25-04-17
NARCOTRAFICO Y CAPITALISMO SON INSEPARABLES
POR AGENCIA WALSH
La
droga no es sólo un negocio, es también una herramienta de control social, que
los capitalistas usan para adormecer el espíritu combativo de los jóvenes. El
consumo de sustancias que alteran las percepciones es de tiempos inmemoriales,
en las culturas antiguas tenía diversos usos, rituales comunitarios,
religiosos. El capitalismo quitó a su uso todos sus contenidos espirituales,
para convertirlo en un negocio asesino.
Fumadero
de opio en China... los ingleses impusieron el consumo masivo de esta droga
luego de dos guerras, mediante las cuales anexaron a Hong Kong y garantizaron
la importación de toneladas de opio desde su colonia India
Narcotráfico y capitalismo: los patrones del mal...
Durante
miles de años diferentes civilizaciones consumieron sustancias para practicar
ritos comunitarios o “relacionarse con ancestros y dioses”, utilizando el
tabaco, la mezcalina -del peyote mexicano-, la coca o la ayahuasca, que
combinada con la chacruna produce visiones.
En la
actualidad varias de estas drogas, que provocan tremendas adicciones, se venden
-legal o ilegalmente- bajo la forma de cigarrillos, cocaína o drogas
sintéticas, como el LSD o la 2-CB, que se produce en base a la mezcalina.
Estos
productos y otros, como los opiáceos, la marihuana, el hachís o el alcohol,
constituyen un negocio que mueve fortunas y mata anualmente a cientos de miles
de personas, debido a los efectos del consumo o a los enfrentamientos
relacionados al control de este comercio.
Esto no
es casualidad, ya que desde que surgió el capitalismo las drogas, como todo lo
que existe, se han convertido en mercancías, dejando de tener exclusivamente un
valor de uso para adquirir otro distinto y fundamental, el valor de cambio.
A
partir de esto, su consumo dejó de estar determinado por las leyes y
necesidades de las sociedades ancestrales para regirse por la ley más salvaje
de todas, la del mercado, es decir la oferta y la demanda.
Los
avances del modo de producción capitalista repercutieron en las drogas como en
cualquier mercancía, creándose una compleja red financiera internacional al
servicio de garantizar la rentabilidad del producto, mediante su producción,
distribución e intercambio. Hoy en día se puede hablar de una industria
transnacional de la marihuana, del opio, de la coca y así sucesivamente.
Si
consideramos entonces a las drogas como mercancías, los diferentes productores,
distribuidores e intermediarios compiten para conquistar el mercado y espacios
dentro del estado, como sucede con todas las patronales.
Esto
sucede tanto en los países desarrollados, donde están los patrones más
poderosos de la droga, como en los subdesarrollados, donde están los
productores de la materia prima necesaria para la elaboración de estas
sustancias.
Guerras y enfrentamientos comerciales
La
competencia entre grupos económicos ligados a la producción y al tráfico de
estupefacientes provoca -como en cualquier rubro- enfrentamientos, en los
cuales triunfan los más ricos y los que cuentan con el apoyo de los
imperialistas.
Así
sucede en México, donde se libró una guerra por el control de la distribución
de las drogas hacia el país con mayor cantidad de consumidores -los EE.UU.-
ganada por los yankis, que contaron con el apoyo de la principal banda narco
mexicana, su ejército.
Ahora
comenzó otra guerra, más progresiva: la que están llevando adelante los
pobladores de varios distritos -mediante autodefensas y policías comunitarias-
contra los “Caballeros Templarios” y el propio ejército.
Este
tipo de contiendas no son novedosas. Entre 1839 a 1842 y 1856 a 1860 el imperio
inglés, liderado por la Reina Victoria, emprendió las “guerras del Opio” contra
China, gracias a las cuales se quedó con Hong Kong e impuso dos tratados
comerciales, debido a los cuales garantizó el ingreso de toneladas de opio,
proveniente de las plantaciones de amapola en la India.
Ni qué
hablar de la invasión a Afganistán, que luego de la ocupación imperialista
multiplicó sus plantaciones de amapola y la comercialización mundial de opio,
controlada directamente por la Casa Blanca y el Pentágono.
Los
yankis son los principales empresarios de droga del mundo, por lo tanto los
responsables centrales del aumento de las adicciones y de toda la violencia
generada por este comercio.
No habrá
manera de acabar con los narcos sin terminar con el capitalismo
La
droga no es sólo un negocio, es también una herramienta de control social, que
los capitalistas usan para adormecer el espíritu combativo de las masas,
principalmente de los jóvenes, inundando los barrios con productos nefastos
como el paco [pasta base].
La
cocaína y otros estimulantes son, al mismo tiempo, el “combustible” de la
flexibilización laboral, ya que son consumidos por millones de trabajadores
para sostener ritmos terribles de producción, impuestos por los mismos patrones
que, mientras hacen negocios “legales”, trafican estupefacientes.
La
manera de acabar con este flagelo no pasa sólo por construir clínicas o granjas
de rehabilitación, o por legalizar el consumo, como ya sucedió con el tabaco y
el alcohol en todo el mundo y la marihuana en algunos países.
No
habrá manera de acabar con el narco-negocio sin terminar con los interesados en
mantener la producción, distribución y comercio de las drogas: los
capitalistas, que no tienen escrúpulos en hacer negocios con productos
“legales” o “ilegales”, siempre y cuando les rindan suculentos dividendos.
No
habrá manera de ir hasta el final sin destruir sus estados, cuyas instituciones
defienden los intereses de los que lucran con la vida de millones y utilizan a
las drogas para controlar a las masas y mantener la esclavitud laboral.
No
habrá salida sin destruir al capitalismo y construir, sobre sus ruinas, una
sociedad Socialista, la única capaz de terminar con la mercantilización de la
naturaleza y de la vida.
Nota de Maoístas
Bolivianos.
Es increíble como el anterior artículo coincide plenamente
con el análisis de nuestro Partido sobre el Narcotráfico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario