02.04.13
LA IGLESIA
CATÓLICA Y SU NUEVO PAPA
La Iglesia Católica es una institución político-religiosa que ha
trazado hacen muchos años una línea política que no va a ser cambiada nunca.
Representa a la alta jerarquía religiosa que se ha constuido en un verdadero
poder mundial que influye, siempre a favor de los intereses de los poderosos
del mundo contemporáneo.
De ahí que sea quién sea, el Papa de América Latina, del África, de
los países europeos orientales o del Asia, la situación será exactamente la
misma. La Iglesia a lado de las potencias mundiales en medio de una demagogia
desbordante que solamente llega a los desamparados que no ven solución alguna y
ponen sus últimas esperanzas en la buena voluntad de sacerdotes elevados a la
dignidad del Papa, pero que siempre harán un desborde escandaloso de hipocresía.
Si existe una institución de carácter universal que practica la
hipocresía en alto grado es precisamente la Iglesia Católica.
Sin embargo, debe quedar muy claro que nuestra crítica dura y sincera
se refiere a las jerarquías eclesiásticas y no así a los creyentes que con
verdadera y auténtica fe en las enseñanzas cristianas abrazan con fervor el
catolicismo.
Un verdadero revolucionario, un marxista-leninista, puede tener una
honrada y sincera fe en el “más allá” y las promesas de una viva eterna a lado
del Dios cristiano. Esto ha ocurrido recientemente cuando el Presidente Hugo Chávez,
proclamó su cristianismo, su catolicismo, pero al mismo tiempo demostró en los
hechos, en su acción y en sus pensamientos una adhesión completa a la causa de
los humildes.
Otro tanto podemos encontrar en sacerdotes como el cura salvadoreño Arnulfo
Romero, como el recordado Luís Espinal, como el padre Mauricio Lefébvre y los curas de la “Teología de la
Liberación”, expulsados de la Iglesia por su amor a los pobres por el papa hitleriano que acaba de renunciar.
En fin, si la máxima de Karl Marx: “La religión es el opio de los Pueblos” tiene una plena vigencia,
debemos comprobar que una cosa es el influjo negativo de la sumisión incondicional
a la voluntad divina siempre perjudicial a los desamparados, y otra muy
diferente, la fe sincera de los que pueden conjugar su fe profunda con la causa
inmortal de la revolución socialista.
Finalmente, como hemos podido comprobar en el libro de Horacio Verbitsky
(*), el nuevo Papa Bergoglio (Francisco I), ha tenido comprobadas relaciones de
complicidad con las dictaduras fascistas argentinas.
(*) VERBITSKY, Horacio. “La Argentina Católica y Militar”. Editorial
Sudamericana. Buenos Aires. 2006. Capítulo: “Juan de la Cruz.
PCmlm.
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