04-11-12
4 de noviembre de 1964
DERROCAMIENTO DE PAZ.
LA ASONADA DE BARRIENTOS
Y LA INSURRECCION PACEÑA
(Comienzo
dramático del ciclo militar fascista dependiente)
Desde el mismo día de su ascenso a la vicepresidencia, el General René Barrientos Ortuño mostró su total
independencia respecto de Paz Estenssoro. Quería demostrar el caudillo militar
que él no debía nada a Paz y que, por el contrario, incluso se oponía al
"jefe". Consciente de su propia fuerza y de la debilidad del gobierno
del viejo demagogo, el ejército pasa a la acción clásica del militarismo de
todos los tiempos, preparando meticulosamente un nuevo golpe de Estado a
principios de noviembre de 1964.
Es importante detenernos en el análisis de esta fecha fatídica porque
constituye la iniciación de un tenebroso ciclo de dictaduras militares
pro-imperialistas y de carácter francamente fascistas. El 4 de noviembre, tiene
significación, no tanto desde el punto de vista histórico, sino desde el
materialista histórico, para desentrañar el contenido mismo de los cambios que
se dieron a partir de entonces.
Por otra parte, en el análisis político dominante, el 4 de noviembre de
1964, aparece como el fin del llamado “nacionalismo revolucionario” del MNR,
propiciado por sus representantes ideológicos como Sergio Almaráz, René Zavaleta,
Augusto Céspedes y más cercanamente por Andrés Solíz Rada, así como otros
tantos escritores partidarios de dicho “nacionalismo”. Aparece también, en la
perspectiva de los autores citados, como el fin de la “revolución” y el
comienzo de la “contrarrevolución”. Es éste el aspecto que nos interesa
desentrañar para poner las cosas en su debido lugar.
La pretendida “revolución” que defienden los nacionalistas, cuyo
proceso tuvo su inicio en una verdadera y auténtica insurrección popular armada
los días 9, 10 y 11 de abril de 1952, se había convertido, poco a poco en “el tiempo de las cosas pequeñas”, según
la expresión de Sergio Almaraz en la obra que comentaremos con algún
detenimiento.
«La experiencia boliviana
desemboca en el punto más ardiente del debate sobre la revolución en nuestro
tiempo. Los bolivianos hicieron la suya y su instrumento fue el MNR. La
observación de que habría sido preferible otro tipo de revolución es pueril,
porque la historia no es un escaparate. La revolución fue ésa y no otra, sin
márgenes de elección. La izquierda tradicional, enfrentada con los hechos,
fue incapaz de superar sus insuficiencias: al rechazar la única posibilidad que
le brindaba la historia para vencer su propia alienación, perdió el camino. El
4 de noviembre tuvo la última postura aberrante: pensaba estar haciendo la
“verdadera revolución”; en realidad era un acoplamiento más del carro de la
reacción» (1)
Lo primero que conviene aclarar a Almaraz es que el MNR no hizo ninguna
revolución y que el proceso verazmente revolucionario de abril, fue
inmediatamente neutralizado por el MNR que jamás pensó siquiera en un cambio
social y económico profundo. Tanto la Reforma Agraria cuanto la Nacionalización
de las Minas, fueron impuestas por la presión popular, siendo inmediatamente
traicionadas por el “tiempo de las cosas
pequeñas”. Entonces aquello de que la revolución boliviana la hizo el MNR
resulta siendo una verdadera aberración. Por otro lado, tenemos la acción de la
“izquierda tradicional” que según Almaráz, fue incapaz de comprender que la
“historia” le entregaba una magnífica oportunidad para vencer su propia
alienación. Este punto lo dilucidaremos más adelante.
«La revolución boliviana se
empequeñeció y con ella sus hombres, sus proyectos, sus esperanzas…En 1953
llegaron los primeros alimentos norteamericanos. En 1957 se impuso el plan de
estabilización monetaria. Más tarde se reorganizó el ejército. Se aceptaron
asesores norteamericanos en los mecanismos más importantes del estado. Se votó
el Código del Petróleo. Una cosa predisponía a la otra… Cuando se entregó el
petróleo, se creyó que los norteamericanos dejarían tranquila a la minería
nacionalizada; antes para salvarla, se había aceptado indemnizar a los ex-barones.
Entonces de pensó: ¨se llevan el petróleo, pero nos dejan el estaño”…» (2)
Los sucesivos gobiernos del MNR que tuvieron su inicio en 1952, perdían
paulatinamente todo el apoyo popular que efectivamente tuvieron en su primera
época (1952-1956), y como señala el propio Almaráz, la pretendida “revolución”
se empequeñecía con un entreguismo desbordante respecto al imperialismo
norteamericano, se entregaba el petróleo, se devaluaba la moneda, se permitía
la injerencia yanqui en todos los sectores del propio estado, en fin, en esos
entornos, ¿de qué “revolución” se podía hablar?
«Los restos dispersos de la
antigua oligarquía y los retoños de la nueva se reorganizaban. La minería
mediana, los abogados vinculados a las grandes empresas, los funcionarios
bolivianos de USAID, la Rosca importadora y los industriales de La Paz, crearon
primeo puntos de contacto y luego mecanismos para la acción política y
económica, en cuya cumbre se situaron los intereses norteamericanos y los
vinculados con la exportación de estaño…La revolución estaba condenada…La
autonomía política del Estado boliviano estaba perdida…Hacia 1960 el
presupuesto del ejército no alcanzaba a cubrir los gastos de alimentación y
vestuario de la tropa…La derrota era doble: que la revolución hubiera de
depender de los militares ya era el signo de la capitulación…La pobreza extrema
facilita la colonización; los hombres en Bolivia tienen un precio menor. Hay
un cierto nivel en que la pobreza destruye la dignidad; ese nivel lo han
descubierto los norteamericanos y trabajan sobre él: a sus ojos y para sus
bolsillos, un boliviano cuesta menos que un argentino o un chileno» (3)
Estas observaciones de Almaráz denigran a los bolivianos que no pueden
ser confundidos con los movimientistas a los cuales les cae de perilla la
definición. Pero de ninguna manera a los bolivianos, pese a las opiniones de
Almaraz.
Y Otra vez, en estas condiciones. Almaráz pretendía que la “izquierda
tradicional” apoyara ese Gobierno? La negativa cae por su propio peso, pero
como se verá más adelante, la verdadera izquierda revolucionaria combatió a Paz
Estensoro y también al golpe de Barrientos.
En 1964 a los pocos meses de la reelección de Paz Estenssoro y su vice
el general Barrientos, el descontento popular fue creciendo y las angurrias
militares de regresar al poder perdido determinaron la aparición de proyectos
golpistas del militarismo renaciente.
Las masas populares, en La Paz, se encontraban movilizadas frente a la
creciente crisis política que no se podía ocultar, y en consecuencia, toman la
iniciativa y se lanzan a la lucha para derrocar a Paz, defendido en la
circunstancia por algunos "milicianos" movimientistas atrincherados
en el cerro de Laikakota, la sede del Control Político en la calle Potosí y en
el Panóptico Nacional.
La situación de noviembre-64, era la siguiente: habían tres bandos en
pugna, 1. Las fuerzas
movimientistas de mercenarios pagados que, en desbandada, procuraban alguna
resistencia más para salvar el pellejo una vez que su propio jefe ya había
tomado el camino de la huida; 2.
Las fuerzas populares que ganaban las calles paceñas espontáneamente y se iban
armando con pertrechos tomados en los sitios capturados y 3. Finalmente, el ejército “nacional” totalmente
reorganizado que había constituido su base en Cochabamba donde Barrientos, el
vicepresidente y mandamás de las Fuerza Aérea, hizo conocer su desconocimiento del presidente
ofreciendo su propia renuncia como vicepresidente, para precipitar la crisis.
Las jornadas del 4 de noviembre
de 1964, son, en nuestro concepto, una repetición disminuida del 21 de
julio de 1946 y del 9 de abril de 1952. Son las masas populares armadas las que
derrotan, después de prolongadas batallas a la milicia movimientista mercenaria
que se había parapetado en la cerranía de Laikakota.
La batalla central, sin embargo, se produce frente a la sede del
tenebroso Control Político de San Román, ubicado en la Calle Potosí esquina
Socabaya. Varias horas resisten los movimientistas la embestida popular lanzada
desde todos los ángulos. Las bajas son altas sobre todo entre los defensores
que están completamente sitiados.
Leamos lo que dicen Sergio Almaráz y su fiel
seguidor Andrés Soliz Rada, en nombre de los “izquierdistas nacionales”
desvirtuando el carácter mismo del 4 de noviembre:
«El desatino se repitió el 4 de
noviembre de 1964, cuando el Pentágono norteamericano impulsó el golpe del
general René Barrientos Ortuño contra el claudicante Paz Estensoro, con el
respaldo de la derechista Falange Socialista Boliviana (FSB), el vetusto
Partido Liberal y una fracción del MNR, integrada por Hernán Siles Zuazo, Juan
Lechín y Walter Guevara Arce. La “izquierda
tradicional” estuvo otra vez coadyuvando en semejante entuerto, en su
reiterado propósito de encontrar “Kerenskys” a diestra y siniestra, en tanto
sus dirigentes se sentían los inminentes “Lenines” de procesos
contrarrevolucionarios que acaban, de manera inexorable, por devolver la
globalidad del poder al Imperio y sus acólitos nativos». (4)
En cuanto a estas jornadas históricas, es hora de
poner los puntos sobre las íes. La impopularidad del régimen prorroguista de
Paz Estensoro era ostensible, su reaccionarismo y capitulacionismo frente al
imperialismo eran evidentes e intolerables. Pero en realidad fue la ambición
personal de Barrientos y su convencimiento de que podía servir mejor que el MNR
los intereses del imperialismo, (siempre existe la posibilidad de que el
imperialismo consiga mejores sirvientes desplazando a sus actuales), los que
precipitaron el golpe militar de Barrientos. Empero, para que se enteren de
todo el panorama, los “izquierdistas nacionales” que jamás estuvieron ni por
asomo en las trincheras revolucionarias y populares de La Paz, debe señalarse
que se desató en La Paz, una verdadera insurrección popular que asaltó en
primer lugar la sede del tenebroso Control Político, en la calle Potosí esquina
Ayacucho, después el Panóptico Nacional y finalmente la serranía de Laikakota,
derrotando militarmente a las milicias corruptas del MNR y su Control Político.
Los hechos de ese 4 de noviembre deben ser
esclarecidos para la memoria histórica del pueblo boliviano, pues al margen de
la falsa modestia debemos señalar que participamos personal y directamente en
los combates frente al Control Político durante tres horas de la mañana del 4
de noviembre logrando después de una balacera intensa derrotar a los milicianos
y liberar a los prisioneros entre ellos destacadamente a Guido “Inti” Peredo, Zenón
Barrientos Mamani, el periodista Cueto
y otros prisioneros de las mazmorras del esbirro Claudio San Román, Menacho y
los “izquierdistas nacionales”, poniendo en fuga a los defensores.
El camarada Inti
instruyó a los asaltantes revolucionarios que se destruyeran todos los
archivos del Control Político ubicados en el tercer piso en los que se
encontraban consignadas las listas de todos los comunistas y los
revolucionarios, cosa que se cumplió bajo su mando en tanto que nosotros, los
“asaltantes” nos ocupábamos de secuestrar y apoderarnos de la inmensa cantidad
de libros y revistas del campo socialista que eran confiscados por los
“izquierdistas” nacionales de San Román y sus claque.
Otro tanto ocurrió cuando grupos revolucionarios
entre los que se encontraba nuestro camarada Ignacio Miashiro Ovale, asaltaron el Panóptico Nacional liberando
particularmente al camarada Federico
Escóbar Zapata prisionero de los “izquierdistas nacionales”, Irineo
Pimentel y otros.
A esta altura de los acontecimientos y en vista del triunfo de los combatientes populares en algunos
sitios, se dibuja difusamente todavía la posibilidad de una nueva insurrección
popular que impida la captura del poder por el militarismo renaciente. Sin
embargo, las direcciones de la izquierda
siempre a contra pelo, no comprendieron el carácter de los combates y prefirieron
aclamar a los "salvadores" de la dictadura movimientista,
reconociendo el triunfo del ejército y su representante, el Gral. René
Barrientos.
La izquierda revolucionaria que tiene efectivamente
tradición de lucha y combate de la que carecen en absoluto los “izquierdistas”
nacionales pro-fascistas, sí tuvo una respuesta el 4 de noviembre,
lamentablemente la insurrección fue decayendo conforme transcurría el día y
llegaban las noticias del levantamiento militar de Barrientos en Cochabamba que
finalmente ahogaría la insurrección revolucionaria urbana de La Paz.
Sergio Almaráz sigue con sus interpretaciones
“izquierdistas”
«El 4 de noviembre (la izquierda tradicional.
N. n. ) tuvo la última postura aberrante; pensaba estar haciendo la
“verdadera” revolución; en realidad era un acoplado más en el carro de la
reacción”…
Al hablar de la “izquierda
tradicional” nos referimos al Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR),
Partido Obrero Revolucionario (POR) y a los dos partidos comunistas (pro ruso y pro chino ASR), descendientes ambos del viejo PIR.
La muerte de Villarroel es el estigma de esta izquierda…» .(Paréntesis, subrayados y negrillas nuestras) (5)
Almaraz y los “izquierdistas
nacionales”, pretenden burlarse de la actividad de la izquierda “tradicional”
el 4 de noviembre y en ella incluyen a nuestro Partido (marxista-leninista-maoísta),
lo cual es otra falacia, pues como explicábamos líneas arriba, los marxistas-leninistas luchamos con las
armas en la mano contra Paz Estenssoro y contra Barrientos, lamentablemente
nuestra acción fue insuficiente para detener el golpe de la célula militar del
MNR (Barrientos y Ovando) contra su propio Gobierno.
La historiografía nacionalista y los “izquierdistas nacionales” a la “Solíz”, sostienen que en noviembre
de 1964 se produce la contrarrevolución, es decir la interrupción del proceso “revolucionario”
y la apertura de una restauración, oligárquica. En este sentido se expresan la
mayor parte de los escritores nacionalistas, como René Zavaleta Mercado,
Augusto Céspedes, José Fellman Velarde, Andrés Solíz Rada y todos los demás
escritores movimientistas que sostienen a grandes rasgos lo mismo: la época “revolucionaria”
conducida por el MNR, se corta con el 4 de noviembre cuando se instala la
contrarrevolución.
Amado Canelas, el contradictorio cronista independiente, tiene una opinión un tanto
diferente que no obstante su superficialidad, se aproxima más a la verdad y al
auténtico contenido de los cambios de noviembre de 1964.
«Frecuentemente, se ha tipificado el 4 de noviembre de 1964 como un movimiento
retrógrado respecto de la Revolución Nacional que hasta ese entonces
vanguardizaba el MNR. Ni tanto ni tan poco. Para que lo fuera, el proceso del 9
de abril habría requerido poseer naturaleza y desarrollo distintos a los que
tuvo, es decir, ser anti y no pro-imperialista…….
En efecto, el 4 de noviembre,
tanto por sus protagonistas como por su contenido, no fue otra cosa que un
cambio de guardia dentro del mismo sistema iniciado el 9 de abril de 1952.
Después de diez anos en que representó uno de los pilares más firmes del
régimen pero sin tener verdadero acceso a sus granjerías, el llamado Ejército
de la Revolución Nacional o también Célula Militar del MNR, resolvió que era
tiempo de pasar su factura y de asumir el control absoluto del poder político,
teniendo al “civilismo” en la calidad de simple comparsa...» (6).
Ahora bien,
expresaremos nuestro punto de vista en torno al 4 de noviembre.
En primer lugar recordemos nuestra definición del carácter de clase de
los gobiernos del MNR. Son representantes de una débil burguesía nacional que
adhiere al aparato del Estado y se burocratiza.
Pretende fortalecerse por todos los medios pero no lo logra sino
mínimamente a pesar de disponer, por orden presidencial, de todos los recursos del Estado. La fracción
burguesa burocrática movimientista se esfuerza en crear un órgano represivo a
su servicio: el ejército de la Revolución Nacional y no hace sino estructurar
las Fuerzas Armadas de la Seguridad Nacional con amos extranjeros.
