sábado, 31 de marzo de 2018

ISRAEL Y LA TEORÍA DE LA NACIÓN (*)


30-03-18
Int. No. 424.
ISRAEL Y LA TEORÍA DE LA NACIÓN (*)
La prensa internacional nos trae en los últimos días, cables y noticias impresionantes en torno a las sangrientas represiones que practica el aparato represivo del Estado israelí contra la población civil palestina que reclama la vigencia de elementales derechos humanos en los territorios arbitrariamente ocupados por Israel en la llamada Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén oriental.
Día a día podemos ver en los noticiarios, los movimientos y las acciones del ejército judío asesinando alevosamente a niños, jóvenes y ancianos palestinos cuyo único delito es no pertenecer al “Pueblo elegido de Dios”.
El pueblo palestino desde hacen varios años, está realizando la llamada “Intifada”, o lo que es lo mismo, la insurrección permanente hasta lograr el reconocimiento de los derechos nacionales palestinos. Todos estos problemas son de conocimiento público y no es necesario extendernos más en su consideración y análisis.
Lo que nos interesa ahora, es estudiar las reacciones de los defensores de los derechos humanos, de la democracia y la libertad cuando ocurren fenómenos de igual o similar naturaleza en otras latitudes del planeta. No encontramos en nuestra prensa, menos en la internacional que domina la información a nivel planetario, el menor comentario, los gobiernos no reaccionan “airados” contra el genocidio palestino y los “intelectuales” o escribas no redactan cartas ni mensajes “exigiendo” el respeto a los derechos humanos, censurando y condenando las atrocidades judías contra la indefensa población civil palestina. Los gobiernos de Europa occidental han pedido “moderación” a Israel y los Estados Unidos del gendarme Bush, es decir los “campeones de la democracia”, no abren la boca para decir una palabra en torno a la infamia.
La explicación es muy sencilla y no necesita ninguna profundidad de análisis. Israel es el gendarme imperialista en el corazón del Mundo Árabe, uno de los componentes principales del Tercer Mundo (junto a América Latina, África tropical y Asia.), ha sido creado por el maquiavelismo político de Winston Churchill con el pretexto de “compensar” los sufrimientos del pueblo judío ocasionados por el nazi-fascismo. El criterio parecería correcto, empero, ¿por qué tendrían que ser los palestinos los que paguen los platos rotos del fascismo? ¿En realidad qué tienen que ver en Palestina los judíos que por centurias han vivido y viven en la Europa occidental u oriental, así como en los Estados Unidos? Pues, nada, absolutamente nada.
El imperialismo norteamericano ha ideado pues una estrategia de agresión permanente contra el Tercer Mundo, e Israel es uno de los cancerberos, el perro de presa contra los pueblos árabes y para ello se ha inventado el cuento “bíblico” del hogar “nacional” judío, procediéndose a la usurpación de territorios palestinos a través de la guerra de agresión y la aniquilación de la nación palestina. Desde 1945, se ha creado un poderoso quiste agresivo y racista en Palestina con grandiosas inyecciones de ayuda extranjera de tipo económico, científico y tecnológico para hacer inexpugnable una fortaleza imperialista.
Naturalmente el proyecto que ha sacado de la nada una “nación” cuando ésta se encontraba totalmente disgregada por el tiempo, tiene todos los atributos de las naciones de sus propiciadores, es decir la “libertad” y la “democracia”.
Hay que hacer notar que la idea de construir un territorio para las víctimas del llamado “holocausto”, ha sido también compartida entusiastamente por José Stalin, que siempre apoyó la idea de un Estado multinacional palestino-judío en la Palestina histórica. Sin embargo, Stalin jamás pudo pensar que ese proyecto humano resultaría siendo un verdadero infierno para los palestinos en manos de sionistas asesinos y genocidas. De este modo, la democracia occidental, en el tipo judío, constituye un verdadero atentado contra el sentido común de cualquier ciudadano del mundo. Sin embargo, la infamia, en su grado más alto, no es denunciada como debiera serlo.
Pero veamos: en el Israel “democrático” existe un sistema representativo. Claro que sí, allá hay elecciones cada cuatro años y los gobernantes, todos judíos, son una representación “genuina” de la llamada voluntad popular. Empero, si la manipulación puede funcionar y funciona en muchas partes, es demasiado burda. La democracia israelí solamente permite el voto de los judíos y están prohibidos de él los palestinos, con las contadas excepciones de aquellos que sirven la política del Estado judío como sirviente.
