Nota de “Maoistas bolivianos”.
Con
motivo de la desclasificación de los documentos sobre la injerencia
imperialista en el Congo Democrático por parte del gobierno yanqui,
reproducimos un capítulo de nuestro trabajo sobre “La Revolución y el
Socialismo en el Siglo XX”, sobre la revolución congoleña dirigida por el
máximo héroe africano de todos los tiempos, el inmortal Patricio Lumumba y como
un rendido homenaje a su memoria.
El Congo me ha hecho;
yo
hago al Congo,
lo
prolongo.
Patrice Lumumba.
LA HISTORIA
REVOLUCIONARIA DEL CONGO DEMOCRATICO
El Congo ex-Belga,
hoy Congo Democrático, protagonizó una de las revoluciones más importantes,
heroicas y sacrificadas a mediados de la centuria pasada por lograr su
independencia y su autodeterminación. Chocó su indeclinable amor por la
libertad con la confabulación más indigna de todo el siglo de parte de los
poderes imperiales y del poder colonial belga que, utilizando malignamente las
diferencias tribales y la demagogia más desenfrenadas, trataron de impedir que
surja en el corazón el África una poderosa nación como ejemplo para todos los
pueblos africanos.
El drama
contemporáneo congoleño se inicia en 1960, cuando los vientos anticolonialistas
soplaban vigorosamente en todo el continente negro. Efectivamente, el 1° de julio, Bélgica, a regañadientes, concedía la
independencia al Congo en una ceremonia que tenía la presencia del Rey belga
Balduino.
Poco a poco se va
destacando nítidamente la figura singular y heroica de Patrice Lumumba
como líder indiscutible de un Estado y pueblo multinacional que se encontraba
en pleno proceso revolucionario con el repliegue del colonialismo. Sin embargo,
el Congo tenía un territorio muy rico en materias primas naturales, sobre todo
la provincia de Katanga, al sur, donde tenía su base la famosa Empresa transnacional
del uranio, La Unión Minera de Alto Katanga. Naturalmente, los poderes
mundiales de Occidente, no podían permitir la pérdida de esas riquezas y
planearon meticulosamente la agresión al Congo y la transformación de la
independencia en un proceso manejado por ellos y lograr la dependencia de nuevo
tipo al estilo latinoamericano de democracia e independencia formal y sujeción
y dependencia total en lo económico y político.
Inmediatamente
después de la declaración de la independencia, se fue desplegando el plan
criminal del imperialismo norteamericano y sus aliados: el colonialismo belga y
las Naciones Unidas, bajo la conducción de su secretario general Dag
Hammarskjold. Reconociendo formalmente la independencia del Congo y la
dirección real de Patricio Lumumba, se acordó la presencia en el país de
fuertes contingentes de Naciones Unidas para "garantizar" la
transición pacífica a la independencia y la "protección" de los
europeos residentes en el Congo. Esos contingentes eran precisamente los
encargados de escamotear la libertad que había conseguido el pueblo en su lucha
heroica.
A los pocos días
de la declaración de independencia, continúa el drama con la declaración de
"independencia" de Katanga como «estado» al margen del Congo bajo el
liderazgo espurio de Moise Tshombe, una miserable marioneta de los poderes
imperiales que, traicionando a su pueblo y a su raza, se pone al incondicional
servicio de los intereses anti-nacionales de la forma más brutal y cínica. En realidad
se declara una verdadera guerra interna porque por arte de magia, Tshombe
muestra todo un ejército organizado, naturalmente por los mercenarios belgas
que bien pagados por la Unión Minera, comandan destacamentos racistas. Las
fuerzas patrióticas que respaldan al gobierno del Primer Ministro Lumumba,
tienen el pleno apoyo del pueblo, las masas populares comienzan a comprender
que en Lumumba tienen un líder incorruptible que lucha y luchará junto a su
pueblo contra sus enemigos. Su prestigio crece como las "sombras cuando
el sol se pone" y ése es pues un gran peligro para los espurios
intereses de Occidente.
Sin la ayuda o
mejor intervención directa de los mercenarios y las tropas de las Naciones
Unidas, la guerra civil interna hubiera terminado muy rápidamente dado el
enorme prestigio de Lumumba y el respaldo de todos los pueblos congoleños a su
conducción y su política. Sin embargo, además de esas fuerzas externas
reaccionarias, se contaba con la hipócrita y solapada acción del Secretario de
las NNUU, Dag Hammarskjold, que estimulaba y protegía ladinamente a Tshombe
mientras saboteaba de todas las formas posibles a la administración legal de
Lumumba. He aquí las pruebas:
«En mi conferencia
de prensa de ayer expresé las graves razones que impulsaron al gobierno a pedir
al presidente del Consejo de Seguridad que examinase el problema del envío
inmediato de un grupo de observadores neutrales al Congo para asegurar el
control de la aplicación de la resolución del 14 de julio de 1960.....
(La resolución del
14 de julio decidió el retiro de las fuerzas militares de Bélgica del Congo, el
envío de tropas de la ONU y la colaboración con el gobierno legítimo de
Lumumba. A esta resolución siguieron otras dos en el mismo sentido)
El secretario
general de las Naciones Unidas actuó como sí no existiese un gobierno de la
república....
El pueblo congolés
considera sus contactos y reuniones con Tshombe, así como las seguridades que
dio a éste como una pura traición... En el Congo nadie aprueba las medidas que
hasta ahora han sido tomadas en cuanto al problema del Congo, por el Secretario
General.... Muchos crímenes se han perpetrado en Katanga debido a la demora del
secretario General de las Naciones Unidas en cuanto a la puesta en vigencia de
las decisiones de las Naciones Unidas... Esos repugnantes crímenes han sido
ocultados al público... Todos los días recibo alarmantes noticias de distintas
partes de Katanga, y todos los días la población de Katanga pide al gobierno
que intervenga y la libre de la opresión del grupo Bélgica-Tshombe... Ha
transcurrido más de un mes desde que depositamos nuestras esperanzas en las
Naciones Unidas, más de un mes de espera. Hace ya más de un mes que esperamos
que su resolución se cumpla.... Somos los amos de nuestro destino y haremos del
Congo lo que queremos que sea, y no lo que quieran otros...» (1).
Lumumba pudo
comprobar en la práctica que Hammarskjold, el Consejo de Seguridad y las
Naciones Unidas, así como Bélgica y los Estados Unidos, no solamente pretendían
derrocar al gobierno legítimo, sino también desmembrar al Congo para
convertirlo en una serie de mini-estados más susceptibles de dominación (divide
y vencerás).
«Nosotros
conocemos los horrores del colonialismo pero éste creo, nunca había llegado a
un punto tan bajo y tan vergonzoso. ¿Qué quieren los belgas? Ellos saben que
sin nuestras riquezas, su país y su economía se verán en dificultades. Por esta
única razón, por el egoísmo y la ceguera de un grupo de rapaces aprovechadores,
de hombres que con sus sociedades anónimas chuparon durante un siglo nuestra
sangre, han provocado la crisis congolesa, lanzando al mundo al borde de una
guerra...» (2).
«La continuación
de la crisis política provocada por el jefe de Estado, señor Kasavubu, el 5 de
septiembre de 1960, torna inminente el grave peligro de la total disgregación
del Congo. Un régimen de anarquía y dictadura ha reemplazado el régimen
democrático establecido por el pueblo congolés el 30 de junio de 1960. Una
minúscula minoría asesorada y financiada por ciertas potencias extranjeras, se
dedica a una permanente actividad subversiva. La capital de la república es
escenario de desórdenes, en los que un puñado de militares a sueldo violan
incesantemente la ley y el orden...» (3).
Poco a poco y
sistemáticamente la subversión, el sabotaje y la infamia, se van convirtiendo
en acciones militares agresivas directas contra el gobierno legítimo y legal.
Se trata, para ganar la guerra, de sacar del camino al principal obstáculo, se
trata de aniquilar a Patricio Lumumba.
El 23 de julio de 1960, Lumumba emprende viaje al extranjero en un
intento de conseguir apoyo internacional a su gobierno. Visita, en primer lugar
los Estados Unidos, es decir a las Naciones Unidas y luego varios países
africanos de los cuales obtiene apoyo total e irrestricto y entonces nacerá la
Conferencia Panafricana de Leopoldville realizada del 27 al 31 de agosto.
El 5 de septiembre
se precipita la crisis y naturalmente el enfrentamiento decisivo entre las
fuerzas patrióticas y revolucionarias de Lumumba y las fuerzas del imperialismo
y sus lacayos de las NNUU y las locales vendidas o compradas. El presidente de
la República del Congo, Joseph Kasavubu destituye a Lumumba y el jefe militar,
la siniestra figura del futuro del Congo Joseph Mobutu, cierra violentamente el
parlamento legítimo que había dado una y otra vez votos de confianza al primer
ministro Lumumba.
Un régimen
parlamentario, como era el congolés, no permitía ninguna destitución por parte
del presidente, ya que el primer ministro tenía respaldo pleno del parlamento.
Entonces, se trataba claramente de un golpe militar que desata un gran caos,
pues las fuerzas lumumbistas eran muy grandes y emprenden la resistencia y la
oposición al régimen ya dominado por la figura siniestra de Mobutu Sese Seko.
El caos total se
hace cargo del Congo y en Occidente se extiende, como reguero de pólvora, la
versión de las 'atrocidades' cometidas por las fuerzas lumumbistas contra los
europeos. Claramente se utiliza la noticia para justificar la intervención
armada, con careta de la ONU, de las potencias occidentales, Inglaterra,
Francia y Bélgica. Pero, una fuente neutral, señala que los abusos de todas las
partes tienen el siguiente carácter:
«Echando una
mirada retrospectiva sobre aquellas jornadas, resulta evidente que las
violencias no alcanzaron nunca proporciones catastróficas. Los europeos muertos
fueron quizá una docena. Las violaciones fueron acompañadas a menudo de actos
encaminados a humillar el máximo a las mujeres víctimas. Los malos tratos
infligidos a los hombres tendían sobre todo a degradarles. A menudo fueron
elegidos sacerdotes y monjas, para hacerles objeto de insultos especiales. Los
autores de las violencias fueron casi siempre soldados y policías, los paisanos
tomaron raramente la iniciativa de atacar a nadie. En muchos casos, la mera
intervención de un solo suboficial africano disciplinado o de un servidor
adicto bastó para proteger a los europeos... Ocurrieron algunas cosas
terribles..., pero la entidad de las violencias no debe ser exagerada: entre casi
ochenta mil belgas residentes en el Congo en el momento de su independencia,
menos del uno por ciento tuvo que lamentar auténticos malos tratos. (Colin
Legum). Según el libro blanco, el balance de dos semanas de revuelta se resume
en quince blancos muertos (diez a tiros, dos quemados y tres lapidados)
doscientas cincuenta y una mujeres europeas violadas y doscientas treinta
personas gravemente maltratadas. Crawford Young comenta: Aunque se ciertos
momentos hubieron podido producirse auténticas matanzas, el número de los
muertos europeos fue relativamente insignificante y no sobrepasó las dos
docenas...» (4)
Es en esta época
cuando surge la intervención abusiva y cínica de los mercenarios europeos
utilizados por el colonialismo contra el pueblo congolés. Se abren verdaderas
oficinas de reclutamiento de los llamados "perros de la guerra" es
decir asesinos profesionales, terroristas de tendencias fascistas y
delincuentes comunes que bien pagados por los gobiernos de Bélgica, Francia e
Inglaterra, para apoyar a Tshombre y en general a todas las fuerzas
reaccionarias del Congo en su infame guerra contra un pueblo pobre y desarmado.
"Para ello
(para prever la pronosticada repatriación de los oficiales europeos) se abrieron en Europa, Suráfrica y
Rhodesia diversos centros de reclutamiento; mientras el ministerio katangueño
de Defensa José Yava, en misión especial
en Francia, conferenciaba con los círculos militares de aquel país y el coronel
Trinquier -un veterano de Argelia pasado al servicio de la provincia
secesionista-, se encargaba de seleccionar y enrolar los elementos idóneos. +A
través del mundo, desde los bares lóbregos de Johanesburgo, desde los contornos
de la plaza Brouckere de Bruselas a los ´pies negros´ de Marruecos y de Túnez,
comenzó a correr la voz de que todos los exmilitares podían entrar en servicio
en Katanga como instructores... No hacía falta más para que desde Bélgica,
África del Sur y del Norte, Medio Oriente e incluso Canadá, un río de
aventureros... intentase llegar a Katanga... No obstante, la mayor parte eran
belgas..."(5)
Los nombres
tenebrosos de Guido Weber, Champión, Crevecoeur, Renato Faulques, Andrés Crémer, Mike Hoare, Jean Schramme (Black Jack), están
estrechamente ligados a los verdaderos crímenes de lesa humanidad que se
cometieron en el Congo y que fueron maliciosamente cargados a los luchadores
por la independencia. La infamia de los mercenarios, no tiene nombre, sin
embargo las famosas Naciones Unidas jamás se dieron por enteradas de las
atrocidades cometidas por esta carroña humana que tuvo en el Congo su principal
escenario.
Estos mercenarios
comandaron las fuerzas de Katanga que intentaron aplastar la revolución, pero
fueron sobre todo las maniobras contra Lumumba las que determinarían la derrota
temporal de la revolución.
La ayuda militar
abierta e ilegal de Bélgica y sus aliados a Tshombe y su "estado"
secesionista fluía desde Europa a través de los puentes aéreos establecidos
oficialmente por las autoridades y en abierta violación de los acuerdos de las
Naciones Unidas:
"El 19 de
julio, los efectivos metropolitanos en el Congo sumaban diez mil hombres, ocho
mil de los cuales se hallaban en Katanga. Entre el 11 de julio y el 8 de
septiembre de 1960, un puente aéreo transportó desde Bruselas a Lubumbashi más
de cien toneladas de armas -morteros, ametralladores, carabinas automáticas FN
38-, con sus correspondientes municiones....."(6).
Occidente,
representado esta vez por la diminuta y ridícula nación belga, se movía
desesperadamente para asesinar a Lumumba y retener el enorme territorio del
Congo y sus riquezas naturales. Todos los medios, sin excepción alguna, eran
empleados por Bélgica y sus aliados para impedir la libertad del Congo. La
historia contemporánea no ha hecho el menor esfuerzo para denunciar esa infamia
hecha política el año de 1960 contra el continente negro.
Pero, todavía
debía llegar lo peor, es decir el frío y brutal asesinato de Patricio Lumumba
el héroe máximo del África negra en la lucha por su independencia y
libertad. Bélgica y la administración
norteamericana de Eisenhower montaron la siniestra operación
"Barracuda" que consistía en la eliminación física de Patrice
Lumumba. Desde su ilegal "destitución" por parte del Kasavubu, aquel
había permanecido expectante en su residencia para ver cómo reaccionaba el
pueblo congoleño respecto de las mutuas "destituciones". Claramente,
si se hubiera obrado honrada y democráticamente, el destituido hubiera sido el
Sr. Kasavubu y el verdadero poder hubiera pasado al Primer Ministro. Entonces,
consciente de que su ruptura con el "presidente" era definitiva,
decide trasladarse a Kisangani, la provincia oriental (Antiguo Stanleyville),
donde su popularidad era incontestable. Su domicilio, en Kinshasa había estado
resguardado por tropas africanas de las Naciones Unidas, pero un círculo
exterior tenía tropas gubernamentales, con el claro propósito de impedir el
movimiento de Lumumba.
La noche del 27 de noviembre, Lumumba
clandestinamente viaja hacia la provincia oriental desorientando a sus
guardianes.
"Un convoy de
ocho automóviles salió hacia Port Francqui, sin ser visto ni molestado al
atravesar la capital; dicho convoy conducía, con el premier, al vicepresidente
del senado, José Okito, al ministro de la Juventud Mauricio Mpolo, al ministro
del Interior, Cristóbal Gbenye; y al ministro de Información, Aniceto Kashamura...."(7).
Sin embargo, la
confianza de Lumumba era muy grande y en lugar de apresurar su viaje hacia una
base segura, se distrajo mucho tiempo para responder a las manifestaciones de
apoyo y respaldo entusiastas y calurosos que recibía de todas las poblaciones y
comunidades por las que pasaba. El gobierno de Kasavubu y de Mobutu,
comprendieron que si Lumumba llegaba a Kisangani, podría fácilmente levantar a
todo el país en su respaldo poniendo en serios aprietos a los usurpadores del
poder público.
Comenzó una
persecución salvaje y brutal contra
Lumumba. Aviones, helicópteros, carros de combate y todos los recursos
se emplearon para capturar a Lumumba.
«La CIA y otros
servicios especiales extranjeros colaboran en la búsqueda del gran líder: una
nave aérea con piloto europeo rastrea la dirección en que se han producido las
concentraciones populares espontáneas e inoportunas, lo que facilita la
localización del convoy donde viajaban Lumumba, su esposa, un hijo pequeño y
varios compañeros.
En la madrugada
del 2 de diciembre Lumumba es hecho prisionero en las cercanías de Port
Franqui, conducido en avión a la capital y de allí al campamento militar de
Thysville...El 17 de enero de 1961, en unión de sus ministros... también
prisioneros y torturados como él, es enviado por Mobutu, atadas las manos a la
espalda, a Elizabethville, capital de Katanga. La CIA, que cuenta con la luz
verde de la administración Eisenhower, quiere dejar este asunto antes del
cambio de poderes en los Estados Unidos. Un anterior intento de dos agentes de
la CIA por envenenarlo había fallado.
Ese mismo día de
su llegada, Lumumba es vilmente asesinado junto a sus compañeros, cerca del
aeropuerto, con la participación de Munongo, ministro del Interior del Gobierno
secesionista de Tshombe..."(8).
El asesinato de
Lumumba produce una conmoción en todo el mundo. Un líder africano de su
prestigio, en el año de África (1960), reconocido ampliamente por su propio
pueblo, admirado por su dignidad ante los poderes mundiales, es eliminado ante
la faz del mundo por un régimen títere de Occidente después de sufrir torturas
dignas del Medioevo europeo. La desaparición de Lumumba marca un hito en la
historia de África. A partir de entonces, la lucha se profundiza y alcanza los
niveles de la guerra popular revolucionaria prolongada no solamente en el Congo
sino en una serie de países africanos. Sin embargo no existe ya el líder
carismático que conduzca la gran lucha. Occidente puede vanagloriarse de haber
ganado una batalla histórica contra un hombre solamente armado por su dignidad.
ANEXO.
«LA ULTIMA CARTA
DE LUMUMBA A SU MUJER, PAULINE. (*)
Mi querida
compañera:
Te escribí estas
palabras sin saber siquiera cuándo te llegarán ni si estaré con vida cuando las
leas. A lo largo de toda mi lucha por la independencia de nuestro país, nunca
he dudado, ni un instante, del triunfo final de la causa sagrada a que mis
compañeros y yo hemos dedicado toda nuestra vida. Pero aquello que nosotros
queríamos para nuestro país, su derecho a una vida honorable, a una dignidad
sin mancha, a una independencia sin restricciones; el colonialismo belga y sus
aliados occidentales, que han encontrado apoyo directo e indirecto, declarado y
no declarado, entre algunos altos funcionarios de las Naciones Unidas (*) --ese
organismo en el que depositamos toda nuestra confianza cuando apelamos a su
asistencia--, ellos, nunca lo han querido.
Ellos corrompieron
a algunos de nuestros compatriotas y compraron a otros, contribuyeron a
deformar la verdad y a ensuciar nuestra independencia. ¿Qué más puedo decir?
Que muerto, vivo, libre o encarcelado por orden del colonialismo, no es mi
persona lo que cuenta: cuentan el Congo, y nuestro pobre pueblo, con su
independencia transformada en una jaula, donde se nos mira desde afuera, ya con
cierta compasión benévola, ya con alegría o placer. Pero mi fe seguirá
inmutable.
Sé, y lo siento
desde el fondo de mí mismo, que tarde o temprano mi pueblo se librará de todos
sus enemigos, internos y externos, que se levantará como un solo hombre para
decirle que no, al colonialismo degradante y vergonzoso, y para reconquistar su
dignidad bajo un cielo puro.
No estamos solos.
África, Asia y los pueblos libres y liberados en todos los rincones del mundo
estarán siempre al lado de los millones
de congoleses, que no cesarán de luchar sino el día en que ni los colonizadores
ni sus mercenarios existan ya en nuestro país.
Quiero que a mis
hijos, a quienes dejo para no verlos quizá nunca, se les diga que el futuro del
Congo es hermoso. El Congo espera de ellos, como de todo congolés, la ejecución
de la sagrada tarea de reconstrucción de nuestra independencia y de nuestra
soberanía; porque sin dignidad no hay libertad, sin justicia no hay dignidad y
sin independencia no hay hombres libres.
Las brutalidades,
las sevicias, las torturas, no me han inducido nunca a pedir clemencia, porque
prefiero morir con la frente alta, con mi fe inconmovible y mi confianza
profunda en el destino de nuestro país, antes que vivir en la sumisión y en el
desprecio a los principios que me son sagrados.
La historia dirá
un día su palabra, pero no será la historia que se enseñe en Bruselas, en
París, en Washington o en las NN UU: será la que se enseñe en los países
liberados del colonialismo y de sus títeres. África escribirá su propia
historia, de gloria y de dignidad, al norte y al sur del Sahara.
No me llores,
compañera. Sé que mi país, que sufre tanto, sabrá defender su independencia y
su libertad.
! Viva el Congo! ! Viva África !
Patrice
Lumumba.
NOTAS BIBLIOGRÁFÍCAS
1.
Lumumba, Patricio. "Libertad para el Congo". Editorial
Platina. 1962. Págs. 90, 91 y 92.
2. Ídem. Pág. 86.
3.
Ídem. Pág. 114.
4.
Gianturco, Corrado. "La
Revolución Congoleña". Editorial Bruguera. España 1972. Págs. 184 y
185.
5.
En Gianturco. p. 244 y 245. R.
Trinquier, citado por Jules Chomé. Op. Cit. Pág. 353
6.
Ídem. Gianturco. Págs. 216 y 217.
7.
Ídem. Gianturco. Págs. 242 y 243
8.
Gálvez, William. "El sueño
africano de Che". Casa de las Américas. Cuba. Pág. 19.
PCmlm
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