que, a partir de un determinado momento, una nueva clase manda a los fusiles, una nueva clase ha demostrado tener la capacidad de utilizar en su propio beneficio los instrumentos y órganos del Estado.

Es por otra parte evidente que entre todas las clases insurgentes, el proletariado asume la hegemonía ideológica y política porque es la única que no lucha exclusivamente por la paz y la tierra, sino por un cambio muy profundo de la vieja estructura social y económica de la sociedad rusa.

Consideramos que las circunstancias históricas de la Gran Revolución de Octubre son ampliamente conocidas y han sido tratadas por una serie muy grande de escritores del más alto nivel teórico, por  lo mismo, nosotros pesaremos de largo esos aspectos para abocarnos, más bien, a extraer un balance de los principales problemas teóricos que trajo aparejada la victoria de Octubre y en que medida esos problemas pueden replantearse en nuevos procesos revolucionarios.

Sin lugar a dudas, una vez constituido el  poder soviético y lograda la paz anhelada y repartida la tierra a los campesinos, se hizo patente la urgencia de discutir y sobre todo resolver el problema de la posibilidad de construir el socialismo en las condicionas concretas de la época o, por el contrario, considerar al triunfo de Octubre únicamente como el preludio de las revoluciones proletarias en Europa occidental, sin las cuales la revolución rusa resultaría sofocada y derrotada.

Al frente de la primera formulación se encontraba el jefe de los bolcheviques y líder indiscutido de la Revolución, el genial V. I. Lenin.   Es cierto que los bolcheviques pensaron en un primer momento en que la ola revolucionaria cuya cresta se había producido en el oriente de Europa se extendería muy rápidamente a los restantes países centro-europeos, en ese sentido, precisamente se manifestaba Lenin en los días subsiguientes a la insurrección victoriosa.   Sin embargo, el margen del entusiasmo de los primeros instantes, persiste aquella postura que, asignándole la máxima importancia histórica a la gesta de Octubre, considerándola una revolución de carácter internacional, de carácter mundial y que representa un viraje radical en la historia de la humanidad, un viraje del viejo el nuevo mundo, tendría que soportar, todo, un período histórico de aislamiento y más que eso la hostilidad creciente del mundo capitalista circundante.

Como se sabe, una vez triunfante la Insurrección de Octubre y proclamada unilateralmente la paz por parte del nuevo gobierno soviético con la Alemania militarista, se inicia la terrible guerra civil.  En efecto, las negociaciones de paz de Brest-Litovsk que se habían iniciado el 3 de diciembre de 1917, concluyeron con la firma del armisticio que suspendía temporalmente las hostilidades. Naturalmente, los enemigos derrotados por el poder soviético, se opusieron rabiosamente a la política leninista de paz acusando a los bolcheviques nada menos que de «traidores a la Patria».

En estas circunstancias se produce el famoso y conocido "asunto" Trotski que vendría a causar un serio daño a las posiciones soviéticas. Leo Davidovich Bronstein (Trotski) como presidente de la delegación soviética acreditada ante los alemanes, imponiendo por mayoría de votos y demagógicamente una táctica absurda e incoherente en el C.C. Bolchevique, se niega a firmar los acuerdos, comunicando, al mismo tiempo, y en la forma más ridícula que la República soviética no haría “ni la guerra ni la paz”. Se puede advertir muy fácilmente que semejante monstruosidad no podía sino favorecer los intereses anexionistas de los alemanes que rápidamente pasaron a la ofensiva mientras Trotski, muy orondo, creía que había vencido a los alemanes con su insulsa pose orgullosa de negarse a firmar la paz.

Recién el 22 de febrero de 1918, después de vencer Lenin la oposición estúpida de Trotski y sus seguidores, se pudo firmar efectivamente la paz, parándose la ofensiva alemana y, naturalmente, en condiciones mucho más duras que las del año anterior del "affaire" Trotski.

A mediados de 1918 se van definiendo con entera claridad los bloques coaligados para ahogar a la joven república Soviética. Los imperialistas ingleses, franceses, japoneses y norteamericanos, iniciaron su intervención directa sin declaración de guerra alguna desembarcando sus tropas en el mar del norte cerca de Múrmansk y en el extremo oriente cerca de Vladivostok    En el interior del país, los ex-generales zaristas Kornilov, Kaledin, Denikin, Krasnov, Wrangel, Yudenich,  Mamontov,  Alexeiev y Kolchak apoyados por los alemanes, por los ingleses, los franceses y japoneses,  abrieron frentes en todas las fronteras desde el Cáucaso y la región del río Don hasta la lejana Siberia, amenazando las zonas centrales de la joven República y poniendo en serio riesgo su subsistencia.

