POR
FAVOR, CONSIDERADME UN SEPARATISTA (POR EL DERECHO DE LOS PUEBLOS A LA
AUTODETERMINACIÓN)
Artículo de Victor Shapinov (Borotba) sobre la situación ucraniana y las posibles
vías de solución pacífica que, pese a haberse publicado hace meses, antes
incluso de que la se iniciara la fase más dura de la guerra, sigue estando de
actualidad hoy, ya que la negativa del Gobierno de Kiev a dar respuesta a los
temas que aquí se plantean han hecho escalar la violencia y la división hasta
niveles hace meses insospechados.
Llegará el apocalipsis si hay una violación
del principio de integridad territorial. El cielo caerá y los peces caminarán
por la faz de la tierra. En Ucrania, la prensa y la clase política realiza
comentarios de este tipo en relación a las separatistas Repúblicas Populares de
Donetsk y Lugansk. La integridad territorial es el principio predominante de la
legalidad internacional o de eso tratan de convencernos. Aquellos que violan
ese principio son separatistas que arderán en el infierno por siempre jamás,
amen.
Pero imaginemos que nunca se hubiera
infringido ese “principio fundamental”. Kiev seguiría siendo, si no el centro
administrativo del imperio de Genghis Khan o una provincia del Tercer Reich
alemán, la capital de una provincia de algún tipo de unión anti-Soviética
capitalista. En lugar de ciertos países como Estados Unidos, India, Pakistán,
Canadá o Australia, cuya existencia es una flagrante violación de la integridad
territorial del Imperio Británico, el mapa alardearía de las posesiones de un
reino indivisible. Y la lista sigue. No existirían países como Noruega, Corea,
Indonesia, Vietnam, Filipinas, la República Checa, Eslovaquia, Hungría,
Rumanía, Serbia, Albania, Finlandia, la totalidad de países africanos, etc.
¿Qué
pasa con el derecho internacional?
Hablando en serio, sin violar la integridad
territorial, no existirían los modernos estados-nación, cuya creación fue un
gran éxito si se compara con los imperios feudales y capitalistas. No
existirían los estados independientes que emergieron como resultado de los
movimientos de liberación nacional contra el colonialismo y el imperialismo del
siglo XX. Solo hay que mirar al mapa para ver la falsedad de la interpretación
que Kiev hace de los principios de integridad territorial o del separatismo.
El principio de integridad territorial fue
adoptado por las Naciones Unidas tras la Segunda Guerra Mundial no para
mantener a naciones grandes o pequeñas bajo opresión extranjera sino contra las
políticas de anexión. Según las provisiones adoptadas por quienes habían
derrotado al fascismo, el deseo de los pueblos cuyos derechos sean violados por
un Estado en particular está por encima del principio de integridad
territorial.
Pero esto no está recogido en ninguna parte,
tal y como dice la Declaración de Principios del Derecho Internacional de
Naciones Unidas, de la que Ucrania es signatario:
Todos los pueblos tienen el derecho de
determinar libremente, sin injerencia externa, su condición política y de
procurar su desarrollo económico, social y cultural, y todo Estado tiene el
deber de respetar este derecho.
El establecimiento de un Estado soberano e
independiente, la libre asociación o integración con un Estado independiente o
la adquisición de cualquier otra condición política libremente decidida por un
pueblo constituyen formas del ejercicio del derecho de libre determinación de
ese pueblo.
Esto es, la afirmación de políticos y
periodistas de que la independencia de las Repúblicas Populares de Donetsk y
Lugansk contradice el derecho internacional están basadas en mentiras. ¿Por qué
podían Ucrania o Rusia violar la integridad territorial de la Unión Soviética
en su secesión, pero no puede hacer lo mismo Donbass? ¿Solo porque en el marco
del actual discurso neoliberal se considera a la Unión Soviética un imperio totalitario, mientras
que la Ucrania actual es una
democracia emergente?
¿Qué ocurre si el pueblo de Donetsk y Lugansk
no quiere vivir en esa democracia emergente en la que se asesina y se quema
viva a la oposición política, donde los disidentes son detenidos, como en
Kharkov, donde los tanques y la artillería son los medios para recuperar la
unidad nacional?
El derecho internacional no es un capricho.
¿Qué pasa con los crímenes contra el derecho internacional o contra los
derechos humanos cometidos bajo el pretexto de lidiar con violaciones de la
integridad territorial? Son derechos del pueblo, solo que depende para qué
pueblo.
Una solución democrática
El derecho de autodeterminación es la única
vía para una solución democrática a tales contradicciones. Y la única solución
democrática consistiría en la implementación de este principio tanto en Rusia
como en Ucrania. Pero la clase política ucraniana, que se ha apropiado del
término demócrata, se
niega a aceptarlo.
Una nación no puede ser libre si oprime a
otras naciones. Esta verdad conocida continúa siéndolo hoy en día. La falta de
una solución democrática al problema lingüístico de Ucrania permite a la actual
clase política, que capitaliza esas contradicciones artificialmente infladas,
controlar al pueblo ucraniano. Ahora se sientan en la retaguardia, enviando a
jóvenes ucranianos a matar a sus conciudadanos y explotan la histeria de la
guerra para continuar con el expolio y el saqueo.
Por supuesto, el derecho de autodeterminación
puede usarse, como cualquier otra ley, para hacer el mal. Una minoría puede
convertirse un mero peón en manos de otro poder. Un movimiento nacional puede
estar dirigido por fuerzas feudales más reaccionarias que el Estado de que
trata de obtener el derecho de autodeterminación, como en el Tíbet. No todos
los casos de separación implican resultados positivos.
Aun así, la única forma de preservar
relaciones amistosas entre pueblos de diferente lengua en un gran Estado, que
generalmente acarrea mayores beneficios que un pequeño Estado, es la completa y
total libertad lingüística a nivel nacional y la ausencia de privilegios para
ninguna lengua o nacionalidad. Suiza, donde aunque el 19% de la población habla
francés y el 8% habla italiano, el Romansh, hablado por menos del 1% de la
población, es igualmente reconocida como oficial, es un ejemplo de unidad
nacional sobre la base de igualdad lingüística.
Un ejemplo contrario es el de Turquía, donde
la impotencia de la población kurda llevó no solo a una guerra civil que ha
durado décadas, sino a la usurpación del poder, primero por un grupo
abiertamente militarista y después de una dictadura militar encubierta aliada
de Estados Unidos. Por supuesto, muchos en Ucrania desearían implementar la
solución turca en Ucrania. Pero la mayor parte de la población se decantaría,
sin duda, por la opción suiza.
Una Ucrania libre, federal y democrática sin
oligarcas ni nacionalistas es la única opción para seguir siendo un solo país.
Mientras Ucrania no adopte esa política, por favor, consideradme un
separatista. Con todos sus defectos, los consejos de las Repúblicas Populares
de Donetsk y Lugansk son preferibles a hundirse en el fascismo del modelo de
Kiev.
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