«Entre 1949 y 1964 más de 16
mil estudiantes de los países latinoamericanos fueron entrenados en la Escuela
Militar Norteamericana en Fort Gulick situada en la zona del Canal de Panamá,
generalmente conocida como la “West Point” latinoamericana… Sus alumnos asimilan y absorben la doctrina
militar norteamericana. La Fuerza aérea de los países latinoamericanos, entrena
asimismo a sus oficiales en la base Aérea Albrook… La Junta Interamericana de
Defensa con base en Washington, opera el Colegio Interamericano de Defensa.» (7)
Si la defensa nacional que debe corresponder a las Fuerzas Armadas de
la Nación, está subordinada a un poder extranjero, ¿de cuál independencia y
soberanía podía hablar? Como se ve, la necesidad de cambiar radicalmente el
poder político en Bolivia era urgente en 1964, es por ello que lejos muy lejos
de ser un quiebre entre la revolución y la contrarrevolución lo que se produjo
en noviembre de 1964, fue una continuación profundizada de la dependencia
estructural de Bolivia respecto al imperialismo norteamericano.
La debilidad de la clase “hegemónica” es grande y como es natural,
otras fracciones ponen en tela de juicio su hegemonía produciéndose la crisis
que se hace evidente a fines de 1964. Sin embargo, en el campo de la burguesía
no existen grupos suficientemente fuertes que puedan reemplazar a la capa
burocrática en ejercicio del poder. Tiene que ser el ejército que cumpliendo
supletoriamente la función de clase hegemónica se haga cargo del gobierno y de
todos los órganos reguladores de la estructura social.
En síntesis, la burocracia militar se alía a la burocracia civil y
juntas tratan de estabilizar la dominación de clase en beneficio de sí mismas y
de los poderes económicos imperialistas. Los militares, con Barrientos a la
cabeza, acceden al control de las empresas del Estado: Comibol, Corporación
Boliviana de Fomento, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, Banco
Minero, Banco Agrícola, Banco Central, Banco del Estado y otras entidades
fiscales. De este modo, formando parte de una más amplia burocracia burguesa,
el militarismo juega su papel de parte o componente de la clase hegemónica que
desde 1964 al presente tiene dominado el bloque en el poder.
Sin embargo, el 4 de noviembre no es solamente esto. Además significa
la iniciación real y verdadera de la tercera parte de la vida del ejército
"boliviano", una tercera vida que hemos llamado ya, como se sabe, el
período de las "Fuerzas Armadas de la Seguridad Nacional".
La gran guerra antipopular que lleva a cabo el ejército contra el
pueblo, se declara abiertamente a partir del 4 de noviembre-64 y los militares
comprenden que para salir airosos de este enfrentamiento no pueden prescindir
del domino de todos los resortes del aparato del Estado. El ejército no se
replegará a sus cuarteles más y considerará al país como un inmenso cuartel en
una guerra decisiva y total en consonancia con todos los elementos que ya
conocemos en torno a la doctrina de la "Seguridad Nacional".
Barrientos, el general de aviación, que ha tenido la virtud de saber
engañar a uno de los politiqueros más empedernidos de la historia del país: Paz
Estenssoro, logra también confundir a vastas masas populares que, en el primer
momento, le brindan su apoyo. Son sobre todo los campesinos del valle central
de Cochabamba los que creen en Barrientos y su profusa propaganda demagógica haciendo posible su gobierno más estable.
En resumen, las jornadas revolucionarias del 4 de noviembre de 1964, aunque derrotadas, constituyen otra de las
fechas importantes de la actividad histórica, revolucionaria e insurreccional
del pueblo boliviano.
NOTAS
BIBLIOGRÁFICAS.
- ALMARAZ PAZ, Sergio. “Requiem para una República”. La Paz-Bolivia. 1969. Pág. 43.
- Almaraz. Citada. Págs. 41 y 42.
- Almaraz. Citada. Págs. 41-51.
- SOLIZ RADA, Andrés. “Almaráz en la construcción del Estado Nacional”. Prólogo de Solíz a las Obras Completas de Sergio Almaráz. Amigos del libro.
- Almaraz. Citada. Pág. 43.
- CANELAS, Amado. «Bolivia: subasta en ritmo de samba». Síntesis Dos Mil. Pág. 45.
- BEDREGAL Gutiérrez, Guillermo. “Los militares en Bolivia”. Ediciones Los Amigos del Libro. La Paz-Bolivia. 1971. Págs. 110.
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