lunes, 5 de noviembre de 2012

4 de noviembre de 1964 DERROCAMIENTO DE PAZ. LA ASONADA DE BARRIENTOS Y LA INSURRECCION PACEÑA

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04-11-12
4 de noviembre de 1964
 DERROCAMIENTO DE PAZ.
LA ASONADA DE BARRIENTOS
Y LA INSURRECCION PACEÑA

(Comienzo dramático del ciclo militar fascista dependiente)
Desde el mismo día de su ascenso a la vicepresidencia, el General René Barrientos Ortuño mostró su total independencia respecto de Paz Estenssoro. Quería demostrar el caudillo militar que él no debía nada a Paz y que, por el contrario, incluso se oponía al "jefe". Consciente de su propia fuerza y de la debilidad del gobierno del viejo demagogo, el ejército pasa a la acción clásica del militarismo de todos los tiempos, preparando meticulosamente un nuevo golpe de Estado a principios de noviembre de 1964.
Es importante detenernos en el análisis de esta fecha fatídica porque constituye la iniciación de un tenebroso ciclo de dictaduras militares pro-imperialistas y de carácter francamente fascistas. El 4 de noviembre, tiene significación, no tanto desde el punto de vista histórico, sino desde el materialista histórico, para desentrañar el contenido mismo de los cambios que se dieron a partir de entonces.
Por otra parte, en el análisis político dominante, el 4 de noviembre de 1964, aparece como el fin del llamado “nacionalismo revolucionario” del MNR, propiciado por sus representantes ideológicos como Sergio Almaráz, René Zavaleta, Augusto Céspedes y más cercanamente por Andrés Solíz Rada, así como otros tantos escritores partidarios de dicho “nacionalismo”. Aparece también, en la perspectiva de los autores citados, como el fin de la “revolución” y el comienzo de la “contrarrevolución”. Es éste el aspecto que nos interesa desentrañar para poner las cosas en su debido lugar.
La pretendida “revolución” que defienden los nacionalistas, cuyo proceso tuvo su inicio en una verdadera y auténtica insurrección popular armada los días 9, 10 y 11 de abril de 1952, se había convertido, poco a poco en “el tiempo de las cosas pequeñas”, según la expresión de Sergio Almaraz en la obra que comentaremos con algún detenimiento.
«La experiencia boliviana desemboca en el punto más ardiente del debate sobre la revolución en nuestro tiempo. Los bolivianos hicieron la suya y su instrumento fue el MNR. La observación de que habría sido preferible otro tipo de revolución es pueril, porque la historia no es un escaparate. La revolución fue ésa y no otra, sin márgenes de elección. La izquierda tradicional, enfrentada con los hechos, fue incapaz de superar sus insuficiencias: al rechazar la única posibilidad que le brindaba la historia para vencer su propia alienación, perdió el camino. El 4 de noviembre tuvo la última postura aberrante: pensaba estar haciendo la “verdadera revolución”; en realidad era un acoplamiento más del carro de la reacción» (1)
Lo primero que conviene aclarar a Almaraz es que el MNR no hizo ninguna revolución y que el proceso verazmente revolucionario de abril, fue inmediatamente neutralizado por el MNR que jamás pensó siquiera en un cambio social y económico profundo. Tanto la Reforma Agraria cuanto la Nacionalización de las Minas, fueron impuestas por la presión popular, siendo inmediatamente traicionadas por el “tiempo de las cosas pequeñas”. Entonces aquello de que la revolución boliviana la hizo el MNR resulta siendo una verdadera aberración. Por otro lado, tenemos la acción de la “izquierda tradicional” que según Almaráz, fue incapaz de comprender que la “historia” le entregaba una magnífica oportunidad para vencer su propia alienación. Este punto lo dilucidaremos más adelante.