«El Partido proclamó el país un gran campamento de guerra y reconstruyó su vida económica, política y cultural en consonancia con esto. El Gobierno Soviético declaró que "la de la patria socialista estaba en peligro y llamó al pueblo, a la defensa". Lenin lanzó la consigna de "Todo para el Frente", cientos de miles de obreros y campesinos se enrolaron como voluntarios en el Ejército Rojo y se fueron el frente.   Casi la mitad de afiliados al Partido y a las Juventudes Comunistas marcharon a ocupar su puesto en los frentes de lucha. El Partido puso al pueblo en pie para la guerra patria contra la invasión de las tropas de los intervencionistas extranjeros y contra las sediciones de las clases explotadoras derrocadas por la revolución.   El Consejo de la Defensa obrera y campesina, organizado por Lenin, dirigía el envío de hombres, víveres, equipos y armas a los frentes.   El paso del sistema del voluntario, el servicio militar obligatorio llevó a las filas del Ejercito Rojo a centenares de miles de hombres de refuerzo, y en poco tiempo el Ejercito Rojo se convirtió en un ejercito de un millón de combatientes.....»  (3)

El gigantesco esfuerzo del pueblo soviético, dirigido por su partido de vanguardia, el bolchevique, a cuya cabeza se encontraba Vladimir Ilich Oulianov (Nicolai Lenin), concluyó con la victoria aplastante de las armas revolucionarias.   Uno a uno fueron siendo derrotados los generales blancos y al mismo tiempo eran expulsadas las tropas extranjeras que habían osado invadir la Patria Socialista.   Para fines de 1920, había sido liquidada, en lo fundamental, la agresión extranjera y de los generales blancos. Algunas agresiones  aisladas continuaron de parte de los japoneses en 1922 y de los finlandeses en Carelia en 1921  sin influir ya decisivamente en el triunfo soviético.

El Partido Bolchevique, una vez lograda la pacificación nacional, volcó su atención a la restauración de la economía nacional y a la reconstrucción en todos los terrenos.   Se inicio la llamada por Lenin, Nueva Política Económica (NEP) que consistía en la sustitución del régimen de contingentación del comunismo de guerra por el impuesto en especie que, de todas maneras, era mucho menor que aquel. Los plazos de entrega del impuesto nuevo eran señalados con toda precisión y el excedente se dejaba a la libre y plena disposición del campesino, quien tenía la libertad de comercializar ese producto.   Lenin, no perdía de vista que la medida se traduciría en una cierta reanimación del capitalismo en el país, pero en realidad lo que se buscaba era incrementar la producción y la productividad del trabajo para después pasar resueltamente a la contraofensiva para destruir los restos del capitalismo.   Lenin concibe una retirada estratégica momentánea para acumular fuerzas y volver el ataque en mejores condiciones

En general Lenin pensaba, con gran visión y agudeza, que la construcción socialista era compleja, llena de avances y retrocesos, de victorias y derrotas y que en definitiva era posible avanzar significativamente  en el camino del socialismo aun en las difíciles condiciones de la soledad soviética y con la agresividad convertida en guerra de intervención por parte del sistema imperialista.   La teoría de la construcción socialista en un solo país cobró pues fuerza en vista de las circunstancias concretas de la realidad revolucionaria y no, como se pudiera suponer, por un deseo premeditado de oponerse a la revolución en otros países.

La segunda formulación que trataba de otorgar horizontes teóricos a la realidad concreta del inicio revolucionario, era ardientemente defendida por León Trotski con su doctrina de la llamada «revolución permanente».

Ya hemos visto que, para dar inicio a su estrategia propia, Trotski había insistido en su negativa a firmar inmediatamente la paz con los alemanes consiguiendo una precaria mayoría en el C.C. El líder bolchevique se vio obligado a usar toda su autoridad para finalmente determinar la firma del acuerdo, excluyéndose Trotski de  la firma y persistiendo en su ridícula fórmula de "Ni paz ni guerra".   El disidente, sin embargo, no dejó de implementar sus posiciones aunque ellas iban en contra de las resoluciones del Partido.

La teoría trotskista de la "revolución permanente" significaba que siendo la joven república soviética una formación social atrasada en comparación con los países capitalistas occidentales, era imposible construir  el socialismo.   No habiendo desarrollado en la Rusia Zarista el capitalismo hasta sus últimos consecuencias, era irreal plantearse el paso el socialismo. En estas circunstancias lo único correcto era volcar inmediatamente la energía revolucionaria soviética al estímulo, el apoyo y el encendido de la revolución en los principales países capitalistas de Occidente.   En una palabra Trotski planteaba llevar el Ejercito Rojo a apoyar militarmente las insurrecciones que se producían en Alemania y Austria-Hungría, por la época, y que eran ya derrotadas en su confrontación con los poderes políticos occidentales.

Trotski soñaba con el "Ejercito Rojo" imponiendo el "comunismo" en todos los países europeos y naturalmente, él mismo como generalísimo de esos ejércitos.   Sus sueños no concordaban con ninguna realidad porque una comparación de las fuerzas militares de ambos contendientes no dejaba lugar a ninguna duda en cuanto a la derrota de los "rojos" que, además hubieran aparecido como intervencionistas y agresores a los ojos sencillos de las poblaciones occidentales.

La base de la teoría de Trotski tenía sustento "marxista" si tenemos en cuenta que más de una vez Marx y Engels hablaron de la necesidad de madurez de las condiciones de la revolución en los países europeos industrializados de Occidente para saltar al socialismo.   Empero, la realidad había hecho que la revolución proletaria explote no en Alemania, Francia o Inglaterra, sino en la atrasada Rusia Zarista, mientras que los diversos intentos revolucionarios de Occidente eran ahogados en sangre por la reacción militarista.   En estas condiciones, ¿era correcto plantearse con Trotski, la exportación de la revolución a occidente? No. Tal posición hubiera llevado, sin sombra de duda al aplastamiento, esta vez total, del germen socialista soviético y a la liquidación de la esperanza socialista por muchísimos años.

El marxismo pues debía, por decir así, acomodarse a la realidad de una revolución victoriosa no en el centro capitalista, sino en una nación atrasada.   Lenin y no Stalin, es el creador de la nueva tesis de la ruptura de la cadena imperialista por su eslabón más débil que venía a poner justificación teórica a la "falla" de la teoría clásica.   En última instancia, por encima del requisito teórico del desarrollo, al máximo, de las fuerzas productivas como límite del crecimiento capitalista, aparece la maduración de la lucha de clases y las condiciones extremas de la explotación, como detonantes del estallido revolucionario, al margen de las previsiones y los deseos de la conducción que siempre prevé un desarrollo idílico de los procesos revolucionarios, muchas veces alejados de la realidad concreta.

Trotski insiste en su teoría y, poco a poco, va asumiendo posiciones cada vez más encontradas con las de la mayoría de la dirección bolchevique. La muerte prematura de V. I. Lenin el 21 de enero de 1924, enciende nuevos bríos en las aspiraciones personales de Trotski de "heredar" la dirección revolucionaria.

La muerte de Vladimir Ilich Oulianov (Lenin), en enero de 1924, dejó un vacío muy difícil de llenar en la alta jerarquía bolchevique; había desaparecido el artífice del cambio revolucionario y detrás de él se movían apetitos mezquinos que ponían en serio riesgo el porvenir mismo de la revolución. Las profundas discrepancias que afloraron con motivo del dilema «revolución en un solo país» o «revolución permanente» se proyectaron también a otros aspectos de importancia como el papel de los campesinos en la revolución.

Para la tendencia leninista, ahora dirigida por José V. Stalin, los obreros sólo podían triunfar en estrecha alianza con los campesinos pobres.   En realidad la cooperación y alianza obrero-campesina venía a constituirse en la única garantía del triunfo de la construcción socialista porque los intereses de obreros y campesinos pobres coincidían plenamente.

La posición trotskista era también en este aspecto completamente diferente. El carácter "proletario" de la revolución debía, en su concepto, chocar con el arraigado (sic) sentimiento pequeño-burgués del campesinado. Al respecto Trotski decía:

«La revolución no podrá resolver sus tareas burguesas más inmediatas sino colocando en el poder al proletariado. Y este último, el tomar el poder en sus manos, no podrá por menos de  rebasar el marco burgués en la revolución. Al contrario,  precisamente para asegurar su victoria, la vanguardia  proletaria tendrá que hacer, desde los primeros pasos de su  dominación, las más profundas incursiones, no sólo en la propiedad feudal, sino también en la propiedad burguesa.   ESTE MODO DE PROCEDER LE LLEVARA A CHOQUES HOSTILES, NO SOLO CON TODOS LOS GRUPOS BURGUESES QUE LE APOYARON EN LOS PRIMEROS MOVIMIENTOS DE SU LUCHA REVOLUCIONARIA, SINO TAMBIEN CON LAS VASTAS MASAS CAMPESINAS, con ayuda de las cuales ha llegado al poder.   LAS CONTRADICCIONES EN LA SITUACION DEL GOBIERNO OBRERO EN UN PAIS ATRASADO, EN EL QUE LA MAYORIA APLASTANTE DE LA POBLACION ESTA COMPUESTA DE CAMPESINOS, PODRAN SER SOLUCIONADAS SOLO EN EL PLANO INTERNACIONAL, EN LA PALESTRA DE LA REVOLUCION MUNDIAL DEL PROLETARIADO......» (Mayúsculas nuestras) (4)

La desconfianza de Trotski respecto a los campesinos era, efectivamente, muy pronunciada y mientras V. L. Lenin nos hablaba con optimismo de la alianza entre el proletariado y las capas trabajadoras del campo, Trotski preveía  “choques hostiles” entre ellos.

