Para que no se olviden los "revolucionarios" que sólo luchan por su salario y sepan identificar al enemigo principal
Tesis Política de la Central Obrera Boliviana
La Paz, 6 de mayo de 1970
Considerando:
Que la Comisión de Asuntos Políticos ha presentado a consideración del Congreso la Tesis Política de la Central Obrera Boliviana
Resuelve:
Artículo Único. Aprobar la siguiente Tesis Política de la COB, que constituye un mandato obrero imperativo al que deberán sujetarse en su actividad los dirigentes de la COB, cualquiera sea su condición, bajo pena de proceso por el ampliado de la organización.
Preámbulo
UNIDAD REVOLUCIONARIA CONTRA EL IMPERIALISMO PARA FORJAR UNA BOLIVIA SOCIALISTA
Los trabajadores proclamamos que nuestra misión histórica, en el presente momento, es aplastar al imperialismo y a sus sirvientes nativos. Proclamamos que nuestra misión es la lucha por el socialismo. Proclamamos que el proletariado es el núcleo revolucionario por excelencia de los trabajadores bolivianos.
Asumimos el papel dirigente de la revolución como genuinos representantes de los intereses nacionales. La alianza de obreros y campesinos con la gente pobre de las ciudades y con todas las fuerzas antiimperialistas es la garantía de la victoria.
I. LA CLASE OBRERA Y LOS PROCESOS DEMOCRÁTICOS
1.- La historia enseña que en la presente etapa en que se desintegra la dominación imperialista, los países atrasados alcanzarán la meta de la civilización, vale decir, del desarrollo integral y armónico, sólo por la vía socialista. Las tareas democráticas, que ciertamente no pueden ser ignoradas, para realizarse en forma plena precisan que el proletariado se convierta en dueño del poder político, como portavoz de la nación oprimida, de nuestros hermanos campesinos y de la población pobre de las ciudades.
El proceso de tipo democrático-burgués que estamos viviendo no tiene posibilidades de mantenerse indefinidamente como tal. Se transforma en socialista mediante la toma del poder por la clase obrera o fracasa.
2. El nacionalismo burgués o pequeño-burgués busca consumar una serie de reformas estructurales, o sea, pretende superar las formas de producción pre-capitalistas con la finalidad primordial de modernizar el país, abrir campo a las inversiones foráneas (al capital financiero) y mantener indefinidamente el régimen capitalista. El desarrollismo estilo CEPAL, los programas de nacionalizaciones y los tímidos intentos de planificar algunos sectores de la economía no tienen más que ese sentido.
En los países atrasados como Bolivia, la burguesía se encamina a consumar la transformación democrático-burguesa con la ayuda piadosa del imperialismo. Este contrasentido se explica porque los movimientos de esa orientación entienden el antiimperialismo como una simple postura de mercaderes: lograr únicamente un trato y precios para las materias primas mejores y no como la destrucción de las cadenas económico-políticas del imperialismo, como ser la expulsión de los tentáculos empresariales y de las diversas misiones que controlan todos los aspectos de la vida nacional. Consideran el desarrollo del país como un progreso parcial en coordinación con los intereses de la metrópoli y no como el armónico desarrollo de toda la economía de modo independiente.
3. De una manera general, los gobiernos militares nacionalistas aparecen en el escenario debido a la inoperancia y el fracaso político de la burguesía, como carta sustitutiva para consumar la transformación capitalista indicada más arriba. Es claro que el ejército (y su izquierda, porque también existe este fenómeno) es producto de la clase dominante y de las peculiaridades nacionales y, por eso mismo, lleva indelebles los rasgos de las limitaciones y de la impotencia propias de las burguesías nacionales de la época actual.
Bolivia ha hecho, en muchos momentos de su accidentada historia, intentos serios por romper su atraso y dependencia. Capas de militares o civiles han realizado esfuerzos para suplantar la caducidad y la incapacidad de la burguesía. Uno de los aspectos particulares de nuestro atraso, entre otros, radica en la impotencia de nuestra burguesía nacional para sacarnos de dicho atraso y convertirnos en un país altamente industrializado, dentro de los moldes del régimen capitalista de producción. La dominación del imperialismo sobre las áreas atrasadas determina la imposibilidad del desarrollo de la caduca burguesía industrial, con la tipicidad de que “los civilizadores cierran el paso al progreso de los que quieran civilizarse.”