Seguiremos pues viendo en las cámaras de televisión a los ejércitos del “pueblo elegido de Dios”, asesinando a niños, mujeres y ancianos con la bendición de los poderes mundiales, de las transnacionales de la información, de los gobiernos “democráticos” del mundo. Los pueblos del Tercer Mundo, hermanos de las víctimas palestinas, seguirán mascullando, momentáneamente, su impotencia frente a la manipulación, a la tergiversación, a la mala fe y al engaño que ahora ahogan a nuestros pueblos prisioneros de una ideología criminal que no puede durar mucho tiempo.
Israel, ese engendro del imperialismo, NO ES UNA NACIÓN.
La teoría de la nación más robusta y coherente, quiérase o no, sostiene que son varios los elementos constitutivos de la misma, entre ellos tenemos la formación histórica, lo que presupone una estabilidad, un comienzo y un fin; una comunidad de territorio, de lengua y de psicología que se resume en una comunidad de cultura y finalmente una estructura económica común que permite su supervivencia determinada en el tiempo y siempre tendiendo a la autodeterminación. (**)
Israel o lo que es lo mismo, la artificial nación judía, es un fenómeno del pasado, ya que a través del tiempo se disolvió desapareciendo de modo natural con el correr de los siglos, lo mismo ocurrió con una serie de naciones que se fueron asimilando a nuevas formaciones históricas nacionales, es el caso de los fenicios, de los etruscos, etc., sin embargo, sin embargo, si al correr de los siglos y los tiempos se deterioran los otros elementos constitutivos de la nación (territorio, lengua, comunidad económica, etc.), esta desaparece necesariamente. Dando paso a otras formaciones nacionales de conformidad al devenir histórico. En realidad, las “teorías” bauerianas constituyen apenas simples esfuerzos “teóricos” en favor de la “nación” judía y están construidas para reforzar ese objetivo exclusivamente y no tienen la seriedad para constituirse en una verdadera teoría de la nación.
Durante milenios los judíos sufrieron la llamada “diáspora” o dispersión que los regó literalmente por todos los continentes, especialmente Europa. Obsesionados por su “elegibilidad” divina, trataron siempre de conservar una identidad religiosa y por ello mismo crearon en torno suyo un ambiente de recelo en todas las formaciones sociales y nacionales que los habían acogido, pero al margen de todo esto, se llegaron a disolver en esas formaciones nacionales y ese proceso hubiera continuado de un modo natural de no intervenir la mano diabólica del imperialismo que aprovechó esas especialísimas circunstancias para los fines agresivos de incrustar una cuña reaccionaria en el cuerpo del mundo árabe.
Los grandes pensadores de origen judío propiciaron una reunificación de la vieja y extinta nación judía, justamente por su inviabilidad y porque estaban conscientes de los fenómenos de la asimilación histórica. Es el caso destacado de un Albert Einstein que claramente señalaba:
“Si no logramos encontrar el camino de la honesta cooperación y acuerdos con los árabes, es que no hemos aprendido nada de nuestra vieja odisea de dos mil años, y mereceremos el destino que nos acosará” (***); de un Karl Marx, de un Georg Lukacs, de un Sigmund Freud y de tantos hombres de avanzada que seguramente hoy estarían en las primeras filas de la condena y el repudio de los crímenes de sus “connacionales” en Palestina.
No señores judíos, la nación palestina, la heroica nación árabe que hoy soporta un extraño hitlerismo judío, sabrá sacudirse de este nuevo yugo imperialista borrando del mapa a este engendro de la agresión, el racismo y la infamia, dejando al verdadero pueblo judío vivir junto a su hermano árabe en un Estado multinacional de nueva democracia.
Notas.
(*) “CRÍTICA”. Semanario independiente de información política especializada. 2da. Semana de junio de 1990. Pág. 18.
(**) Roger Garaudy. En su artículo: “Israel, sionismo y anti semitismo. Los mitos fundacionales de la política israelí”, cita este párrafo de nuestro trabajo sobre “Israel y la Teoría de la Nación”.
(***) Internet. Einstein. Wikipedia.
Este artículo fue escrito en mayo 25 de 1990.
Corregido y aumentado en 30-03-18.

PCmlm.

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