Como se puede apreciar, las dos posiciones teóricas en el seno de la dirigencia del partido eran muy claras y resumidas son:

1.         La posición leninista que posteriormente sería defendida por Stalin. Consistía en considerar la posibilidad de la construcción socialista en un solo país confiando en las fuerzas propias del proletariado en fuerte alianza con las amplias masas campesinas.

2.   La posición trotskista. Consistía en considerar insostenible la situación de la revolución bolchevique sin un apoyo estatal directo del proletariado europeo, ya que la clase obrera rusa no podría mantenerse en el poder y transformar su dominación temporal en una dictadura socialista duradera. Además, las contradicciones en la situación del gobierno obrero en un país atrasado, en el que la mayoría aplastante de la población está compuesta de campesinos, podrán ser solucionadas sólo en el plano internacional.

La historia, sin embargo, ha dado ya claramente su veredicto en lo relativo a la gran controversia. Ha demostrado palmariamente que la revolución se produce siempre en los eslabones más débiles de la cadena imperialista y del modo más caprichoso, así puede darse en un país atrasado y retardarse considerablemente en los países altamente industrializados. Se ha demostrado también, sin lugar a replica, que la construcción socialista puede y DEBE iniciarse allí donde el proletariado captura el poder sin ninguna tardanza apoyándose firmemente en las masas campesinas. El socialismo puede si, iniciar su marcha ascendente en las condiciones del aislamiento, empero lo que ya no puede suceder es que se corone dicha construcción y se arribe al comunismo en las condiciones nacionales de aislamiento.  Tal posibilidad jamás la adelantaron ni Lenin ni Stalin.   En realidad, este es un aporte de Nikita S. Jruschov y como todo lo suyo, un despropósito.

Efectivamente, una cosa es sostener, con apoyo de la experiencia histórica la posibilidad de avanzar profundamente en la construcción socialista en las condiciones del aislamiento internacional y otra, muy distinta, pretender construir el comunismo en un país rodeado de países capitalistas.   El capitalismo como el comunismo son, por esencia misma, sistemas mundiales y desde el punto de vista planetario, uno de ellos debe, necesariamente, dominar todos los países en sus relaciones internacionales políticas y económicas.   Por ejemplo, en el presente, el modo de producción capitalista es claramente dominante a nivel internacional en razón de su manejo del mayor caudal de riquezas, del control de los sistemas de intercambio, del dominio de mayor y mejor tecnología y otros elementos.

Ahora bien, volviendo a nuestro tema central una vez dilucidado el primer escollo de origen oportunista, señalemos que, según lo apuntara Lenín, se tenía la convicción en la dirección bolchevique de la persistencia de las clases sociales y la lucha de clases. En efecto, Lenín decía:

«Las clases han quedado, pero cada una de ellas se ha modificado en la época de la dictadura del proletariado, han variado igualmente las relaciones entre ellas. La lucha de clases no desaparece bajo la dictadura del proletariado; lo que hace es adoptar otras formas....». (5)

Lo primero que ha ocurrido y que ha transformado las relaciones entre las clases ha sido, evidentemente, la pérdida de la burguesía de los antiguos aparatos políticos y administrativos del viejo instrumento de dominación/Estado. Los mismos han sido rotos, desarticulados y reemplazados en forma más o menos completa por nuevos aparatos. En segundo lugar, la burguesía ha perdido el control de los principales medios de le producción: las fábricas, las industrias, etc., han pasado el control de los obreros.   Sin embargo, se debe explicar claramente el carácter de estos cambios para no caer en la confusión. El traspaso de la propiedad jurídica de los medios de producción de manos de la burguesía a manos de la clase obrera, no significa, ni mucho menos, la revolución de las relaciones de producción capitalistas, sino simplemente en su destrucción/reconstrucción, como diría Bettelheim, en relaciones TRANSITORIAS que pueden catalogarse como combinación de elementos capitalistas y socialistas.

El período de la dictadura del proletariado, como ya lo sabemos teóricamente, es prolongado y la historia del PC bolchevique de la URSS nos lo prueba. Está lleno de dificultades, de vueltas y revueltas, también este aspecto está probado por la dramática vida de la Unión Soviética.   Empero, esta larga duración del período de transformaciones no nos puede llevar a la falsa conclusión de la existencia de un pretendido "Modo de Producción" socialista. Es esta conclusión teórica que ha provocado mayores confusiones y llevado a fatales desaciertos en las experiencias concretas de construcción socialista como lo veremos a su tiempo.

Como decíamos, una cosa es decretar la abolición de la propiedad privada capitalista y el paso de los medios de la producción a manos de la clase obrera.   De los simples decretos, de las leyes a la realidad concreta hay, pues, una distancia considerable. El surgimiento de nuevas relaciones de producción, completamente diferentes a las capitalistas, para transformar la sociedad, debe darse en la práctica y Lenin así lo comprendió. En su folleto "Una gran iniciativa", el líder bolchevique percibe lo que era realmente nuevo y revolucionario en los llamados “sábados comunistas" y comenta:

«Los "sábados comunistas", que (los obreros) han organizado por su propia iniciativa tienen, en este sentido, una importancia verdaderamente enorme.   Es evidente que todavía nos encontramos sólo en el comienzo, pero es un comienzo de  trascendencia extraordinaria, porque es el principio de una   revolución más difícil, esencial, profunda y decisiva que el   derrocamiento de la burguesía, ya que se trata de una  victoria lograda sobre nuestra propia inercia, sobre la   indisciplina, sobre el egoísmo pequeño burgués, sobre todos esos hábitos que el maldito régimen capitalista ha dejado en   herencia al obrero y al campesino.   Cuando esta victoria se   consolide, entonces y solo entonces podremos decir que se ha   creado la nueva disciplina social, la disciplina socialista; y  entonces y sólo entonces será imposible volver atrás, y,  retornar al capitalismo, y el comunismo será realmente   invencible.....»     

Y prosigue:

«El primer sábado comunista... tiene una importancia histórica mayor que cualquier victoria de Hindemburgo, que Foch y los  ingleses en la guerra imperialista de 1914-1918. Pues una  victoria imperialista representa la matanza de millones de  obreros en aras de los multimillonarios anglo-norteamericanos  y franceses.   Es la bestialidad de un capitalismo que agoniza,  ahíto, y se pudre en vida.   En cambio, el sábado comunista de  los obreros de la línea Moscú-Kazán es un germen de la nueva  sociedad, de la sociedad socialista, que anuncia la  liberación de todos los pueblos de la tierra respecto del  yugo del capital y de las guerras...»  (6)   

Los "sábados comunistas", en rigor,  constituyen un nuevo tipo de relaciones de producción. Por primera vez el hombre trabaja verdaderamente en beneficio de la colectividad dejando de lado sus intereses personales.  

Por lo anotado, cuando se quiere caracterizar rigurosamente una sociedad o un proceso revolucionario, se tiene que observar el sentido que se imprime al trabajo social.   Si priman los incentivos morales, como en el caso de los sábados comunistas, se está efectivamente marchando por la senda correcta de la construcción socialista. Si priman los incentivos materiales, se está volviendo al capitalismo.

En su texto: "De la destrucción de un orden secular a la creación del otro orden nuevo", Lenin desarrolla las siguientes ideas sobre las nuevas relaciones de producción en la práctica:

«El trabajo comunista, en el más riguroso y estricto sentido  de la palabra, es un TRABAJO GRATUITO EN BIEN DE LA SOCIEDAD, un trabajo realizado, no para cumplir determinada obligación, no para tener derecho a ciertos productos, no de acuerdo con normas legales y establecidas de antemano, sino un trabajo  voluntario, al margen de normas, realizado sin tener en cuenta recompensa alguna, sin poner condiciones sobre su remuneración, un trabajo realizado por hábito de trabajar en   bien de la sociedad y de acuerdo con la actitud consciente (transformada en hábito) frente a la necesidad de trabajar para el bien común, y, por último, un trabajo como exigencia  del organismo sano...»    (7)

En lo que se refiere a la situación en el agro, la gran revolución socialista de octubre, inició también la construcción socialista, como ya lo dijimos, con el famoso decreto sobre la tierra.   En virtud del mismo se deroga toda propiedad privada del suelo y las tierras de terratenientes, del Estado y la Iglesia son puestas a disposición de los soviets campesinos y los comités de distrito.

Como un país capitalista atrasado, la Rusia Zarista tenía un agro sumamente complejo y la pluralidad de formas que reviste el desarrollo capitalista en el campo ruso es analizada por Lenin en su conocida obra:  “ Desarrollo del capitalismo en Rusia".

El MIR, por ejemplo, constituye una comunidad campesina que funciona a nivel de la aldea. El MIR detenta las tierras campesinas y las distribuye entre sus miembros en forma más o menos igualitaria.   La unidad de distribución es la familia y la superficie se establece teniéndose en cuenta el número de miembros de cada familia.

Charles Bettelheim tiene estas citas respecto el MIR ruso:

«Las desigualdades que se desarrollan........ tienden a que tras la  fachada "comunitaria" del MIR la realidad fundamental sea el  trabajo parcelario, el cultivo y el ganado individuales, la  propiedad privada de los instrumentos de trabajo, en especial,  de los animales de tiro.   Como Marx señala, ya en 1861, el  MIR se descompone desde su interior porque "el trabajo  parcelario (es una) fuente de apropiación privada (que) da lugar a la acumulación de bienes muebles", es decir e una  diferenciación social.......» (8)    

El MIR es a no dudarlo,  una reminiscencia de la comuna rural, pero en 1917 su descomposición es tal que ya no puede ser utilizado como una base para la colectivización agraria, ya que, en los hechos,   es un instrumento subordinado del desarrollo del capitalismo específico ruso.

Junto al MIR, está la vieja propiedad terrateniente de los kulaks y de la Iglesia y también, en los centros más adelantados tenemos la gran industria agropecuaria.   Esto significa que, como en todo país que no ha completado, por decirlo así, su desarrollo capitalista, en Rusia se da una formación social compleja donde el modo de producción capitalista solamente es dominante sin ser hegemónico.

Durante la primera época que nosotros caracterizamos como una de franco desarrollo socialista, sin grandes desviaciones, se desechan los criterios equivocados que pretendían convertir de la noche a la mañana a la Rusia Soviética en un país industrializado a costa de la agricultura y los campesinos. En resumen, la oposición de "izquierda" jefaturizada por Trotski, es derrotada ideológica y políticamente optándose por el criterio marxista revolucionario de que antes que el desarrollo económico o técnico, se encuentra la lucha de clases, en este caso la urgente necesidad de no lesionar la alianza obrero-campesina al exigir a los campesinos un sacrificio muy grande en favor de la industria pesada.

Es cierto también que en este período, bajo la conducción de Lenin y después de Stalin, se pudo comprobar un cierto retraso en el avance soviético hacia la industrialización que ponía en serio riesgo la existencia misma del Estado soviético a la agresión externa.   Sin embargo, como se probará después fehacientemente, la auténtica fortaleza de un proceso revolucionario se halla en una verdadera alianza obrero-campesina que apoye fervientemente el cambio y no así en un determinado desarrollo industrial o tecnológico acelerado.

Este primer período, para nosotros, de 1917 a 1927-28, se caracteriza por haber sido uno de luchas enconadas con las fracciones thermidorianas que pretendían frenar el avance al socialismo. En este periodo se persistió en las bases mismas del materialismo histórico, y se consolidó con la derrota de la fracción Trotski-Kamenev-Zinoviev.

A  continuación tenemos la etapa del llamado "Gran Viraje" que se inicia con la colectivización del agro y el primer Plan Quinquenal.

Según el criterio trotskista, Stalin habría usurpado las ideas de Trotski en cuanto a la colectivización. Sin embargo, la verdad es que no era lo mismo ese planteamiento en 1923 que en 1928. Volviendo hacia atrás en el terreno ideológico, se admite como correcto lo que antes se había considerado, justamente, como erróneo.

Expliquémonos un tanto.   A finales de 1928 se produce el abandono de las orientaciones generales que aconsejaban avanzar lento pero seguro en el terreno de la colectivización rural, haciendo que ésta se base, sobre todo en la voluntad de las masas campesinas. Para llegar a estas últimas conclusiones había que tener en cuenta hasta qué punto era pertinente no descuidar la alianza obrero-campesina que había sido capaz de derrotar la agresión extranjera y le insurrección  interna.

Ahora bien, Stalin,  propiciador del "gran viraje", consideró que hoy (1928) se podía cambiar el rumbo y sostener al máximo la aceleración de la colectivización, considerando que ahora, la alianza era lo suficientemente sólida para dar un paso adelante en el terreno de la industrialización del país y el coronamiento de la industria pesada, lo cual no ocurría en el primer período ya descrito.   Al margen de ello, la verdad es que ahora se presenta una nueva situación y lo que ayer fue falso en cuanto el avance hacia la colectivización, ahora era verdadero y aplicable en las condiciones concretas.

El "Gran Viraje" consiste, en pocas palabras en realizar, a marchas forzadas, la colectivización de la agricultura y el logro de ciertas cifras predeterminadas en cuanto a la producción de artículos agropecuarios.   Sin lugar a dudas se utiliza la presión administrativa y finalmente la coerción física para obtener el ingreso "masivo" de los campesinos a los koljoses o cooperativas.   En noviembre de 1929, Stalin, dice:

«Lo nuevo y decisivo del actual movimiento koljosiano es que   ahora los campesinos no ingresan en los koljoses por grupos sueltos, como ocurría antes, sino por aldeas enteras, por subdistritos y hasta por comarcas....» (9)

Antes se había considerado a la agricultura la base del desarrollo de la industria y a ésta el motor y el principio rector de la economía nacional, criticándose las opiniones de Preobrayenski de tratar a la economía campesina como una colonia que debe ser "explotada" por el Estado proletario. Ahora se trata de colectivizar o "deskulakizar" el campo en el lapso más breve y sin tomar en cuenta la voluntad de los campesinos pobres y medianos.

