20-04-16
Int. No. 325.
LA
DEMOCRACIA EN EL BRASIL
No
es la primera vez, ni será la última en la que comentemos problemas políticos
como los que están ocurriendo en el
Brasil del Partido de los Trabajadores (PT), de Lula Da Silva y Dilma
Rouseff.
Siempre
y en todo momento la palabra “democracia” ha inundado los comentarios y los
análisis políticos para tratar de comprender lo que realmente ocurre en
procesos del tipo brasileño. En realidad, ¿quiénes son los demócratas?
Si
todos al unísono proclaman ruidosa y persistentemente su democratismo,
entonces, ¿dónde podemos encontrar a los que se encuentran en contra de la
democracia? No los encontramos por ninguna parte. Ese lamentablemente es el
problema central de la discusión política en el Brasil y en todos nuestros
países.
De
una vez por todas es necesario precisar el concepto mismo de la democracia,
comenzando por sostener que la DEMOCRACIA
no puede existir en el sistema mundial del capitalismo. Este sistema
mundial, es decir el Modo de Producción Capitalista y su etapa culminante en
decadencia, el imperialismo, son
intrínsecamente anti-democráticos. Por
mucho que lo pregonen por todos los
medios y convenzan a una gran parte de la población de nuestros países.
Otro
tanto ocurre con el fenómeno capitalista de la corrupción. La corrupción es otro fenómeno intrínsecamente
ligado al sistema capitalista de producción porque el dinero lo corrompe todo y
de eso está completamente convencida la sociedad y la comunidad mundial. Empero se insiste en la posibilidad de construir
gobiernos “honestos” y libres de la
corrupción. Eso, mal que nos pese, no ocurre ni ocurrirá nunca mientras
subsista el capitalismo y su prolongación imperialista.
Si
bien se puede establecer una diferencia entre la corrupción de un gobierno
neoliberal, conservador o neoliberal con la corrupción en un gobierno popular,
progresista e inclusive anti-imperialista, la diferencia es simplemente de
grado. La corrupción subsistirá campante
llevándose por delante a todos los
demócratas.
Sostenemos
que sí hubo corrupción en el Brasil de Petrobras y en el Gobierno de Cristina
Fernández y como los medios que son empresas capitalistas, se encargan que
hacer de la corrupción de los gobiernos progresistas aparezca como gigantesca
mientras la otra corrupción se la oculta debajo de la alfombra.
No
nos regocijamos ni mucho menos de la derrota del Brasil de Dilma Rousseff ni la
Argentina de Cristina, pero debemos señalar que solamente un gobierno
revolucionario radical que cambie la política contemplativa de los gobiernos
progresistas puede dirigir a los pueblos a su verdadera independencia y a la
vigencia de la DEMOCRACIA.
PCmlm.
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