23-06-17
LA MASACRE DE LA NOCHE DE SAN JUAN.
23 DE JUNIO DE 1967
La
masacre de la noche de San Juan es la culminación de los planes de René
Barrientos con respecto al movimiento minero. Veamos cómo interpreta Diez de
Medina, su asesor, este nuevo crimen del militarismo:
«La prensa anunciaba que el presidente había invitado a los trabajadores mineros a una mesa redonda para debatir sus problemas y resolverlos convenientemente. Los mineros rechazaron la invitación presidencial, proclamaron "territorios libres" a Catavi y Siglo XX y lanzaron proclamas incendiarias abiertamente subversivas por sus radiodifusoras. Este es el origen de lo que la propaganda roja ha llamado la “noche de San Juan”, la masacre minera, “el genocidio”. La noche del 22 de junio, ante la gravedad de hechos consumados y el inminente avance de grupos mineros sobre Oruro, las tropas gubernamentales ingresaron a las minas, siendo recibidas con tiros y cargas de dinamita por los mineros. Generalizado el combate, hubo 23 bajas…»
Es
cierto que la prensa, dominada por el Gobierno, explicó con posterioridad las
"buenas" intenciones de los gobernantes que ofrecieron debatir los
problemas con los mineros. Empero, lo que Diez de Medina oculta es la orden
presidencial de ocupar las minas y escarmentar a los obreros. Con
"provocación" o sin ella, los militares están acostumbrados a invadir
los centros mineros de trabajo y asesinar impunemente a los obreros. No puede
hablarse de combates entre soldados y mineros, simplemente porque los unos
tienen armas y los otros no.
Está debidamente probado que los mineros festejaban la noche más fría del año, como es tradicional en Bolivia, encendiendo fogatas en las calles y divirtiéndose un poco. Entonces, sigilosamente, como en guerra internacional, penetro el ejército de la Seguridad Nacional en las calles de Siglo XX, Llallagua, Catavi y Huanuni ametrallando a todo habitante que se cruzaba en su paso. Se dispararon ráfagas de ametralladora en el interior de las viviendas mineras alcanzando el fuego a niños y mujeres que reposaban.
Los puntos principales que debían ser atacados eran los locales sindicales y las radioemisoras de propiedad sindical. En el local de "La Voz del Minero" de Siglo XX, un grupo de trabajadores intentó una débil defensa con algunas armas de fuego al mando de Rosendo García, un militante comunista. En pocos minutos se silenció la resistencia con el asesinato de García y de sus compañeros destruyéndose después las instalaciones de la radio.
Centenares
de muertos y heridos, centenares de presos y miles de desocupados por los
despidos que sucedieron a la matanza, fueron los resultados de la infame
"Noche de San Juan".
Algún poeta popular diría después refiriéndose a Barrientos y a su infame crimen que: “nunca como entonces brillaron tanto los galones del general”. Para muchos escritores, entre ellos Diez de Medina, los galardones ganados por el militar esa noche trágica, fueron auténticos, pero para el pueblo boliviano no eran sino los tradicionales oropeles que el militarismo cosechó desde su nacimiento con la República.
Barrientos, además de cometer los delitos mayúsculos de genocidio contra campamentos civiles de trabajadores, dictó medidas que disminuían los salarios de los mineros, retiró los subsidios que abarataban un tanto los artículos de primera necesidad en las minas, en una palabra, pasó como Atila, dejando en la retina de los bolivianos la imagen de un nuevo bárbaro del Siglo XX, como el primer producto auténtico de las Fuerzas Armadas de la Seguridad Nacional de corte imperialista
PCmlm.
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