10-12-12
LA
DEFORMACIÓN DEL PROFESIONAL
Si deseamos conocer en profundidad las causas primigenias de la
corrupción masiva que corroe las entrañas mismas del sistema de justicia en
Bolivia en el tiempo presente, tenemos, necesariamente, que comenzar por
analizar la “formación” del profesional en derecho en nuestras Universidades
del Sistema Autónomo, Nacional, Fiscal y Gratuito.
La Universidad Boliviana que tiene como antecedente inmediato la
Universidad colonial ha tenido y tiene una historia destacable por su
inestimable aporte a la creación del Estado boliviano soberano e independiente.
No se puede olvidar la contribución fundamental de la Universidad de
Charcas a la creación de la Patria.
No podemos olvidar la contribución de la Universidad cochabambina y
chuquisaqueña en la creación de los postulados de la Reforma Agraria y la
Nacionalización minera creados en los años 30 que hicieron posible la
insurgencia de abril de 1952.
No podemos olvidar la contribución decisiva de La Universidad de San
Andrés en la lucha democrática antidictatorial de los años 60 y 70.
Finalmente, cómo olvidar la contribución de la Universidad Alteña en
el derrocamiento del sistema neoliberal y la insurgencia del actual proceso de
cambio.
En fin, nuestra Universidad de aquellos tiempos contrasta drásticamente
con la Universidad actual completamente capturada por el neoliberalismo que
está moribundo no sólo en Bolivia, sino en todo el mundo.
Sabemos que en 1985 se inicia en Bolivia la instauración y el ascenso del
modelo neoliberal que echa al traste con los pequeños y tibios logros sociales
que veían desde los tiempos de la insurrección de abril ya deteriorados también
por el ciclo militar fascista de los 18 años.
La Universidad Boliviana y particularmente sus institutos de educación
y formación en derecho ostentaban en aquellas épocas elementos sustantivos de
educación social, histórica y política. En las Facultades de Derecho de las
diferentes universidades y en la nueva Carrera de Ciencias Políticas de la UMSA
(la primera en todo el sistema de la universidad pública), se tocaban
problemáticas de índole social y política que determinaban una elevación considerable de la conciencia
social y de la verdadera vocación de
servicio que debe primar en la juventud que desea dedicarse a la administración
de la justicia no solamente por “ascenso social”.
Se contaba por entonces con currículums amplios de cultura general, de
ética profesional, de elevación moral e incluso de conciencia de clase
revolucionaria.
El neoliberalismo boliviano tardó bastante en infiltrar a la
Universidad Pública y ante todo a sus Facultades de Derecho con el espíritu
mercantilista del capitalismo salvaje. La resistencia de los postulados de la
Universidad Autónoma, fiscal, gratuita, anti-imperialista, logró, momentáneamente,
impedir que la abrumadora tendencia hacia la privatización del proceso
formativo universitario del profesional en derecho, se impusiera
institucionalmente.
Sin embargo, no obstante esas resistencias heroicas, se impuso nomás
finalmente el concepto mezquino del enriquecimiento ilícito con la subsiguiente
privatización de la educación superior universitaria.
El resultado dramático de este proceso regresivo en las universidades
y particularmente en las facultades de derecho, es la actual situación deplorable
del sistema general de administración de justicia.
Ante la ola de corrupción de los tribunales de justicia que observamos, se intentan diversas
explicaciones que, efectivamente no llegan a visualizar el verdadero problema
que no se encuentra en la elección general de los “buenos” abogados frente a
los “malos” por el tipo de selección, ni siquiera por el presunto principio de
la meritocracia que se encuentra también mercantilizado. No es un secreto para
nadie que los supuestos títulos de “maestría”, “doctorados” o “diplomados”, se
consiguen fácilmente con dádivas y prebendas económicas que lo único que
consiguen es dar una apariencia de meritocracia.
El verdadero problema reside en la formación universitaria del profesional
en derecho, una verdadera y auténtica deformación institucionalizada en esas
facultades en las que actualmente rige mecánicamente el “principio” del ascenso
social como máxima “virtud”.
Incluso en la máxima tamayana encontramos un error de magnitud
sideral, pues no es a la ley a la que debemos “servidumbre”, sino que la
debemos a la justicia que aparece actualmente como una rareza en los fallos y
decisiones de la “justicia”.
La autonomía universitaria, igualmente, ha sido confiscada por el
neoliberalismo y así tenemos un “movimiento universitario” estudiantil, administrativo
y docente que lo único que busca con sus manifestaciones agresivas e incluso
racistas, es mayor presupuesto para incrementar los sueldos y salarios ya
exorbitantes que rigen actualmente en la Universidad.
En consecuencia el problema es de índole política. La Universidad
Pública y su auténtica autonomía, deben ser reconquistadas para el pueblo y
entonces podremos tener abogados dedicados al servicio del pueblo y una
universidad íntimamente ligada a los intereses supremos de la liberación
nacional y el socialismo.
PCmlm
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