EE.UU.: LA EMBOSCADA CONTRA VENEZUELA
por Eva Golinger
12 de nov. de 2015
Operaciones clandestinas, investigaciones secretas, acusaciones criminales, financiamiento multimillonario, guerra psicológica y provocaciones militares. Es la emboscada desde Estados Unidos contra Venezuela.
12 de nov. de 2015
Operaciones clandestinas, investigaciones secretas, acusaciones criminales, financiamiento multimillonario, guerra psicológica y provocaciones militares. Es la emboscada desde Estados Unidos contra Venezuela.
Durante el último año, el
Gobierno de Estados Unidos ha gastado más de 18 millones de dólares en
financiamiento público para grupos antigubernamentales en Venezuela,
alimentando el conflicto en el país suramericano y manteniendo viva una
oposición sin unidad ni apoyo significativo. Solo desde la Fundación Nacional
para la Democracia (National Endowment for Democracy, NED) durante el año
2014-2105, casi 3 millones de dólares fueron entregados a organizaciones
opositoras en Venezuela, enfocadas en la campaña para las elecciones
parlamentarias previstas para el próximo 6 de diciembre. Por ejemplo, 125.000
dólares fueron entregados al grupo opositor Súmate, creado por la NED en
Venezuela en 2003 para liderar un referéndum revocatorio contra el presidente
Hugo Chávez. Ahora esos 125.000 dólares están financiando la iniciativa de
Súmate de influir sobre los miembros de centros electorales a nivel nacional
durante las próximas elecciones en diciembre, una injerencia flagrante. Otros
400.000 dólares han sido entregados a un programa para “apoyar miembros de la
Asamblea Nacional y el desarrollo de políticas”. Y hay más de 40.000 dólares
dedicados a “monitorear la Asamblea Nacional de Venezuela”. ¿Qué derecho tiene
un organismo extranjero de ‘monitorear’ el cuerpo legislativo de otro país?
Peor aún es cuando grupos internos reciben el dinero de un Gobierno extranjero
para espiar en contra de su propio Gobierno.
Los aportes de la NED para
alimentar el conflicto en Venezuela también incluyen casi medio millón de
dólares (410.155 dólares) para “mejorar las capacidades estratégicas
comunicacionales de organizaciones políticas a través de medios alternativos”. En
particular, esta enorme cantidad de dinero está financiando el uso de redes
sociales para proyectar la visión antigubernamental en espacios que influyen a
nivel internacional. Otros 73.654 dólares de la NED han sido utilizados para
“fortalecer la capacidad técnica y promover la libertad de expresión y derechos
humanos a través de Twitter”. Y 63.421 dólares para “entrenar sobre el uso
efectivo de redes sociales y medios alternativos”. Las redes sociales se han
convertido en un campo de batalla en Venezuela, donde tanto el Estado como la
oposición las utilizan para promover sus agendas. No obstante, el dinero de la
NED revela que detrás de la supuesta oposición “independiente” en Venezuela,
está el Gobierno de Estados Unidos.
No es coincidencia que durante el
último año, Estados Unidos y sus aliados han criticado fuertemente al Gobierno
del presidente Nicolás Maduro por presuntas violaciones de derechos humanos.
Pues hay más de 474.000 dólares de la NED dedicados a financiar grupos
opositores en Venezuela que “documentan y diseminan” información sobre la
“situación de derechos humanos”, incluyendo la preparación de denuncias contra
el Gobierno venezolano en instancias internacionales, entre otras tareas.
Cuando un Gobierno extranjero financia a supuestas ONG para montar informes
contra su propio Gobierno con la intención de desacreditarlo a nivel
internacional, no es objetivo ni confiable.
Además de los millones de dólares
entregados de la NED, una fundación creada por el Congreso de Estados Unidos en
1983 para “hacer el trabajo que la CIA ya no podía hacer públicamente”, el
Departamento de Estado y su Agencia Internacional de Desarrollo de Estados
Unidos (USAID), ha dedicado más de 15 millones de dólares a la oposición en
Venezuela durante el periodo 2014-2015. En el presupuesto de Operaciones
Exteriores del Departamento de Estado para el año fiscal 2016, que comenzó en
octubre 2015, están apartados 5,5 millones de dólares para “defender y
fortalecer prácticas democráticas, instituciones y valores que apoyan los
derechos humanos en Venezuela”. Según el presupuesto ya aprobado por el
Congreso, gran parte de esos 5,5 millones de dólares serán utilizados para
“ayudar a la sociedad civil promover la transparencia institucional, el proceso
democrático y la defensa de los derechos humanos”.
El uso del término ‘sociedad
civil’ por parte del Gobierno de Estados Unidos en referencia a Venezuela
significa ‘la oposición’. Estas mismas agencias estadounidenses también
financiaron y apoyaron a la llamada ‘sociedad civil’ en Venezuela durante el
golpe de estado contra el presidente Hugo Chávez en abril 2002, una ‘sociedad
civil’ que utilizó francotiradores para matar a personas inocentes para
derrocar a un presidente democráticamente electo y luego imponer una dictadura.
Gracias a la verdadera ‘sociedad civil’ en Venezuela, mejor conocida como el
pueblo, esa oposición antidemocrática no logró su objetivo.
MISIÓN ESPECIAL DE
INTELIGENCIA
Muchas de las actividades del
Gobierno de Estados Unidos orientadas hacia Venezuela han originado en una
oficina clandestina, creada en el 2005 bajo la reestructuración de la comunidad
de inteligencia de Estados Unidos. En esa transformación de la estructura de
inteligencia, fue también creada la Dirección Nacional de Inteligencia, encargada
de coordinar las 16 agencias de inteligencia del Gobierno estadounidense. El
primer director nacional de Inteligencia, nombrado por el entonces presidente
George W. Bush, fue John Negroponte, un nombre bastante conocido en América
Latina por su papel en las guerras sucias en Centroamérica en los 80, y su rol
principal en el escándalo Irán-Contra.
En respuesta a las
recomendaciones de la Comisión de Armas de Destrucción Masiva y la Ley de
Reforma de Inteligencia y Prevención del Terrorismo del 2004, Negroponte
estableció la figura de “misiones gerenciales” para temas de alta prioridad
estratégica y desafíos de inteligencia para Estados Unidos. La Misión Gerencial
para Cuba-Venezuela fue una de solo tres misiones dedicadas a países. Las otras
dos eran las misiones para Irán y Corea del Norte, enemigos declarados de
Estados Unidos. El hecho de incluir a Venezuela en una misión orientada a la
lucha contra las armas de destrucción masiva y el terrorismo evidencia que es
una alta prioridad de seguridad y defensa para Washington, aunque fundamentado
en conceptos absurdos y erróneos.
El primer encargado de esa misión
gerencial para Cuba-Venezuela fue el veterano de la CIA Norman A. Bailey, un
experto en las tácticas y estrategias de inteligencia durante la Guerra Fría.
Pero Bailey solo duró un año, y a su salida confesó que la oficina estaba casi
abandonada, sin recursos ni personal. No obstante, entró un nuevo encargado,
Timothy Langford, con su carrera de más de 25 años en los servicios
clandestinos de la CIA, para renovar la Misión Gerencial Cuba-Venezuela y
activarla de nuevo.
Documentos secretos parcialmente
desclasificados revelan la importancia dada a la Misión Gerencial para
Cuba-Venezuela desde la Dirección Nacional de Inteligencia de Estados Unidos.
En un documento clasificado como “Ultrasecreto” (Top Secret) del 2008, el
director de Inteligencia destacaba como una meta clave, la “identificación y
manejo de ‘centros de excelencia’ para suministrar inteligencia relevante,
oportuna y auténtica sobre Irán, Corea del Norte y Cuba-Venezuela”. Otro
objetivo era “crear una estrategia de inversión para Irán, Corea del Norte y
Cuba-Venezuela orientada a fortalecer análisis, colección y explotación”. Y
también se apuntaba al comienzo de “una campaña de planes contra programas y
redes específicos en Irán, Corea del Norte y Cuba-Venezuela”. En el mismo
documento secreto, que es una justificación de presupuesto del 2008, se hace
referencia a la creación de un “Fondo de Iniciativas Cuba-Venezuela” para
fomentar nuevas capacidades en la comunidad de inteligencia estadounidense para
analizar, recolectar y explotar información relevante sobre ambos países.