Anna Louise Strong, dice:

« Durante la primavera y el verano (1930) he visto varios trenes en ruta e lo largo de las vías férreas: doloroso   espectáculo de hombres, mujeres y niños desarraigados...» (10).

Los evidentes excesos que se van cometiendo con motivo de la colectivización casi forzada de fines del 29 y comienzos del 30, son conocidos por la dirección bolchevique y, por fin Stalin en un discurso cuyo título es: "Los éxitos se nos suben a la cabeza", censura esos procedimientos y critica a la burocracia que ha sustituido la libre determinación de las masas por mandatos administrativos.

Charles Bettelheim dice que el "gran viraje" consistió en una grave violación de la línea del Partido y que es "explicada" por Stalin recurriendo e una metáfora psicológica: "los éxitos se han subido a la cabeza" de "ciertos camaradas" y agrega:

«Unos errores que se han producido a tal escala y han durado  varios meses sólo pueden ser consecuencia de una  política y  de un estilo de dirección que dan lugar a un cierto numero  de prácticas.....» (11).

Se iba imponiendo pausadamente una concepción que contrastaba di­rectamente con la línea auténticamente revolucionaria de los pri­meros tiempos. Y la base ideológica de esta peligrosa desviación era el abandono del criterio marxista de que no son los desarrollos de las fuerzas productivas y de la técnica los que determinan el curso de la historia, sino la lucha de clases.

El Primer Gran Plan Quinquenal, ha sido presentado siempre como el más importante logro en la construcción socialista soviética, y en efecto, nadie puede quitarle importancia. Empero, no se estaba tomando en cuenta hasta qué punto se resentía la alianza obrero-campesina.   La verdad es que Stalin pensó siempre en la urgente necesidad de conseguir el asentimiento campesino para la organización masiva de los koljoses. Por ello mismo, decía:

« Costará aún muchos esfuerzos transformar al campesino koljosiano, corregir su psicología individualista y hacer de él un auténtico trabajador de la sociedad socialista. Y este proceso avanzará más deprisa conforme le proporcionemos  máquinas y tractores a los koljoses.... La gran importancia  de los koljoses consiste, precisamente, en que son la base  fundamental para el empleo de máquinas y tractores en la  agricultura, en que son la base fundamental para la  transformación del campesinado, para su psicología en el  espíritu del socialismo....» (12)

Charles Bettelheim comenta así los criterios de Stalin:

«Esta formulación muestra que no considera que el paso a la  colectivización debe resultar, ante todo, de un proceso de   luchas, mediante el cual -- a través de una auto educación -- se garantice el desarrollo en el seno de las masas campesinas   de las ideas del socialismo. Al contrario, el medio de "corregir" la mentalidad individualista de los campesinos es el empleo de máquinas y tractores....» (13)

Constatamos acá solamente un comienzo de la gran desviación tecnicista, porque Stalin, insiste una y otra vez en la urgente necesidad de trabajar ideológicamente sobre los campesinos y ayudar e desarrollar sus luchas sociales.   Después, como lo veremos con entera claridad, el tecnicismo concluirá con un triunfo completo en muchos países "socialistas".

Otro de los problemas que nacen en esta época y que después adquirirán caracteres de catástrofe es el de la identificación del "Partido", "El Estado", "El Proletariado" y "La Revolución". Y todo tiene su origen en la sobreestimación de los éxitos iniciales. En cierto sentido y más ampliamente, Stalin tenía razón cuando decía: “ los éxitos se nos suben a la cabeza".

V. I. Lenin, decía en 1919:

«(Los soviets) en lugar de ser órganos de  gobierno a través de   los  trabajadores,  actúan en la realidad como órganos para los   trabajadores, a través de la capa  avanzada  del proletariado...» (14)

Como se ve, en Lenin, no hay ni rastros de una identificación o confusión entre el "Partido" y el "Proletariado" y, por el contrario, él lucha por revertir una situación que se va dando en los hechos.

En forma por demás simplista, casi todos los autores que estudian o interpretan la revolución socialista de octubre, se inclinan por echar sobre Stalin, los errores y las desviaciones del proceso revolucionario y contradictoriamente señalan, a veces, aciertos como errores y viceversa.

El problema de la identificación partido/clase y todas sus implicancias, que aparece desde el inicio mismo de la revolución, toma forma precisa en el XI Congreso del Partido, según el autor que seguimos en este parte de nuestro trabajo. La resolución, dice:

« La dictadura del proletariado sólo puede ser asegurada bajo la forma de dictadura de su vanguardia dirigente, es decir,  del partido comunista...» (15)

Bettelheim hace notar que es Zinoviev el dirigente bolchevique que propugna más insistentemente la identificación anotada, cuando estentóreamente grita:

«El Estado son los trabajadores, es la fracción más   progresista de los trabajadores, es la vanguardia,  somos  nosotros..........».(16)  (Los partidos y tendencias anti- soviéticas. Zinoviev. )

Stalin, en su conocida obra: "Cuestiones de Leninismo” vuelve una y otra vez al ataque denunciando la identificación y defendiendo el criterio leninista del partido como instrumento de la dictadura del proletariado y dice:

« Si el partido ejerce la dictadura del proletariado, y en este  sentido la dictadura del proletariado es, EN ESENCIA, la  "dictadura" de su partido, esto no significa todavía que la  "dictadura del partido" (su papel dirigente) SEA  IDENTICA a  la dictadura del proletariado, que la primera sea, por sus  proporciones,  IGUAL a la segunda...,. quién identifica el  papel dirigente del partido con la dictadura del proletariado, sustituye los Soviets, es decir el Poder del  Estado, por el poder del Partido.....» (17)

Con todos los errores que se pueden señalar a la época del Gran Viraje, no se puede concluir que la desnaturalización de la revolución socialista es un hecho a principios de la década de los años treinta. No cabe duda de que no obstante los defectos y errores, se construía el socialismo en la Unión Soviética en aquellos años dramáticos. Elleinstein, al respecto, decía:

«La dificultad de captar las contradicciones del fenómeno  staliniano constituye uno de los mayores obstáculos con el  que se han enfrentado numerosos analistas. Por una parte,  TIENDE A CONSTRUIR EL SOCIALISMO, lo que niegan tantos  autores, y por otra parte lo construye de una manera a menudo  tan bárbara y despótica .......etc». (18) (Mayúsculas nuestras)

En resumen, podemos decir, junto a Stalin que:

«La Revolución de Octubre no puede considerarse sólo una  revolución circunscrita a "un marco nacional". Es, ante todo, una revolución de carácter internacional, de carácter mundial, pues representa un viraje radical en la historia de la  humanidad, un viraje del viejo mundo, del mundo capitalista,  al mundo nuevo, al mundo socialista......» (19)

Octubre-17 brillará siempre con luces propias a través de los siglos enseñando a los oprimidos que es posible romper las cadenas de la opresión capitalista.   Servirá además para no caer nunca más en los errores cometidos por los primeros constructores del socialismo, previniendo a los futuros revolucionarios que jamás deberán considerar sus conquistas como irreversibles y sobre todo y ante todo que el socialismo no es algo ineluctable, puede construirse y construirse bien si hay condiciones y una voluntad consciente e inquebrantable de los pueblos, pero también puede perderse en los laberintos de una restauración miserable y en una "nueva" sociedad clasista burocratizada, corrompida cuyo modelo maquinal y momificado nos presentó la sociedad “soviética” (1956-1990) y mucho más la actual sociedad rusa restaurada y convertida en una despreciable colonia de Occidente con líderes infelices como Yeltsin y Putin.


NOTAS BIBLIOGRAFICAS


1.      Lenin, Vladimir Ilich. Obras Completas. Tomo 35. Pág. 1.
2.   Bettelheim, Charles. “Las luchas de clases en la URSS”. Primer Periodo. Siglo XXI Editores. Págs. 53 y 54. (Charles Bettelheim traicionaría después todas sus posiciones revolucionarios convirtiéndose en un enemigo rabioso del socialismo)
3.      Stalin, José. "Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS". Ediciones Anteo. 1947. Pág. 228.
4.      Trotski, León. Prefacio al libro "1905".
5.                Lenin. "La Economía y la política en la dictadura del proletariado". Tomo X. Pág. 185.
6.                Lenin. "Una gran iniciativa". Julio de 1919. Obras Completas. Tomo XXIX. Pág. 401. En Bettelheim. Tomo I. Págs 179-180. "Sábados comunistas".
7.                Lenin. "De la destrucción de un orden secular a la creación de otro orden nuevo". Obras Completas. Tomo XXX. Pág. 506. En Bettelheim. Tomo I. Pág. 182.
8.             Bettelheim. Citada. Tomo I. Pág. 190.
9.                Stalin.  Obras. Tomo 12. "El año del gran viraje". Pág. 139. Nov. de 1929. Discurso.
10.             Strong, Ana Louis “The soviet conquest wheat". N.Y. 1931.
11.          Bettelheim. Citada. Segundo Tomo. Pág. 437.
12.          Stalin. Obras Completas. Tomo 12.
13.          Bettelheim. Citada. Tomo II. Pág. 470.
14.          Lenin. 1919.
15.          XI Congreso del PCUS.(resolución)
16.          Zinoviev, citado por Bettelheim. Tomo II. Pág. 497.
17.          Stalin. "Cuestiones del leninismo".
18.          Elleinstein,  Jean. "El fenómeno estaliniano". Editorial LAIA. España 1977. Pág. 77.
19.          Stalin. Cuestiones...".

PCmlm

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