«La revolución boliviana se empequeñeció y con ella sus hombres, sus proyectos, sus esperanzas…En 1953 llegaron los primeros alimentos norteamericanos. En 1957 se impuso el plan de estabilización monetaria. Más tarde se reorganizó el ejército. Se aceptaron asesores norteamericanos en los mecanismos más importantes del estado. Se votó el Código del Petróleo. Una cosa predisponía a la otra… Cuando se entregó el petróleo, se creyó que los norteamericanos dejarían tranquila a la minería nacionalizada; antes para salvarla, se había aceptado indemnizar a los ex-barones. Entonces de pensó: ¨se llevan el petróleo, pero nos dejan el estaño”…» (2)
Los sucesivos gobiernos del MNR que tuvieron su inicio en 1952, perdían paulatinamente todo el apoyo popular que efectivamente tuvieron en su primera época (1952-1956), y como señala el propio Almaráz, la pretendida “revolución” se empequeñecía con un entreguismo desbordante respecto al imperialismo norteamericano, se entregaba el petróleo, se devaluaba la moneda, se permitía la injerencia yanqui en todos los sectores del propio estado, en fin, en esos entornos, ¿de qué “revolución” se podía hablar?
«Los restos dispersos de la antigua oligarquía y los retoños de la nueva se reorganizaban. La minería mediana, los abogados vinculados a las grandes empresas, los funcionarios bolivianos de USAID, la Rosca importadora y los industriales de La Paz, crearon primeo puntos de contacto y luego mecanismos para la acción política y económica, en cuya cumbre se situaron los intereses norteamericanos y los vinculados con la exportación de estaño…La revolución estaba condenada…La autonomía política del Estado boliviano estaba perdida…Hacia 1960 el presupuesto del ejército no alcanzaba a cubrir los gastos de alimentación y vestuario de la tropa…La derrota era doble: que la revolución hubiera de depender de los militares ya era el signo de la capitulación…La pobreza extrema facilita la colonización; los hombres en Bolivia tienen un precio menor. Hay un cierto nivel en que la pobreza destruye la dignidad; ese nivel lo han descubierto los norteamericanos y trabajan sobre él: a sus ojos y para sus bolsillos, un boliviano cuesta menos que un argentino o un chileno» (3)
Estas observaciones de Almaráz denigran a los bolivianos que no pueden ser confundidos con los movimientistas a los cuales les cae de perilla la definición. Pero de ninguna manera a los bolivianos, pese a las opiniones de Almaraz.
Y Otra vez, en estas condiciones. Almaráz pretendía que la “izquierda tradicional” apoyara ese Gobierno? La negativa cae por su propio peso, pero como se verá más adelante, la verdadera izquierda revolucionaria combatió a Paz Estensoro y también al golpe de Barrientos.
En 1964 a los pocos meses de la reelección de Paz Estenssoro y su vice el general Barrientos, el descontento popular fue creciendo y las angurrias militares de regresar al poder perdido determinaron la aparición de proyectos golpistas del militarismo renaciente.
Las masas populares, en La Paz, se encontraban movilizadas frente a la creciente crisis política que no se podía ocultar, y en consecuencia, toman la iniciativa y se lanzan a la lucha para derrocar a Paz, defendido en la circunstancia por algunos "milicianos" movimientistas atrincherados en el cerro de Laikakota, la sede del Control Político en la calle Potosí y en el Panóptico Nacional.
La situación de noviembre-64, era la siguiente: habían tres bandos en pugna, 1. Las fuerzas movimientistas de mercenarios pagados que, en desbandada, procuraban alguna resistencia más para salvar el pellejo una vez que su propio jefe ya había tomado el camino de la huida; 2. Las fuerzas populares que ganaban las calles paceñas espontáneamente y se iban armando con pertrechos tomados en los sitios capturados y 3. Finalmente, el ejército “nacional” totalmente reorganizado que había constituido su base en Cochabamba donde Barrientos, el vicepresidente y mandamás de las Fuerza Aérea,  hizo conocer su desconocimiento del presidente ofreciendo su propia renuncia como vicepresidente, para precipitar la crisis.
Las jornadas del 4 de noviembre de 1964, son, en nuestro concepto, una repetición disminuida del 21 de julio de 1946 y del 9 de abril de 1952. Son las masas populares armadas las que derrotan, después de prolongadas batallas a la milicia movimientista mercenaria que se había parapetado en la cerranía de Laikakota.
La batalla central, sin embargo, se produce frente a la sede del tenebroso Control Político de San Román, ubicado en la Calle Potosí esquina Socabaya. Varias horas resisten los movimientistas la embestida popular lanzada desde todos los ángulos. Las bajas son altas sobre todo entre los defensores que están completamente sitiados.
Leamos lo que dicen Sergio Almaráz y su fiel seguidor Andrés Soliz Rada, en nombre de los “izquierdistas nacionales” desvirtuando el carácter mismo del 4 de noviembre:
«El desatino se repitió el 4 de noviembre de 1964, cuando el Pentágono norteamericano impulsó el golpe del general René Barrientos Ortuño contra el claudicante Paz Estensoro, con el respaldo de la derechista Falange Socialista Boliviana (FSB), el vetusto Partido Liberal y una fracción del MNR, integrada por Hernán Siles Zuazo, Juan Lechín y Walter Guevara Arce. La “izquierda tradicional” estuvo otra vez coadyuvando en semejante entuerto, en su reiterado propósito de encontrar “Kerenskys” a diestra y siniestra, en tanto sus dirigentes se sentían los inminentes “Lenines” de procesos contrarrevolucionarios que acaban, de manera inexorable, por devolver la globalidad del poder al Imperio y sus acólitos nativos». (4)
En cuanto a estas jornadas históricas, es hora de poner los puntos sobre las íes. La impopularidad del régimen prorroguista de Paz Estensoro era ostensible, su reaccionarismo y capitulacionismo frente al imperialismo eran evidentes e intolerables. Pero en realidad fue la ambición personal de Barrientos y su convencimiento de que podía servir mejor que el MNR los intereses del imperialismo, (siempre existe la posibilidad de que el imperialismo consiga mejores sirvientes desplazando a sus actuales), los que precipitaron el golpe militar de Barrientos. Empero, para que se enteren de todo el panorama, los “izquierdistas nacionales” que jamás estuvieron ni por asomo en las trincheras revolucionarias y populares de La Paz, debe señalarse que se desató en La Paz, una verdadera insurrección popular que asaltó en primer lugar la sede del tenebroso Control Político, en la calle Potosí esquina Ayacucho, después el Panóptico Nacional y finalmente la serranía de Laikakota, derrotando militarmente a las milicias corruptas del MNR y su Control Político.

Los hechos de ese 4 de noviembre deben ser esclarecidos para la memoria histórica del pueblo boliviano, pues al margen de la falsa modestia debemos señalar que participamos personal y directamente en los combates frente al Control Político durante tres horas de la mañana del 4 de noviembre logrando después de una balacera intensa derrotar a los milicianos y liberar a los prisioneros entre ellos destacadamente a Guido “Inti” Peredo, Zenón Barrientos Mamani, el periodista Cueto y otros prisioneros de las mazmorras del esbirro Claudio San Román, Menacho y los “izquierdistas nacionales”, poniendo en fuga a los defensores.
El camarada Inti instruyó a los asaltantes revolucionarios que se destruyeran todos los archivos del Control Político ubicados en el tercer piso en los que se encontraban consignadas las listas de todos los comunistas y los revolucionarios, cosa que se cumplió bajo su mando en tanto que nosotros, los “asaltantes” nos ocupábamos de secuestrar y apoderarnos de la inmensa cantidad de libros y revistas del campo socialista que eran confiscados por los “izquierdistas” nacionales de San Román y sus claque.
Otro tanto ocurrió cuando grupos revolucionarios entre los que se encontraba nuestro camarada Ignacio Miashiro Ovale, asaltaron el Panóptico Nacional liberando particularmente al camarada Federico Escóbar Zapata prisionero de los “izquierdistas nacionales”, Irineo Pimentel y otros.
A esta altura de los acontecimientos y en vista del triunfo   de los combatientes populares en algunos sitios, se dibuja difusamente todavía la posibilidad de una nueva insurrección popular que impida la captura del poder por el militarismo renaciente. Sin embargo, las  direcciones de la izquierda siempre a contra pelo, no comprendieron el carácter de los combates y prefirieron aclamar a los "salvadores" de la dictadura movimientista, reconociendo el triunfo del ejército y su representante, el Gral. René Barrientos.