Otro documento ultrasecreto,
parcialmente desclasificado del año 2009, revela una estrategia de la Misión
Gerencial Cuba-Venezuela de “desarrollar análisis sobre transiciones de
liderazgo”, haciendo referencia específica al Plan de Transición a la
Democracia para Cuba, y las iniciativas para derrocar al Gobierno de Hugo
Chávez en Venezuela. En un testimonio ante el Comité de Inteligencia del Senado
de Estados Unidos en 2009, Timothy Langford hizo referencia a las operaciones
que estaban realizando desde su oficina a través del “Centro de Fusión de
Inteligencia” en Colombia, un núcleo de espionaje que fusiona las capacidades
de la NSA, CIA, DEA e inteligencia militar (DIA). Fue desde ese centro que
fuerzas estadounidenses comandaron el ataque contra el líder de las FARC, Raúl
Reyes, violando territorio ecuatoriano el 1 marzo 2008.
Para el año 2011, la
Misión Especial para Cuba-Venezuela aún existía, aunque la información sobre
sus operaciones y actividades ha sido, desde entonces hasta hoy, totalmente
secreta. Y aunque su presupuesto no ha sido desclasificado en detalle, en 2015
la Dirección Nacional de Inteligencia tuvo un presupuesto por encima de 53.000
millones de dólares. Como la misión especial dedicada a Venezuela ha sido una
de las prioridades de esa Dirección, sin duda han invertido miles de millones
de dólares a sus operaciones.
A lo largo de estos años, hubo
múltiples denuncias sobre atentados contra el Gobierno venezolano, contra el
presidente Hugo Chávez y más recientemente, contra el presidente Nicolás
Maduro. También hubo decenas de incursiones no autorizadas de aviones de
espionaje de Estados Unidos, provocaciones que han incrementado las tensiones
entre ambos países. Para algunos analistas, el fallecimiento del presidente
Chávez a causa de una enfermedad tan agresiva y abrupta es causa de sospecha,
aunque hasta la fecha no ha salido evidencia para comprobar alguna teoría de
asesinato.
ALERTA
Durante las últimas semanas, en
la víspera de las elecciones parlamentarias el próximo 6 de diciembre, se ha
intensificado los ataques contra Venezuela en la gran prensa mundial.
Reportajes sin fundamento ni evidencia siguen saliendo en medios como ‘The New
York Times’, ‘The Washington Post’, ‘The Wall Street Journal’ y otros, acusando
a figuras e instituciones claves del Gobierno venezolano de corrupción,
actividades ilícitas, lavado de dinero, mal manejo de fondos, narcotráfico y
violaciones de derechos humanos. En la mayoría de los casos, no hay ninguna
prueba presentada para evidenciar esas graves acusaciones, pero el impacto
mediático resulta ser muy efectivo.
Todos estos millones de dólares
invertidos en el fomento de un conflicto interno en Venezuela y en operaciones
clandestinas de los servicios de inteligencia de Washington que están dedicadas
a desestabilizar al país indican algo fundamental: hay que estar alerta. Hay
investigaciones en marcha y montajes preparados que están ya esperando al
próximo que caiga en la trampa. Cualquier espacio cedido será tomado.
Cualquiera que se equivoque o abuse de su poder sin rectificar pone en riesgo
la continuidad y credibilidad de la Venezuela soberana e independiente. El
juego es en serio.
No hay que olvidar nunca que
Venezuela tiene las más grandes reservas del petróleo en el planeta y siempre
será blanco de los más poderosos intereses de nuestro mundo. Es hora de cerrar
filas, de no dejarse distraer por intrigas, egoísmos, avaricias y trampas. El
objetivo detrás de esas emboscadas no es la persona que caiga, el objetivo
final es Venezuela.
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