4. Las nacionalizaciones hechas por tales gobiernos, del mismo modo que su lenguaje al rojo vivo del primer período de oposición contra el imperialismo y la reacción concluyeron siempre siendo reemplazadas con el pedido de perdón por su pasado antiimperialista. Los representantes de la burguesía o de la pequeña-burguesía en el poder no pueden comprender que el desarrollo industrial integral, dentro de los marcos del régimen capitalista de producción y en la órbita del imperialismo, ya no es posible y que conduce a la traición de los intereses nacionales. Las lecciones de los gobiernos de Toro, Busch, Villarroel y la del régimen movimientista, confirman este enunciado. Es indudable que las referidas tareas, las tareas democráticas, concluyeron empantanadas e inconclusas, aunque fueron en sus inicios progresistas y muchas de ellas impulsadas e impuestas por los trabajadores.
Cuando la restauración oligárquico-imperialista consumó la entrega total de nuestras riquezas naturales y la enajenación de nuestra soberanía, masacrando y aplastando para ello a la clase obrera y al pueblo, los trabajadores derramamos nuestra sangre por defender las conquistas democráticas y por hacer realidad la liberación nacional. Esta fresca la lucha heroica que libraron los mineros contra la dictadura y la barbarie del régimen barrientista en aras de la defensa de los altos intereses nacionales. Y acaso fueron los únicos luchadores durante mucho tiempo.
5. Declaramos los trabajadores que en su momento apoyamos a dichos gobiernos ya señalados. Los apoyamos no desde el punto de vista puramente lírico, sino con una activa militancia revolucionaria. Sin embargo, fueron estos gobiernos, a pesar de todo, los primeros en abandonar su pose antiimperialista y en concluir como enemigos de la clase obrera y del pueblo. El proceso democrático se estancó en sus albores y, luego, caímos en un mayor predominio del imperialismo. Comprobamos, en carne propia, que los procesos democráticos y nacionalistas que no son dirigidos por el proletariado y transformados en un proceso socialista, concluyen siempre en la frustración y la derrota.
Al presente, el pueblo observa que desde la cumbre del poder un grupo de militares y civiles, que se autodenominan “nacionalistas revolucionarios”, levantan las banderas demo-
cráticas. Lo hacen solamente por la ausencia de la vanguardia revolucionaria. Son las banderas que en el pasado fueron enarboladas y traicionadas por los partidos y hombres que
vienen de la misma clase social.
6. Este nuevo proceso democrático y nacionalista, que se ha traducido en la nacionalización de la empresa imperialista Gulf Oil, en el monopolio de exportación de minerales por el Banco Minero y en la apertura de relaciones con varios países socialistas, la vigencia de limitadas libertades sindicales y otras medidas menores, nos recuerdan lo que hizo, en otra situación histórica, el gobierno del MNR., con la diferencia de que el actual gobierno lo hace al margen del pueblo y el movimientismo lo hizo impuesto por las masas movilizadas y bajo la vigilancia de la entonces poderosa Central Obrera Boliviana y de la Federación de Mineros. No obstante, el MNR. concluyó como agente del imperialismo norteamericano. Las limitaciones congénitas de la burguesía hacen que siempre hayan capitulado ante el amo del país del Norte.
No existe ninguna razón valedera para que los trabajadores y el pueblo se hagan ilusiones sobre el actual gobierno. Estamos seguros de que el curso democrático abierto y las medidas progresistas adoptadas por el gobierno, sólo podrán triunfar definitivamente a condición de que tal proceso pase a manos del proletariado.
Únicamente por este camino las tareas nacionales serán transformadas en socialistas, permitiendo a Bolivia convertirse en una comunidad altamente industrializada en beneficio directo del pueblo.
