17-07-12
A 32 AÑOS DEL GOLPE DE LA COCAINA
Jueves 17 de julio de 1980.
Ha comenzado la sublevación militar en Trinidad, capital del departamento del Beni, con la proclama del jefe local de la guarnición Francisco Monroy, quién desconoce la autoridad del gobierno constitucional interino de Lidia Gueiler Tejada.
Grupos paramilitares que se desplazan en ambulancias para engañar y paralogizar a la opinión pública, atacan violentamente la sede de la Central Obrera Boliviana y el Palacio de Gobierno donde se lleva a cabo una reunión del gabinete de la Presidente Gueiler.
El asalto relámpago a la COB tiene resultados sangrientos y a falta de una información oficial, se esparcen toda clase de rumores que tienen como base los testimonios de la gente común que ha podido observar desde las cercanías el despliegue de los paramilitares, su ocupación del edificio y finalmente la captura de un número no determinado de dirigentes políticos y sindicales que celebraban una reunión de emergencia en el local. Se dice que han sido asesinados Juan Lechín, Marcelo Quiroga Santa Cruz y otros dirigentes cuando trataban de defenderse o simplemente eludir el apresamiento.
Otro grupo paramilitar ataca el Palacio de Gobierno y lo ocupa sin resistencia deteniendo a algunos ministros. Lidia Gueiler tiene la oportunidad de escapar y asilarse en la Nunciatura Apostólica.
Los rumores generales hacen saber que una enorme cantidad de presos están siendo trasladados al gran Cuartel de Miraflores donde oficiales extranjeros toman a su cargo el tratamiento de los prisioneros como en una verdadera guerra internacional. Jefes militares argentinos, sin ocultar su identidad, imparten órdenes que son ejecutadas inmediatamente por los grupos irregulares que han tomado para sí las tareas de fuerzas de choque, en tanto que el ejército no hace otra cosa que respaldar esas acciones.
El ambiente general es de confusión, desesperación e incertidumbre porque las radioemisoras, en su totalidad, han sido ocupadas o destruidas. Radio "Fides", por ejemplo, ha sido asaltada de la manera más brutal. Sus empleados han sido sacados a golpes de sus instalaciones y llevados con rumbo desconocido. Reina un completo silencio en la mayor parte de la ciudad de La Paz y nadie se anima a salir a las calles que son patrulladas por fuerzas militares mientras los grupos paramilitares siembran el terror invadiendo edificios o simples viviendas particulares.
Nadie puede saber qué es lo que ocurre en la tarde de ese fatídico 17 de julio. Una cosa parece evidente: la toma de la sede de la Central Obrera Boliviana ha descabezado una posible resistencia popular al golpe. Es imposible coordinar las actividades tendientes a implementar acciones de protesta. Se hace evidente que la +efectividad+ militar y paramilitar tiene origen extranjero porque ha sido planificada de antemano teniendo en cuenta las experiencias pasadas, en primer lugar el fracaso del golpe de “Todos los Santos”. Ahora no se permite que las radioemisoras emitan sus propios comunicados, ahora se ha descabezado de un solo golpe a la COB y se ha cortado todos sus vínculos con los diferentes sindicatos del país.
El viernes 18 de julio, se verifica la toma de posesión del mando por parte de los golpistas. Es una grotesca ceremonia cuartelera, es una sombría confabulación de sargentos. Rodeado de una oscura soldadesca y unos pocos civiles sin rostro, el soldado desleal y cobarde de apellido García Meza se hace de la Presidencia de la República en la más triste transmisión del mando de toda la historia de Bolivia. El balbuceo castrense es ridículo y triste, tan decepcionante que Alcides Arguedas y sus páginas más duras, quedan cortos para caracterizar los lamentables instantes de esta etapa de "nuestra" historia.
Las banderas de "salvación nacional" que levantan los sargentos no alcanzan a movilizar sino a una pequeña lumpen-burguesía que siempre ha estado en las puertas de los cuarteles esperando cualquier golpe para salir a la luz, pues vive en sombra eterna. El gabinete del nuevo mandón está encabezado por un tenebroso matón que ya conocimos en el capítulo del progresismo militar: el Cnl. Luís Arce Gómez. El resto de los ministros es un anonimato que hiere la conciencia de la Patria. ¡Nadie los conoce!
Nunca antes la reacción llegó a la sima más escabrosa de la infamia y la vileza. La instalación del nuevo gobierno es, en resumen un innoble motín de cabos, de sargentos con uniformes nuevos de fabricación extranjera como sus actos, pero ya desteñidos por la vergüenza. La transmisión televisada proviene del Gran Cuartel de Miraflores donde han sido trasladados los equipos para mayor seguridad. La técnica es primitiva, una oscuridad aterradora y unas sombras pronunciadas alargan sus formas otorgando un marco macabro a tan amarga ceremonia.
Después viene la cadena radial. Si primero se hirió la vista de los ciudadanos con una televisión desesperante, ahora se trata de malograr los oídos. La mentira más despreciable, el castellano de cuadra, la voz aguardentosa y destemplada, quieren convencer a la población de que son sus "salvadores". Ante tamaña ignominia solamente resta el silencio, un silencio nacional que dura varios días.
Sin embargo, aguzando un poco el oído, sintonizando un poco los aparatos de radio, la población paceña tiene la posibilidad de escuchar voces diferentes. Son las radioemisoras mineras que, haciendo grandes esfuerzos, alcanzan las ciudades con la verdad límpida de los trabajadores. El valor, la nobleza y el sacrificio del pueblo contrasta tanto con la deformidad del militarismo que sólo la comparación es ya un insulto. Las radios de Huanuni, Colquiri, Catavi y otros distritos informan que los mineros están prestos a defender sus centros contra la ofensiva militar que ya se ha lanzado para aplastarlos. Se describen dramáticamente hechos que después serían conocidos con detalle, ahora las transmisiones son de combate, de desafío, de desprecio y odio profundo al opresor y su vileza. Los comunicados de los mineros anuncian que la huelga es general y que no volverán al trabajo mientras García Meza no deje el poder. Se denuncia al fascismo, al militarismo, a la reacción y al mismo tiempo se dan instrucciones a los mineros y a la población para defender los accesos a los centros mineros atacados por las tropas regulares del ejército.
La comunicación entre los usurpadores y el pueblo se limita, como tenemos dicho, a las transmisiones televisadas y a la cadena radial.
Se rumorean grandes enfrentamientos en las minas. Se dice que Huanuni resiste y que en Caracoles se ha masacrado a toda la población civil. Sin embargo todo es difuso, todo es oscuro.
BOLIVIA ha retrocedido unos cien años y su propia existencia se encuentra en peligro.
El PCmlm, alerta a los pueblos bolivianos sobre el peligro siempre latente de una asonada golpista que puede tener las características del que reseñamos pálidamente, pero que también puede adquirir la modalidad moderna de otro tipo de golpe de Estado.
PCmlm
No hay comentarios:
Publicar un comentario