Periodista comprado
Página 12
Libia, febrero de 2011. Los diarios “serios” del mundo anunciaban,
con títulos alarmantes, que Muammar Khadafi estaba bombardeando a su pueblo,
que iba a envenenar las aguas del país y que por las calles corrían ríos de
sangre. Salvo voces solitarias como la de Jordán Rodríguez, corresponsal de la
venezolana Telesur, los medios masivos de gran tirada repetían la noticia sin
chequear su veracidad. Peor aún: publicaban falsedades a sabiendas, por dinero,
con el objetivo de crear el clima propicio para que Naciones Unidas, pocas
semanas después, el 17 de marzo de 2011, autorizara los bombardeos de la OTAN
sobre Libia.
Así lo confiesa Udo Ulfkotte, uno de los más prestigiosos
periodistas alemanes, en su libro Periodistas comprados (Gekaufte Journalisten,
Editorial Kopp), un éxito de ventas. En su libro, Ulfkotte admite haber
aceptado coimas para escribir, entre muchos otros artículos tendenciosos, uno
donde denunciaba supuestos planes de Khadafi para usar gas venenoso contra su
pueblo. “En innumerables ocasiones puse mi firma en notas que me entregaron los
servicios de inteligencia de Estados Unidos, de Alemania o de la OTAN. Mentí,
traicioné, recibí sobornos y oculté la verdad a la opinión pública. No hacía
periodismo sino propaganda. Me avergüenzo aunque sea tarde para revertirlo.” Y
advirtió: “Hoy pasa lo mismo: hay periodistas sobornados para mentir y
convencer a la gente sobre la necesidad de una guerra contra Rusia”.
Ulfkotte acaba de cumplir 55 años. Estudió jurisprudencia y
ciencias políticas en Freiburg y Londres. Tiene 25 años de periodismo, 17 de
los cuales fue editor de uno de los diarios más importantes de Alemania, el
Frankfurter Allgemeine Zeitung. Como corresponsal de prensa vivió en Irak,
Irán, Afganistán, Arabia Saudita, Egipto, entre otros países de Medio Oriente.
Políticamente se ubica en el nacionalismo de derecha, lo que explica la furia
que siente por lo que él considera la “colonización” de Alemania y Europa por
parte de EE.UU. “Alemania se ha convertido en un país bananero”, remacha una y
otra vez. Fue colaborador del ex canciller Helmut Köhl y en la actualidad se
identifica con el movimiento racista antiislámico Pegida.
Según documenta en su libro, en parte autobiográfico, hay un
tráfico de sobres que van desde la embajada estadounidense, en Berlín, hasta
las principales redacciones de los medios alemanes. “Pasan la información o
directamente mandan redactado el artículo o el editorial que quieren publicar.”
Inmediatamente ofrece una lista hiperdocumentada con nombres y apellidos tanto
de los periodistas (se incluye) como de las organizaciones que hacen “lobby”
para instalar en la opinión pública lo que será el “sentido común predominante”
en coincidencia con los puntos de vista de EE.UU. o la OTAN. El esquema –dice
Ulfkotte– se repite para los programas de radio y televisión. “Salvo pocas
excepciones, las redacciones europeas son sucursales de los servicios de la CIA
y de la OTAN.”
¿Cómo reaccionó el poder mediático?
“Cuando los abogados del Frankfurter Allgemeine Zeitung supieron
que el libro estaba en imprenta me enviaron una carta advirtiéndome sobre las
consecuencias legales que enfrentaría por publicar nombres y secretos. Ellos
saben que yo tengo pruebas de todo”, dijo el periodista en una entrevista al
diario Russia Insider. Y por supuesto su libro, que desde octubre del 2014 es
best seller en Alemania, apenas si es conocido en el resto del mundo. “Ninguna
de las empresas mediáticas permite hacer notas sobre ‘Periodistas comprados’
–aseguró al diario ruso–. Ningún periodista puede hacer una bibliográfica sin
arriesgarse a quedar sin trabajo. Por lo tanto estamos ante un libro que es un
éxito editorial en ventas pero a ningún periodista le es permitido escribir o
hablar de él.”
¿Por qué decidió Ulfkotte dar este paso? “No tengo hijos y estoy
enfermo”, explicó. “Mi salud quedó seriamente dañada después de un ataque con
gas en 1988 en Irán. Tuve tres paros cardíacos. Lo pensé durante cuatro años y
me decidí a escribir la verdad sobre lo que hacen los medios y los periodistas
alemanes. Ahora, están buscando una guerra en Europa con el pretexto de
Ucrania. Y eso me preocupa. No quiero más guerras. No quiero ser parte del
largo brazo de propaganda de la OTAN. No quiero apoyar el belicismo. Estoy
preparado para asumir las consecuencias.” Luego bromeó con el periodista del
Russia Insider: “Tal vez tenga que terminar pidiendo asilo en Rusia como el ex
espía norteamericano Edward Snowden”.
Sobre el conflicto en el este de Ucrania, Ulfkotte cree que la
manipulación de la noticias es masiva. Según él, no hay dudas de que, cuando el
semanario alemán Der Spiegel publicó la información de que el Boeing malayo
(vuelo MH 17) fue derribado sobre Ucrania por un misil ruso, lo hizo bajo el
dictado de los servicios especiales aunque sin presentar ninguna prueba.
Ulfkotte recuerda que esa noticia sirvió de pretexto para que Occidente
impusiera sanciones económicas contra Rusia, algo que para él debe ser
interpretado directamente como “una declaración de guerra económica a gran
escala, luego complementada con la reducción artificial del precio del petróleo
y la depreciación del rublo, todo orquestado con el mismo fin”.
Tres meses después de editado, el libro de Ulfkotte sigue siendo
casi desconocido, mientras la guerra en el este de Ucrania avanza. Este fin de
semana, en el marco de la Conferencia de Seguridad de Munich, Europa remozó su
doctrina militar bajo el ojo vigilante y los buenos consejos de EE.UU.,
representado por su vicepresidente, Joe Biden, y su canciller, John Kerry. Uno
de los debates se centró sobre la entrega o no de armas a Ucrania. EE.UU.
apostó por la opción bélica. La canciller Angela Merkel rechazó de plano la entrega
de armas. Pero el presidente ucraniano, el prooccidental Petro Poroshenko, usó
el foro de Munich para mostrar unos pasaportes rusos que supuestamente portaban
soldados en el este de Ucrania. ¿Casus belli? Veremos en pocos días el
desenlace.
* Periodista y escritora especializada en política internacional.
Fuente original: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-265885-2015-02-11.html
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