La izquierda revolucionaria que tiene efectivamente tradición de lucha y combate de la que carecen en absoluto los “izquierdistas” nacionales pro-fascistas, sí tuvo una respuesta el 4 de noviembre, lamentablemente la insurrección fue decayendo conforme transcurría el día y llegaban las noticias del levantamiento militar de Barrientos en Cochabamba que finalmente ahogaría la insurrección revolucionaria urbana de La Paz.
Sergio Almaráz sigue con sus interpretaciones “izquierdistas”
 «El 4 de noviembre (la izquierda tradicional. N. n. ) tuvo la última postura aberrante; pensaba estar haciendo la “verdadera” revolución; en realidad era un acoplado más en el carro de la reacción”…
Al hablar de la “izquierda tradicional” nos referimos al Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR), Partido Obrero Revolucionario (POR) y a los dos partidos comunistas  (pro ruso y pro chino ASR), descendientes ambos del viejo PIR. La muerte de Villarroel es el estigma de esta izquierda…» .(Paréntesis, subrayados y negrillas nuestras) (5)
Almaraz y los “izquierdistas nacionales”, pretenden burlarse de la actividad de la izquierda “tradicional” el 4 de noviembre y en ella incluyen a nuestro Partido (marxista-leninista-maoísta), lo cual es otra falacia, pues como explicábamos líneas arriba, los marxistas-leninistas luchamos con las armas en la mano contra Paz Estenssoro y contra Barrientos, lamentablemente nuestra acción fue insuficiente para detener el golpe de la célula militar del MNR (Barrientos y Ovando) contra su propio Gobierno.
La historiografía nacionalista y los “izquierdistas nacionales” a la “Solíz”, sostienen que en noviembre de 1964 se produce la contrarrevolución, es decir la interrupción del proceso “revolucionario” y la apertura de una restauración, oligárquica. En este sentido se expresan la mayor parte de los escritores nacionalistas, como René Zavaleta Mercado, Augusto Céspedes, José Fellman Velarde, Andrés Solíz Rada y todos los demás escritores movimientistas que sostienen a grandes rasgos lo mismo: la época “revolucionaria” conducida por el MNR, se corta con el 4 de noviembre cuando se instala la contrarrevolución.
Amado Canelas, el contradictorio cronista independiente, tiene una opinión un tanto diferente que no obstante su superficialidad, se aproxima más a la verdad y al auténtico contenido de los cambios de noviembre de 1964.
«Frecuentemente, se ha tipificado el 4 de noviembre de 1964 como un movimiento retrógrado respecto de la Revolución Nacional que hasta ese entonces vanguardizaba el MNR. Ni tanto ni tan poco. Para que lo fuera, el proceso del 9 de abril habría requerido poseer naturaleza y desarrollo distintos a los que tuvo, es decir, ser anti y no pro-imperialista…….
 En efecto, el 4 de noviembre, tanto por sus protagonistas como por su contenido, no fue otra cosa que un cambio de guardia dentro del mismo sistema iniciado el 9 de abril de 1952. Después de diez anos en que representó uno de los pilares más firmes del régimen pero sin tener verdadero acceso a sus granjerías, el llamado Ejército de la Revolución Nacional o también Célula Militar del MNR, resolvió que era tiempo de pasar su factura y de asumir el control absoluto del poder político, teniendo al “civilismo” en la calidad de simple comparsa...» (6).
Ahora bien,  expresaremos nuestro punto de vista en torno al 4 de noviembre.
En primer lugar recordemos nuestra definición del carácter de clase de los gobiernos del MNR. Son representantes de una débil burguesía nacional que adhiere al aparato del Estado y se burocratiza.  Pretende fortalecerse por todos los medios pero no lo logra sino mínimamente a pesar de disponer, por orden presidencial,  de todos los recursos del Estado. La fracción burguesa burocrática movimientista se esfuerza en crear un órgano represivo a su servicio: el ejército de la Revolución Nacional y no hace sino estructurar las Fuerzas Armadas de la Seguridad Nacional con amos extranjeros.
«Entre 1949 y 1964 más de 16 mil estudiantes de los países latinoamericanos fueron entrenados en la Escuela Militar Norteamericana en Fort Gulick situada en la zona del Canal de Panamá, generalmente conocida como la “West Point” latinoamericana…  Sus alumnos asimilan y absorben la doctrina militar norteamericana. La Fuerza aérea de los países latinoamericanos, entrena asimismo a sus oficiales en la base Aérea Albrook… La Junta Interamericana de Defensa con base en Washington, opera el Colegio Interamericano de Defensa.» (7)
Si la defensa nacional que debe corresponder a las Fuerzas Armadas de la Nación, está subordinada a un poder extranjero, ¿de cuál independencia y soberanía podía hablar? Como se ve, la necesidad de cambiar radicalmente el poder político en Bolivia era urgente en 1964, es por ello que lejos muy lejos de ser un quiebre entre la revolución y la contrarrevolución lo que se produjo en noviembre de 1964, fue una continuación profundizada de la dependencia estructural de Bolivia respecto al imperialismo norteamericano.
La debilidad de la clase “hegemónica” es grande y como es natural, otras fracciones ponen en tela de juicio su hegemonía produciéndose la crisis que se hace evidente a fines de 1964. Sin embargo, en el campo de la burguesía no existen grupos suficientemente fuertes que puedan reemplazar a la capa burocrática en ejercicio del poder. Tiene que ser el ejército que cumpliendo supletoriamente la función de clase hegemónica se haga cargo del gobierno y de todos los órganos reguladores de la estructura social.
En síntesis, la burocracia militar se alía a la burocracia civil y juntas tratan de estabilizar la dominación de clase en beneficio de sí mismas y de los poderes económicos imperialistas. Los militares, con Barrientos a la cabeza, acceden al control de las empresas del Estado: Comibol, Corporación Boliviana de Fomento, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, Banco Minero, Banco Agrícola, Banco Central, Banco del Estado y otras entidades fiscales. De este modo, formando parte de una más amplia burocracia burguesa, el militarismo juega su papel de parte o componente de la clase hegemónica que desde 1964 al presente tiene dominado el bloque en el poder.
Sin embargo, el 4 de noviembre no es solamente esto. Además significa la iniciación real y verdadera de la tercera parte de la vida del ejército "boliviano", una tercera vida que hemos llamado ya, como se sabe, el período de las "Fuerzas Armadas de la Seguridad Nacional".
La gran guerra antipopular que lleva a cabo el ejército contra el pueblo, se declara abiertamente a partir del 4 de noviembre-64 y los militares comprenden que para salir airosos de este enfrentamiento no pueden prescindir del domino de todos los resortes del aparato del Estado. El ejército no se replegará a sus cuarteles más y considerará al país como un inmenso cuartel en una guerra decisiva y total en consonancia con todos los elementos que ya conocemos en torno a la doctrina de la "Seguridad Nacional".
Barrientos, el general de aviación, que ha tenido la virtud de saber engañar a uno de los politiqueros más empedernidos de la historia del país: Paz Estenssoro, logra también confundir a vastas masas populares que, en el primer momento, le brindan su apoyo. Son sobre todo los campesinos del valle central de Cochabamba los que creen en Barrientos y su profusa propaganda demagógica  haciendo posible su gobierno más estable.
En resumen, las jornadas revolucionarias del 4 de noviembre de 1964, aunque derrotadas, constituyen otra de las fechas importantes de la actividad histórica, revolucionaria e insurreccional del pueblo boliviano.

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS.
  1. ALMARAZ PAZ, Sergio. “Requiem para una República”. La Paz-Bolivia. 1969. Pág. 43.
  2. Almaraz. Citada. Págs. 41 y 42.
  3. Almaraz. Citada. Págs. 41-51.
  4. SOLIZ RADA, Andrés. “Almaráz en la construcción del Estado Nacional”. Prólogo de Solíz a las Obras Completas de Sergio Almaráz. Amigos del libro.
  5. Almaraz. Citada. Pág. 43.
  6. CANELAS, Amado. «Bolivia: subasta en ritmo de samba». Síntesis Dos Mil. Pág. 45.
  7. BEDREGAL  Gutiérrez, Guillermo. “Los militares en Bolivia”. Ediciones Los Amigos del Libro. La Paz-Bolivia. 1971. Págs. 110.

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