sábado, 15 de noviembre de 2014

EL MURO DE BERLÍN, SU CAÍDA Y LAS INTERPRETACIONES REACCIONARIAS

12-11-14
Int. No. 233.

EL MURO DE BERLÍN, SU CAÍDA Y LAS INTERPRETACIONES REACCIONARIAS

En estos días se conmemoran 25 años de la caída y destrucción del famoso Muro de Berlín, levantado en 1961, por órdenes del tristemente célebre dirigente soviético de origen ucraniano Nikita S. Kruschov.

Todos los análisis que se están realizando actualmente, comenzando por el escritor Ignacio Ramonet y también por Walter Martinez y su programa Dossier así como los reportajes raramente distorsionados de TeleSur, se los plantea como un gran acontecimiento histórico de trascendencia mundial.

Nadie puede negar que el hecho tenga trascendencia mundial, empero una trascendencia que muestra la conclusión de un experimento que, teniendo las más grandes proyecciones de liberación de la humanidad, se vio truncado y traicionado por la figura tétrica y al mismo tiempo ridícula del dirigente soviético.

Como se debe comprender, no se trata, ni mucho menos de “defender” la existencia del Muro. Muy por el contrario, la construcción de esa obra que muestra la debilidad de un mundo que ya había sido traicionado y no podía sino implementar la restauración de las viejas relaciones capitalistas en condiciones de país dependiente, no pudo soportar la competencia en la que se encontraba el mundo entre lo nuevo que hoy revive y la viejo que no deja de luchar por una existencia cuya vigencia ya ha caducado.

Para comprender la existencia y la posterior desaparición del Muro, se debe comenzar por el principio. Ese principio se encuentra, efectivamente como lo señala Ramonet, en la célebre conferencia de Yalta, en la Crimea socialista entre los llamados Tres Grandes Roosevelt, Churchill y Stalin. La Conferencia decidió, como no podía ser de otra manera, la división de Europa, pues la Unión Soviética al mando del valeroso Mariscal Stalin, no podía permitir que los países de Europa Oriental liberados de la bestia fascista quedaran nuevamente a cargo de las oligarquías locales que habían precisamente colaborado con Hitler y planteó la necesidad de construir gobiernos amigos de la Unión Soviética.

Y los pueblos liberados de Europa Oriental no podían menos que agradecer profundamente el sacrificio de sus libertadores, los ejércitos rojos de Stalin que fueron recibidos en Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria y Yugoslavia como lo que realmente eran, los heroicos libertadores del nazismo alemán. Esos ejércitos que regaban su sangre por millones en tierras extranjeras para derrotar a las hordas fascistas, eran pues recibidas en medio del más delirante entusiasmo, en medio de manifestaciones espontáneas de simpatía y agradecimiento.

Después de la Liberación y lamentablemente, fueron desapareciendo, los gobiernos socialistas y sus destacados líderes mundiales a la cabeza de Stalin, poco después muere Klement Gotwald, presidente de Checoslovaquia, después muere Dimitrov, el gran líder de la Internacional Comunista, en la lista de grandes estalinistas, constructores del socialismo más democrático de todos, como lo señala Hewlett Johnson, el Dean de Canterbury, desaparecen Ana Pauker de Rumania, Boleslao Beirut de Polonia,  etc, etc.

Leamos un poco lo que decía del mundo socialista del este europeo el demócrata británico:

“Innumerables dificultades enfrentaron los líderes de las nuevas democracias. Pero el nuevo sistema creó inmediatamente tales condiciones de trabajo, principalmente para la masa trabajadora (a la que pudo ofrecer descanso y solaz después del trabajo, para fortificar su salud) que alentó a los obreros a realizar nuevas obras y les demostró el carácter del socialismo.

Solamente la clase trabajadora debía obtener estas ventajas; su justicia era obvia, sus beneficios universales.

Y, afortunadamente, las medidas estaban destinadas a asegurar el bienestar del pueblo, el descanso después de la tensión de los años de la guerra y la defensa de la salud, con el fin de emprender las nuevas tareas.

Mi confianza en el socialismo no me ha defraudado. Lo que la “cristiana” Inglaterra no ha hecho, las democracias comunistas y socialistas lo han realizado ya. Y la primera tarea de las Nuevas Democracias como en Rusia, fue convertir las condiciones de trabajo en dignas del ser humano. En el más breve tiempo posible, se aseguró vacaciones  amplias pagas y con todas las facilidades…” (*)

Es ésta la visión positiva que tenía el sacerdote inglés del Mundo Socialista en 1955 a diez años del fin de la gran guerra. Después vendría la decadencia.

Estos acontecimientos gloriosos no aparecen en absoluto de los análisis e interpretaciones de los comentadores del gran acontecimiento del Muro. Tampoco se refieren al cambio profundo que sufre el mundo socialista de Europa Oriental y la Unión Soviética con el ascenso del tenebroso traidor de Lesa Humanidad, el tristemente célebre Nikita Kruschov que desde 1956 y sobre todo después del 22 Congreso del PCUS, anuncia la construcción nada menos que DEL COMUNISMO HASTA 1980.

La fanfarronada estaba en realidad, muy lejos de cumplirse, pues el comunismo, como etapa superior del socialismo es incluso actualmente, un objetivo de largo alcance, lo que hacía Kruschov era comenzar ladina y cínicamente, el largo camino de la restauración capitalista en Rusia y todos lo países de Europa Oriental con sus aliados íntimos Mikoyan, Brejnev, Gomulka, Kadar, Tito, etc.

La situación había cambiado radicalmente después del famoso Congreso número 22 y la construcción socialista se veía paralizada, en medio de la dominación de una camarilla reaccionaria de oportunistas que se encaramaron en los gobiernos y los Partidos Comunistas para destruirlos desde dentro.

El Muro, entonces, es obra propia del infeliz Nikita Kruschov. Sin embargo no fue una obra personal, porque como sabemos si bien las personalidades tienen mucha importancia en los acontecimientos históricos, pero fundamentalmente son los problemas y las luchas sociales, económicas y sobre todo políticas los que determinan el curso de la historia. En el caso del Muro, fue la instalación y el fortalecimiento de las clases derrocadas que vuelvan al ataque a través de la fácil estrategia del entrismo que consiste en penetrar los niveles directivos de los Partidos y Gobiernos para destruirlos desde su interior.

El Mundo Socialista y la Unión Soviético, cambiaron profundamente de contenido y como lo previmos los marxistas leninistas y maoístas, nuestros pronósticos de la década de los años 60 cuando combatíamos dramáticamente contra el revisionismo soviético que seguían servilmente los partidos jruschovistas, se cumplieron rigurosamente y ahora después de un siglo perdido, tenemos el deber de reencauzar en el Siglo XXI, observando y teniendo en cuenta los errores y sobre todo evitando que en los actuales y próximos levantamientos de los pueblos por el socialismo, se produzca el peligro siempre latente de la infiltración reaccionaria, del trotskismo traidor, del revisionismo anti-estalinista y de la falsa democracia burguesa que encandila a muchos.

Se habla correctamente de otros muros. Efectivamente todos los muros son malos y el socialismo, el socialismo verdadero no ha levantado nunca muro alguno y por ello, nosotros explicamos el origen del famoso Muro de Berlín como obra de los restauradores del capitalismo en el Mundo Socialista que crearon Lenin, Stalin y Mao.

Nota.

(*)  Johnson, Hewlett. “El Este de Europa en el Mundo Socialista”. Editorial “Nueva Senda”. Buenos Aires. 1955. Pags. 21 y 22.



PCmlm. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario