jueves, 23 de junio de 2016

LA CIENCIA POLITICA Y LA POLITOLOGÍA

24-06.16
N. No. 384.
LA CIENCIA POLITICA Y LA POLITOLOGÍA



Se ha publicado por parte del Instituto de Investigaciones en Ciencia Política, dependiente de la Carrera de Ciencias Políticas que constituye con la Carrera de Derecho, la Facultad, una historia  de la misma con la autoría de los licenciados Ramiro Antonio Bueno y Gualberto Torrico Canaviri.

La publicación tiene el mérito de ser una reseña histórica muy honesta y fiel a la realidad de la fundación y el desarrollo posterior de la Carrera y en ese sentido es muy fácil comentar la misma desde un punto de vista diferente al de los autores.



Lo primero y lo más esencial de la postura asumida por los autores es su sinceridad en cuanto a clasificar las etapas del desarrollo de la misma  que sin embargo, pretende descalificar cualquier criterio discrepante como si se pudiera sostener que existe solamente una ciencia política “verdadera” y por lo tanto científica, académica, además de “moderna”, frente a otras que no son ni científicas, ni académicas y menos “verdaderas”.

Empero, vamos por parte. Efectivamente se sostiene que la Carrera fue una idea que fue madurando desde mediados de la década de los años 70, por parte de Alipio Valencia que presentó un proyecto para la creación de una carrera específica de ciencia política diferente de la Carrera de Derecho. 

Después de esa inspiración inicial, se explica que fue la corriente marxista la que predominó en los pensums y en la orientación general de la Carrera.  Se indica que fue un grupo de abogados los que iniciaron el proyecto inspirados en los tiempos de salida de los regímenes dictatoriales que habían incluso intervenido las universidades cerrando el primer experimento de fundar la Carrera y se iniciaban los gobiernos de la democracia liberal y burguesa. Naturalmente los autores que pretenden una ciencia política “verdadera” no conciben otra democracia que no sea la democracia neoliberal imperante desde fines de la última década del siglo pasado hasta la emergencia del Estado Multinacional.

No estaban los autores muy lejos de la realidad, en efecto cuando se cita al Dr. Isaac Sandoval Rodríguez como uno de los co-fundadores junto al Dr. Echazú, se está reconociendo el mérito de los indicados catedráticos.

Cuando los autores pasan a criticar la orientación marxista de la Carrera en sus primeros tiempos, comienzan a elaborar toda ideología política basada estricta y fielmente en la tendencia anglo-sajona de la política. Es pues necesario ingresar a la crítica profunda del texto que, en nuestro criterio, es una muestra de la sumisión académica de la politología boliviana a la tendencia funcionalista, al orden mundial de dominación que se hace presente en Bolivia precisamente con los regímenes neoliberales que detentan el poder desde 1985. La gran contradicción que aparece claramente en el texto es un notorio rechazo al neoliberalismo, pero una adhesión militante a su expresión ideológico-política.
Veamos el aspecto principal de nuestra crítica a la investigación.

Como toda disciplina integrante del continente de la Ciencia Social, La Ciencia Política no puede sino presentar en su seno distintas tendencias y escuelas de pensamiento. Una de las características principales y más importantes del continente social es su carácter tendencial, la irregularidad de sus resultados y la aproximación antes que la comprobación experimental. La ciencia política, así concebida, se presenta como una suma y complejo  de escuelas diferentes de pensamiento político. Es sumamente pretensioso adjudicar a una tendencia y la más conservadora, el carácter de “la” ciencia política verdadera, académica y moderna. 

En ese sentido la pretensión de verdad última de parte de la politología, no es más que un reflejo harto limitado de descalificación de la tendencia marxista de estudiar la política como la ciencia de la dominación, en el seno de las formaciones sociales.

Veamos cómo ven la ciencia política nuestros autores:

“El VI Seminario definió la nueva visión en la formación profesional del politólogo. Puso fin al perfil del cientista político ideológico y teórico de la revolución, abriéndose paso al perfil del profesional politólogo, gestor público y técnico, en el marco de la democracia. Si bien en los siguientes años la malla curricular conservó las materias anteriores, el plan de estudios de 1996 reflejó el cambio radical y fundamentalmente diseñado en 1992, de enfoque, de estrategia metodológica. Se dejó el marxismo como marco conceptual para interpretar la vida política boliviana… La modernización de la democracia estaba en curso. Una de las leyes promotoras de la misma fue la participación popular (Ley 1551) que propuso la municipalización del Estado. El marxismo ya no era suficiente para explicar estas nuevas realidades. Ese abandono se fue gestando desde mediados de los años 80”. (1).

De modo que para los autores el marxismo había “muerto” y Fukuyana era el “vencedor”.

Pero escuchemos que nos dice al respecto el gran marxista Nikos Poulantzas:

“Este sistema de proposiciones (las proposiciones marxistas respecto al poder político) es rechazado en particular por Foucault y Deleuze y sustituido por una visión que diluye y dispersa el poder en innumerable micro-situaciones, subestima considerablemente la importancia de las clases e ignora el papel central del Estado…  Pero sobre estos puntos dichos autores enlazan con una vieja tradición de la sociología y de la ciencia política anglo-sajona: la de un desplazamiento del centro del análisis del Estado hacia el “pluralismo de los  micro-poderes”, del funcionalismo al institucionalismo, de Parsons a Merton, Dahl, Lasswel y Etzioni, que han desarrollado explícitamente todos esos puntos.  Es una  tradición relativamente desconocida en Francia (jurídico), solo este desconocimiento, ligado al provincialismo bien conocido del campo intelectual francés, permite presentar esos análisis como novedades, cuando en realidad constituyen las antiguallas más tradicionales que pueda haber… No deja de ser notable que este discurso tendente a hacer invisible el poder, al pulverizarlo en la capilaridad de micro redes moleculares, tenga éxito sabido en un momento en que la expansión y el peso del Estado alcanza un grado son precedentes”. (2)

Coincidimos plenamente con el autor marxista sobre las concepciones del viejo Parsons y su pretensión de pulverizar y diluir el Estado en beneficio de una ciencia política microscópica.

Leamos con detenimiento el argumento central de los autores de la Historia de la Carrera de Ciencias Políticas:

El VI Seminario habría definido la nueva visión en la formación profesional del politólogo.
Se habría puesto fin al perfil del cientista político como teórico de la revolución.
Se habría abierto paso el perfil del profesional del politólogo, gestor público y técnico, en el marco de la democracia.

Se habría dejado el marxismo como marco conceptual para interpretar la vida política boliviana.
Estaba en curso la modernización de la democracia.
El marxismo ya no era suficiente para explicar estas nuevas realidades.

Analicemos punto por punto:

Primero: la cuestión de la Democracia. Para nuestros autores a partir de la etapa neoliberal, mediados de la década 80, se modernizó la democracia con los regímenes neoliberales de Paz Estenssoro, Jaime Paz y Hugo Bánzer. Para confesión de parte relevo de prueba. No necesitamos una prueba más concluyente de la coincidencia plena de la posición política de los autores con los regímenes neoliberales derrotados por los pueblos bolivianos en las jornadas de octubre de  2003.
Segundo: se dejó el marxismo, el marxismo ya no era suficiente para explicar estas nuevas realidades. ¿Cuáles fueron las nuevas realidades? La participación popular, la ley 21060, el gonismo masacrador y la privatización (capitalización) de las empresas estatales para entregarlas a las transnacionales del petróleo, las comunicaciones (Entel), la minería (Comibol), los transportes (Ferrocariles y línea Aérea-LAB), serán las nuevas realidades interpretadas por la politología anglo-sajona.
Tercero: se asumía plenamente la escuela  (antigualla según Poulatzas) anglo-sajona de los conservadores norteamericanos a la cabeza del viejo y desprestigiado  Talcott Parsons y sus compinches, que pretenden inútilmente enterrar el marxismo y cuando éste vive vigoroso en las luchas de los pueblos del mundo entero contra el imperialismo narcotraficante y terrorista. Consecuentemente, la Politología anglo-sajona sería la más adecuada para interpretar la realidad boliviana. Parsons y sus muchachos conocerían más nuestra cultura que los marxistas nativos.
Cuarto. El Estado, el Poder Político, la Revolución, las Clases Sociales, las Naciones y hasta el Cambio Social serán ignorados, pensando que con su ignorancia desaparecieron esos sujetos básicos como objetos de estudio de la auténtica ciencia política.
Es ésta la última consideración de nuestra parte en respuesta a la “Historia” de la carrera, que como historia descriptiva está muy bien, pero que esencialmente denota un entreguismo y cipayismo intolerable de los pretendidos propietarios y dueños de la Política y de su ciencia.

Jorge Echazú Alvarado.
Fundador y ex-director de la

Carrera de Ciencias Políticas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario