26 AÑOS
DESPUÉS… ¡PRESENTES!
Pedro
Marcelo Oliva Estofán
1990
Democracia pactada
Gobierno
del Acuerdo Patriótico MIR-ADN
Desde
la clandestinidad y la compartimentación, a partir de un análisis de las
condiciones concretas de lucha, la dirección nacional colectiva del Ejército de
Liberación Nacional – ELN, decide desarrollar la campaña urbana denominada:
¡Bolivia Digna y Soberana!, con la imagen del sol naciente, reivindicando
a uno de sus militantes muerto en la
guerrilla de Teoponte: Néstor Paz Zamora, a través una comisión
político-militar, la CNPZ, que inicia
acciones a principios de la década de los años ‘90, no como un hecho aislado o
secundario en la resistencia al capitalismo/neoliberalismo pero sí en un
momento de perplejidad y de reflujo popular, conscientes que la violencia era
una alternativa más frente a la ofensiva de la derecha.
Cuando
se argumenta que no se es partidario de la lucha violenta, probablemente se lo
hace porque no se ha enfrentado en serio al Estado.
Como
respuesta, el gobierno del Acuerdo Patriótico conforma el Consejo Nacional de
Organismos de Inteligencia del Estado, integrado por los departamentos de
Inteligencia de la Policía, el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea, el Comando
en Jefe y el Ministerio del Interior; con la finalidad de erradicar la
subversión y dar con los autores de la campaña ¡Bolivia Digna y Soberana! y
resolver el secuestro del industrial Jorge Lonsdale.
En todo
el proceso de captura de la CNPZ-ELN el aparato represivo del Estado se puso en
funcionamiento y comete arbitrariedades, torturas, abusos, violaciones a los
derechos e incumplimiento del debido proceso. Sin embargo, también es bueno señalar que a pesar de la
compartimentación, no se logró superar el talón de Aquiles del ELN: la delación
y la traición.
La
intencionalidad de los organismos de seguridad del Estado fue la de eliminar
sumariamente a los militantes de la organización clandestina, como lo demuestra
el hecho del ASESINATO de un trabajador
jardinero por parte de agentes de la policía, cuando se tomó una casa en la
zona sur, bajo sospecha de ser la casa de seguridad donde tenía secuestrado a
Lonsdale. Y nadie dijo nada, porque evidentemente, se trataba de un hijo del
pueblo.
En la
madrugada del 5 de diciembre de 1990, el
aparato represivo del Estado; lleva a cabo el operativo militar/policial en la
calle Abdón Saavedra de la zona de
Sopocachi, donde se encontraba la última casa de seguridad de la
CNPZ-ELN.
Asesores
extranjeros son responsables del operativo junto a agentes de inteligencia del
Ministerio del Interior, Grupo Élite con oficiales y apoyo de agentes del CEIP,
oficiales de la Policía Militar y agentes del Departamento II del Estado Mayor
General del Ejército- EMGE, bajo el mando de Germán Linares y del ministro del
Interior de ese entonces Guillermo Capobianco.
El
operativo del 5 de diciembre fue filmado por el canal RTP y el video decomisado
violentamente por orden de la Dirección Nacional de Inteligencia del Estado a
la cabeza de Carlos Valverde Bravo. Guillermo Capobianco, ministro del
Interior, justificó este hecho debido a ‘normas de seguridad del Estado’,
evitando el conocimiento público de un registro audiovisual que mostraba
claramente un asesinato a sangre fría.
Los
compañeros del ELN Miguel Nothdurfter (Gonzalo), Luis Caballero (Tío Ismicho),
Oswaldo Espinoza (Esteban) caídos en el operativo del 5 de diciembre de 1990,
no cayeron muertos en combate, sino que fueron capturados vivos, maniatados y
luego de vivar al ELN, ajusticiados. Al igual que fue torturado hasta el
cansancio, posteriormente eliminado y botado en la Av. Del Poeta, Evaristo
Salazar (Enrique) militante internacionalista de Perú.
Frente
al argumento chauvinista del gobierno de ese entonces, de ciertos analistas y
de cierto periodismo de que Miguel (nacido en Italia) y Evaristo
(peruano) eran ‘terroristas extranjeros’, es bueno recordar la sentencia de
Simón Bolívar (venezolano) de que “el hombre no es de donde nace, sino de donde
lucha” y que tanto Miguel como Evaristo,
lucharon hasta las últimas consecuencias, hasta dar la vida por una Bolivia
Digna y Soberana.
Entre los autores intelectuales y materiales
de estos asesinatos están Jaime Paz Zamora (presidente de la entonces
República), Guillermo Capobianco (ministro del Interior), Raúl Loayza
(subsecretario de Régimen Interior), Carlos Federico Valverde Bravo (director
nacional de Inteligencia del Estado y hoy periodista), Germán ‘el Negro’
Linares Iturralde (jefe del CEIP) y otros torturadores como el Tcnl. Carlos
Antezana Cuéllar (segundo del Negro Linares en el CEIP), asesorados por agentes
de inteligencia peruanos, franceses y el español Rafael Masa González, teniente
coronel de la guardia civil española prófugo de la justicia de su país por la
eliminación de vascos y por la conformación del grupo paramilitar GAL e
invitado especial de la socialdemocracia mirista en función de gobierno; como
también, cuándo no, agentes de inteligencia (CIA) de Estados Unidos de
Norteamérica.
Asimismo, el aparato represivo del Estado,
estuvo socapado legalmente entre otros, por José Nemtala Kairala, fiscal de
partido en lo Penal; Antonio Santamaría Patón, juez Noveno de Instrucción en lo
Penal, del Distrito Judicial de La Paz; Zulema Zegarra Aranda, fiscal de
Distrito de La Paz y Rómulo Tórrez
Balanza, médico legista del Servicio Médico Forense del Distrito Judicial de La
Paz.
A 26 años de lo sucedido y en proyección
retrospectiva, las palabras de Octavio
Paz reflejan con claridad meridiana, lo sucedido en la madrugada de ese 5 de
diciembre de 1990…:
“La
operación militar contra ellos
no fue
una acción política únicamente
sino
que asumió la forma casi religiosa
de un
castigo de lo alto.
Una
venganza divina.
Había
que castigar ejemplarmente”.
Y así fue. El efecto político de la
conformación de la comisión político-
militar del ELN con el nombre de Néstor Paz Zamora, se expresó en la venganza y
el castigo ejemplar que su hermano,
presidente de la República y directo responsable de autorizar la eliminación
física de aquellos que osaron y se atrevieron recordar al país que Néstor no
era patrimonio de la familia, sino del pueblo boliviano y que si bien era
cristiano y que murió de inanición, lo hizo como guerrillero empuñando un arma
por la liberación. Ese atrevimiento no lo podía perdonar el entonces
presidente, porque a diferencia de esa consecuencia revolucionaria, él claudicó y ‘cruzó ríos de sangre’ por
angurria de poder.
Han transcurrido ya 26 años de la tortura y
asesinato de los compañeros Miguel, Luis, Oswaldo y Evaristo. No permitamos que
la banalidad del sistema o que estas fechas comercialmente navideñas hagan que
el olvido, anide en nuestras memorias.
No olvidemos, ni admitamos la restauración del
neoliberalismo y de la democracia pactada.
5 de
diciembre de 2016. 26 años después, la democracia cambió, los ‘condenados de la
tierra’, las y los excluidos históricamente, están haciendo de éste, un país
digno y soberano.
Que las
vidas y luchas de Miguel (Gonzalo), Luis (Tío Ismicho), Oswaldo (Esteban),
Evaristo (Enrique) y tantos otros anónimos, hijos del pueblo, no sean en vano y
estemos conscientes que están presentes en la lucha y en las legítimas
aspiraciones de nuestro pueblo, que es el suyo.
Por ello, con puño en alto, 26 años después…:
Miguel, Luis, Oswaldo, Evaristo... ¡¡¡Presentes!!!
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