7. Resulta un vano intento tratar de repetir la experiencia del pasado, creyendo que nuestro país puede industrializarse dentro del marco del mundo capitalista. El desarrollo integral de nuestra economía, que se traduzca en una efectiva liberación nacional y social, sólo se materializará rompiendo con el imperialismo. La única forma de lograrlo es nacionalizar todos los medios de producción que están en manos del imperialismo y esto no podrá hacerlo más que el proletariado desde el poder.
Nuestra posición frente a los procesos democráticos dirigidos por la pequeña burguesía, no es otra que mantener nuestra independencia de clase, desde el momento en que dichos procesos no resuelven el problema nacional y menos las contradicciones de nuestra sociedad. La táctica de la clase obrera es entroncarlos con la estrategia final del socialismo. Nuestro objetivo es el socialismo y nuestro método para alcanzar dicha finalidad histórica es la revolución social que nos permitirá transformar el proceso nacionalista en socialista.
II. SOCIALISMO Y CAPITALISMO DE ESTADO
1.- Para nosotros, los trabajadores, la lucha antiimperialista tiene un único contenido: la lucha por el socialismo. Están equivocados aquellos que se afanan por darle otro contenido. Diariamente se viene especulando que el nacionalismo es ajeno tanto al capitalismo clásico como al socialismo. Se insinúa que es una política neutra entre ambos extremos, que llega a su punto culminante bajo la forma de capitalismo de Estado. Algunos teóricos de esta tendencia sostienen que la América Latina puede lograr su pleno desarrollo económico siguiendo el llamado “modelo nacional del capitalismo de Estado”, por la conciliación entre el capital privado (inversión privada) con la economía estatal. Ambas formas de economía, al no saslir del área del sistema capitalista, concluyen consolidando nuestro atraso y dependencia.
2. Antes y, sobre todo, después de la Revolución de Abril, Bolivia conoce, entre otras, una economía mixta de propiedad privada y propiedad estatal. Así, junto a Comibol, se tiene la minería privada, al lado de los Bancos Central, Minero y Agrícola, la reacción interna e internacional controla la gran Banca ; al lado del monopolio fiscal de la exportación se tiene la libertad del comercio exterior por parte de la Grace y otras empresas imperialistas de la minería mediana; la industria liviana está en manos de capitales privados, que, a veces, aparentemente tienen el sello de ser nativos.economía, al no salir del área del sistemaNo es suficiente decir que el capital privado es necesario a condición de que éste se acomode a los intereses de Bolivia, al margen de la simple ganancia. Un fenómeno semejante se presenta, igualmente, en la agricultura, entre la incipiente propiedad privada del minifundio y las formas de explotación comunitaria y cooperativista, así como las empresas capitalistas agro-ganaderas en el Oriente.
No debemos olvidar que Bolivia es, fundamentalmente, un país atrasado. Y es atrasado porque continúan pendientes de realización ciertas tareas democrático-burguesas. Por tal razón, está cerrada toda posibilidad de desarrollo económico integral dentro de las formas de una economía capitalista, sea ésta privada o estatal, o la llamada “concentración” de ambas, mientras no se rompa definitivamente con el imperialismo.
3. Nuestra única vía de desarrollo es el socialismo. Requerimos que todas nuestras riquezas fundamentales estén en manos del Estado y que el Estado esté en manos de la clase obrera. La estatización de los medios de producción debe acompañarse con la planificación de la economía. Ambos fundamentos de un régimen obrero nos permitirán salir a breve plazo del estancami-ento, que es mayor cada día que pasa, como mayor es también la miseria del pueblo boliviano.
No puede hablarse de que se puede “planificar” la producción nacional en medio del mar de contradicciones que es nuestra economía. La planificación económica es posible y necesaria cuando las riquezas las controla el Estado dirigido por el proletariado, especialmente la banca y el comercio exterior. Las formulaciones acerca del “capitalismo de Estado” se van evaporando y convirtiendo en cosa del pasado, se las abandona oficialmente como una concesión a las crecientes presiones ejercitadas por la derecha criolla y el imperialismo.
4. La experiencia de 1952-1964 nos enseña que una revolución para ser victoriosa no debe detenerse, sino continuar hasta el fin, y que el problema decisivo es la cuestión de saber qué clase controla el poder. No basta la acción insurgente de las masas, sino definir quién asume la dirección de esa insurgencia.
No basta la participación heroica de la clase obrera en los acontecimientos del país, sino la forma que asume esa participación y si ella actúa con su liderato y en pos de sus propios objetivos. Es preciso, en fin, que conquiste el rol hegemónico en el curso de la lucha, atrayendo hacia su lado a las masas campesinas y a los amplios sectores populares urbanos.
El problema que le plantea al proletariado boliviano es el de constituirse en una poderosa fuerza social y política independiente y actuar dentro de la apertura nacionalista y democrática para conquistar el poder. En este sentido los trabajadores rechazamos toda posibilidad de volver a la experiencia negativa del llamado ‘co-gobierno’, que cerró a la clase obrera el camino hacia la conquista de todo el poder, y que al haberse convertido en instrumento de control y freno de tos trabajadores en manos de la pequeña burguesía , terminó en el mayor de los desprestigios por la traición que significó al rol histórico del movimiento obrero.
III. LA OPRESION IMPERIALISTA
1.- El imperialismo es la fuerza regresiva y contrarrevolucionaria que se opone a las aspiraciones de liberación económica y social de los pueblos. La estrategia continental del imperialismo norteamericano es impedir que surja otra Cuba revolucionaria. El imperialismo es el atizador de las guerras, y en su intervencionismo no sólo avasalla soberanías, como ha sucedido en la República Dominicana, sino que arma y financia permanentemente a los grupos reaccionarios de cada país. Emplea para sus fines neocoloniales y contrarrevolucionarios a dictaduras militares sangrientas, de la misma manera que hace concesiones a grupos burgueses o pequeño burgueses claudicantes. Combina el reformismo con la represión antiobrera y antipopular. Teniendo una sola estrategia continental, afina su táctica en cada país, con la mayor flexibilidad.
2. A una década de la falsa política desarrollista, han agravado las penurias de las masas explotadas de América Latina, de la misma manera que ha aumentado la dependencia. Un capitalismo castrado, sin perspectiva propia y capacidad de auto-sostenimiento, es la figura del desarrollo alcanzado por nuestros paises bajo el yugo del imperialismo yanqui.
Con la política integracionista y la formación de bloques regionales, el imperialismo busca crear un mercado común a su servicio y para su enriquecimiento. A esos planes se someten los grupos burgueses y pequeño burgueses conciliadores bajo el señuelo de ‘asociación e iniciativa privada’. Los aprestos nacionalistas de algunos grupos descontentos de las clases dominantes o de la misma clase media, no logran zafarse del esquema neocolonial y del reformismo pregonado por la burguesía monopolista norteamericana.
3. El hecho de que el imperialismo sea el enemigo común de nuestros pueblos, la circunstancia de tener los países latinoamericanos un origen histórico común, la tendencia general que presenta el desarrollo parcial con sentido capitalista independiente, etc., hace de la lucha revolucionaria continental un proceso con aspectos similares, pese a las diferencias particulares originadas en el nivel alcanzado por cada una de nuestras repúblicas, además de que muestran como protagonistas principales del cambio histórico a las masas laboriosas, en especial a la clase obrera.
Las fuerzas revolucionarias de América Latina, al atacar al imperialismo, también se enfrentan a los ‘apoyos’ internos de éste , que no son otros que las oligarquías burguesas. Por eso entre la fase nacional liberadora y el socialismo no existe ninguna muralla inseparable. La experiencia cubana es aleccionadora al respecto.
IV. LA CONTRARREVOLUCION CONSPIRA COTIDIANAMENTE
1.- Si bien se ha abierto un proceso democrático limitado a través del golpe del 26 de septiembre de 1969, también es evidente que la contrarrevolución no ha sido aplastada ni mucho menos. Ella ha dejado el poder en forma parcial y simbólica. Sigue controlando la vida económica y política del país y, ante las medidas progresistas del gobierno, ha respondido cerrando filas para rechazar lo que considera el “peligro comunista”. Para los contrarrevolucionarios toda medida de corte nacionalista, que es sinónimo de medida democrático-burguesa, es una alarmante medida “comunista”.
2. El actual proceso es contradictorio: mientras el gobierno toma, por un lado, algunas medidas antiimperialistas y progresistas, por el otro adopta medidas proimperialistas y contrarias a los intereses nacionales y populares. El proletariado apoya todo lo que es positivo para la emancipación de nuestro pueblo y, al mismo tiempo, critica y combate aquellas medidas contrarias a las masas, luchando por imponer nuevas medidas antiimperialistas que nos conduzcan a una verdadera revolución en el camino de la emancipación nacional y el socialismo. Tal es la táctica de nuestra actuación frente al presente proceso, sin olvidar los objetivos finales de la clase obrera.
3. ¿Dónde se encuentra la contrarrevolución? En primer lugar, en el mismo gabinete y en el ejército. Hay ministros que representan los intereses del imperialismo y la contrarrevolución nativa. En el gabinete, unos cuantos civiles, siendo ajenos a la militancia orgánica revolucionaria y al movimiento real de las masas, adoptan posiciones progresistas, que no constituyen ninguna garantía para aplastar a la contrarrevolución que conspira a su lado. La suerte del gobierno depende exclusivamente de lo que diga y haga el Alto Mando militar. Mañana él puede disponer un cambio de orientación del gobierno y reemplazar a tales o cuales ministros. La orientación del gobierno no la define el pueblo ni el proletariado, sino el poder militar. Alrededor de esta fuerza política castrense, la única determinante hasta hoy en Bolivia, están los otros grupos reaccionarios, que saben que su porvenir depende de presionar y seducir a la jerarquía militar.
4. La gran prensa mercantil ha comenzado su campaña comunista, para crear el clima sicológico de la subversión reaccionaria. El tibio decreto para que los sindicatos de periodistas digan también lo que piensan no ha acortado el camino de la conspiración derechista en la que está embarcada la rosca burguesa. Los industriales nativos, sin mayor peso en la economía nacional y que viven de las migajas que les arroja el capital finan-ciero, han logrado organizarse en defensa de sus intereses y privilegios de clase. Como nunca lo hicieron antes, han realizado un congreso nacional (citaron, tal es su debilidad, hasta a los artesanos empobrecidos) con la finalidad de exigirle al gobierno que defina su orientación. Pese al discurso capitulador del Presidente, los industriales se mantienen en el barco de la contrarrevolución. Hay que identificar claramente al enemigo. La cabeza visible de la conspiración la constituyen la gran banca, los importadores y la minería mediana, controlados por el capital norteamericano, junto con la embajada yanqui, la CIA. y la burocracia imperialista que controla el país.
5. Las altas burocracias de Comíbol, YPFB, Corporación de Fomento, Empresa Nacional de Ferrocarriles, etc., viven en medio del lujo, el nepotismo y la explotación inhumana de losobreros (caso contrario de las minas nacionalizadas) y sin pivotes contrarrevolucionarios, ya que la defensa de sus privilegios coincide con la de sus cargos de gerentes, accionistas privados al servicio del imperialismo. Por otra parte, la Comibol, YPFB, continúan hasta el presente siendo puntales de la contrarrevolución, porque el pensamiento dominante en sus direcciones burocráticas considera que el trabajador debe limitarse a producir y obedecer, negándole el derecho de pensar y de hacer militancia sindical y política, la que a su juicio constitu-ye un crimen que debe ser castigado.
La nacionalización de las minas se pagó con las vidas de cientos de mineros asesinados por la oligarquía feudal burguesa. Los trabajadores lucharon porque las minas nacionalizadas sirvan a los sectores productivos y se conviertan en el núcleo de nuestra liberación. Este pensamiento obrero fue marginado de todos los gobiernos que pasaron por el poder desde 1952. La Comibol, contrariamente, se ha convertido en el Banco privado de los gobernantes de turno y en el refugio de los polí-ticos oportunistas, funcionando como nuevo super Estado minero. Y como se trata de la columna vertebral de la economía nacional, se ha transformado en el centro de la política contrarrevolucionaria.
6. Que la Comibol y YPFB. están al servicio de los intereses nacionales y populares no pasa de ser un engaño para ilusos. Por ejemplo: desde la fecha de la nacionalización y hasta el día de hoy, la Comibol es de propiedad de los hombres que han venido ocupando el Palacio Quemado. Atribuir la mala administración y el fracaso de la producción a los trabajadores, que nunca manejaron la Comibol, es el juego más artero de la derecha para confundir y engañar a la opinión pública.
Mientras se mantenga la actual estructura de Comibol y de YPFB. continuarán siendo los cuarteles generales desde donde se conspira contra el pueblo. Hay que considerar que el Gerente de una empresa minera o petrolera ocupa un lugar muy importante en la economía nacional y, por eso mismo, sus actos y pensamientos tienen fuertes repercusiones políticas dentro de la vida del país. Un miembro de la tecnocracia o burocracia puede provocar los mayores conflictos sociales y políticos, enfrentar al Estado y los sindicatos y allanar, así, el camino para el retorno de la contrarrevolución. Por lo tanto, la lucha de los trabajadores por expulsar de la Comibol y de YPFB a la rosca burocrática reaccionaria es un elemental deber de autodefensa nacional.
V. UNIDAD OBRERA ANTIIMPERIALISTA
1. En el presente período, la clase obrera tiene que adquirir un alto grado organizativo y convertir sus direcciones nacionales, medias y de base, en centros de vanguardia revoluciona-ria, capacitadas para llevar él actual proceso hacia el socialismo. La capacidad combativa del movimiento obrero se mide por su conciencia, por su unidad, por la capacidad y calidad de sus aliados y por su capacidad de dirección. Si los trabajadores no cuentan con un comando probado y forjado al calor de la lucha, sólo encontrarán derrota tras derrota.
Están equivocados aquellos que sostienen que las organizaciones sindicales deben limitarse a jugar el papel de sindicatos tradeunionistas, es decir, circunscritos a la lucha puramente económica. Sin abandonar la brega por el aumento del pan cotidiano, los trabajadores debemos intervenir en la vida política del país en nuestra condición de vanguardia revolucionaria.
No debe olvidarse que la tragedia boliviana no es otra cosa que la ausencia, en unos casos, y debilidad, en otros, de fuertes organizaciones obreras. El porvenir de Bolivia está en manos de sus heroicos trabajadores, porque somos los únicos que podemos sacarla definitivamente de su atraso y dependencia.
2. Para cumplir nuestra misión histórica, los trabajadores contamos con formas propias de organización: el sindicato, la dirección política revolucionaria y el frente antiimperialista. Contamos con nuestras propias banderas de lucha ideológica y con nuestros propios métodos de combate que conducen a la conquista de nuestro propio gobierno, que por ser el gobierno de los obreros será el gobierno más auténticamente nacional de país.
3. La Central Obrera Boliviana, a la que defenderemos contra toda tentativa divisionista, tiene que perfilarse como una certera, agil y esclarecida dirección proletaria de todos los trabajadores, donde se materialice la verdadera alianza con nuestros hermanos campesinos, los artesanos, los comerciantes minoristas, los intelectuales, los universitarios y los profesionales dentro de la más amplia democracia sindical. A su vez, la Federación de Mineros debe expresar la unidad y la conciencia de clase de los combativos trabajadores del subsuelo.
La unidad obrera y la fortaleza de nuestras organizaciones son la única garantía para que el actual proceso no sea estrangulado dentro del marco puramente capitalista, estancamiento que es sinónimo del retorno al poder de la contrarrevolución.
4. Para llegar al socialismo se plantea la necesidad de unir, previamente, a todas las fuerzas revolucionarias y antiimperialistas. La revolución popular antiimperialista está ligada a la lucha por el socialismo, el frente popular antiimperialista es la alianza obrero-campesina y de las masas de las ciudades en el plano político. En él confluyen todas las corrientes sociales y políticas que pugnan por un cambio a fondo de la situación boliviana, con la sustitución de las estructuras caducas en sentido antiimperialista y popular. La expulsión del imperialismo y la solución de las tareas nacionales y democráticas aún pendientes, harán posible la revolución socialista.
La clase obrera APOYA los aspectos antiimperialistas del nacionalismo, es decir, al nacionalismo del país oprimido que surge de las contradicciones de los sectores burgueses y pequeño burgueses frente al imperialismo. Pero, rechaza aquellos aspectos negativos que se expresan en el egoísmo nacional de estas clases, en la pretensión de erigirse en el explotador único de la clase obrera. No estamos de acuerdo con el nacionalismo que se esgrime para alimentar la colaboración de clases opuestas y obligar al proletariado a renunciar a sus objetivos propios, de la misma manera que condenamos aquel nacionalismo que sirve para alimentar la desconfianza y el odio entre los pueblos.
5. Los métodos y formas de lucha del proletariado deben acomodarse a los objetivos finales, no pudiendo existir contra-dicción entre fines y medios. La experiencia acumulada acerca de los métodos crueles de represión empleados por los enemigos de clase, nos enseña la necesidad de estar preparados para el empleo de todas las formas de lucha, incluyendo el uso de la violencia revolucionaria.
En cada situación histórica concreta definiremos si la preocupación fundamental radica en la educación y organización proletarias, en la movilización de las masas o en la preparación militar. La clase obrera aspira a la toma del poder y debe estar dispuesta a usar aún de la fuerza si así lo requiere su posición dentro de la correlación de fuerzas de las clases.
6. La clase obrera rechaza la prédica de la conciliación de clases y de la “paz social”, por ser contraria a su aspiración de conquistar el poder. La lucha de clases en un país atrasado como el nuestro, no niega la posibilidad de la alianza entre clases no antagónicas, hecho que nada tiene que ver con la política reformista del colaboracionismo.
La clase obrera, para transformarse en caudillo popular, levanta las reivindicaciones progresistas de los sectores mayoritarios y hace suyas las consignas nacionales que se refieren a enfrentar la acción sojuzgadora del imperialismo. La clase obrera ayudará a organizar a todas aquellas fuerzas sociales más postergadas y oprimidas del campo y las ciudades.
El proletariado, tanto en el plano sindical como en el político, ayudará a fortalecer la organización y conducta independiente de los demás grupos de trabajadores y pugnará por una política de unidad con los sectores avanzados de la intelectualidad, las masas estudiantiles y los sectores radicalizados de las capas medias. Sostendrá la política de pactos, pero su empeño principal estará dirigido a lograr una poderosa Central Obrera Boliviana.
VI. INTERNACIONALISMO PROLETARIO
1.- Siendo la causa de todos los trabajadores del mundo una sola, estrecharemos los lazos de amistad y ayuda recíproca, bajo los estandartes del internacionalismo proletario. Desarrollaremos amplia solidaridad con los movimientos de liberación nacional y la causa de los oprimidos. Condenamos el racismo y todas las formas de opresión nacional y social, de la misma manera que apoyamos al heroico pueblo vietnamita en su lucha contra el imperialismo norteamericano.
2. La clase obrera del mundo tiene su máxima conquista en el sistema socialista, régimen bajo el cual viven alrededor de mil millones de seres humanos. Este sistema socialista, formado por Estados donde los trabajadores se han convertido en la fuerza dominante, asume caracteres cada vez más decisivos para la marcha histórica de la humanidad.
El contenido de nuestra época es el tránsito del capitalismo hacia el socialismo y la lógica de la propia lucha de clases en escala mundial hace que converjan en un mismo sentido antimperialista los tres movimientos revolucionarios más importantes de nuestro tiempo: el socialismo ya triunfante, en un tercio del planeta, la lucha de la clase obrera y la protesta de las juventudes en los países imperialistas, y el movimiento de liberación nacional de los pueblos oprimidos.
3. Los trabajadores bolivianos llamamos a fortalecer la unidad de los trabajadores de América Latina para construir un mundo mejor. Llamamos a los trabajadores de los países hermanos del continente a unirnos dentro de una política independiente del proletariado, contra el imperialismo y las oligarquías reaccionarias, como la máxima garantía que nos conduzca a la liberación nacional, que se traduzca en la Patria grande que soñaron Martí y Bolívar. Hoy como ayer nuestra divisa sigue siendo ésta:
“¡LA EMANCIPACION DE LOS TRABAJADORES SERA OBRA DE ELLOS MISMOS!”
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