20-07-13
Extractos del
discurso del presidente boliviano ante la reunión de jefes de Estado de la
Unión Europea
El que hubieran impedido a Evo Morales volar sobre países europeos echó una
cortina de humo sobre el discurso que pronunció al asistir a la reunión de
jefes de Estado, que fue el objeto de su viaje. Para perplejidad de sus
anfitriones, el documento sitúa en sus verdaderos términos las relaciones entre
Europa e Indoamérica. Exposición del presidente boliviano ante la reunión de
jefes de Estado de la Comunidad Europea (30-VI-13). Con lenguaje simple, que
era trasmitido en traducción simultánea a más de un centenar de jefes de Estado
y dignatarios, el presidente Evo Morales logró inquietar a su audiencia cuando
dijo:
“Aquí pues yo, Evo Morales, he venido a encontrar a los que celebran el
encuentro.
Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace 40 mil
años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace sólo 500 años.
Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante.
Nunca tendremos otra cosa.
El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder
descubrir a los que me descubrieron. El hermano usurero europeo me pide pago de
una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme.
El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con
intereses aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles
consentimiento. Ya los voy descubriendo.
También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.
¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos
cristianos faltaron a su séptimo mandamiento. ¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin
de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su
hermano!
¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de
las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos
como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la
actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos.
¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.
¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.
Yo, Evo Morales, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis.
Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un
plan Marshalltzuma, para garantizar la reconstrucción de la bárbara
Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes,
creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros
superiores de la civilización.
Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional? Deploramos decir que no.
“En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas
invencibles, en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin otro
destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en
Panamá, pero sin canal.
En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500
años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de
las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y
provee todo el tercer mundo.
Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.
Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a nuestros
hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por
ciento de interés, que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del tercer
mundo. Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos
adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado sólo
durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia.
Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto,
informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una
masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras elevadas a la
potencia de 300.
Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de
300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra.
Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían, calculadas en
sangre?
Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los
indoamericanos.
Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los
pueblos deudores del Viejo Continente, y que los obligue a cumplir su
compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les
permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica”.
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Texto original de Luis Britto García.
http://www.aporrea.org/actualidad/a5059.html
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Texto original de Luis Britto García.
http://www.aporrea.org/actualidad/a5059.html
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