27-01-2012
A 67 AÑOS DE LA LIBERACIÓN DE AUSCHWITZ POR EL EJERCITO ROJO DE STALIN
Auschwitz-Birkenau.... Belsen-berger........ Treblinka... Buchenwald..... Maidanek.... Dachau.... Mauthaussem..... Sobibor..... Chelmno....
Muchos hombres y mujeres que hoy viven todavía dispersos en todo el mundo palidecerán de espanto al sólo mencionarse estos extraños y fatídicos nombres que corresponden a los campos de concentración y muerte instalados por el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial en Polonia.
«Hemos de crear una técnica de la despoblación. Si me pregunta usted o que yo entiendo por despoblación le diré a usted que preveo la liquidación de unidades raciales, y lo haré, puesto que veo en ella, a grandes rasgos, mi misión fundamental. La naturaleza es cruel, y por este motivo, también nosotros podemos ser crueles. Si mando la flor y nata del pueblo alemán a la guerra sin lamentar en ningún momento el derramamiento de la valiosa sangre alemana en el infierno de la guerra, TAMBIEN TENGO EL DERECHO DE DESTRUIR MILLONES DE HOMBRES DE RAZAS INFERIORES, QUE SE MULTIPLICAN COMO LOS PARASITOS.....» (Mayúsculas nuestras). (1).
Así hablaba Hitler a su amigo Hermann Rauschning cuando se preparaba a poner en práctica sus diabólicos planes. Los campos de concentración --obra maestra del nazismo- estaban sometidos a la jurisdicción exclusiva de la célebre Gestapo o Amter 4 y todas las personas recluidas en ellos eran de su propiedad.
Ante todo los comunistas, los rusos y los judíos y más aún los judíos comunistas debían ser exterminados sin dilación alguna, para ello se construyeron enormes cámaras de gas donde ingresaban los condenados ignorantes de su suerte a "tomar una ducha". Las puertas se cerraban herméticamente y simultáneamente se abrían las llaves que daban paso al gas venenoso o asfixiante. Como es natural, en pocos minutos no quedaba nadie con vida y los cuerpos inanimados eran luego extraídos de las cámaras y trasladados en camiones a los hornos crematorios donde eran calcinados a altas temperaturas. Cada día miles y miles de hombres, mujeres y niños recorrían esos fatídicos caminos sin retorno.
A continuación transcribimos algunos testimonios del proceso de Nuremberg en torno a estos espeluznantes crímenes:
«Mandé en Auschwitz desde el l° de diciembre de 1.943 y calculo que, por lo menos, dos millones y medio de personas fueron muertas en las cámaras de gas, otro medio millón murió de hambre y enfermedades, de lo que da un total de tres millones de muertos. Esta cifra representa del 70 al 80 por ciento de todos aquellos que eran destinados a Auschwitz, pues el resto fue destinado a trabajar en la industria del armamento o en las industrias enclavadas en otros campos de concentración. NOSOTROS MATAMOS, EN EL VERANO DE 1.944, UNOS CUATROCIENTOS MIL JUDIOS HUNGAROS EN AUSCHWITZ......
En Auschwitz trabajaban dos médicos de las SS que examinaban a todos los que llegaban al campo. Los presos habían de desfilar ante uno de los médicos que, en el acto, adoptaba una decisión. Los capacitados para el trabajo eran destinados otra vez al campo, los otros directamente a las cámaras. Los niños de corta edad siempre eran destinados a morir, ya que debido a su corta edad no podían trabajar. Con frecuencia, las mujeres querían ocultar a los niños bajo sus ropas, pero cuando los descubríamos mandábamos inmediatamente a los niños a las cámaras. Queríamos que toda la acción fuera mantenida en secreto, pero el hedor originado por la incineración de los cadáveres inundaba toda la comarca....» (2).
Por causas naturales, es decir inanición, torturas, enfermedades y otras, igualmente morían millares de personas por día, las mismas que eran enterradas en enormes fosas comunes cuando los hornos no abastecían. Las fotografías nos muestran montones de cadáveres esqueléticos por la falta de alimentación, arrastrados a las fosas por tractores como si se tratara de desperdicios, tierra o piedras. Otras enormes montañas nos muestran los cabellos, los lentes, los zapatos de las infortunadas víctimas que constituyen un mudo testimonio macabro del infierno nazi-fascista.
Y sin embargo tanta atrocidad no era el clímax, faltaba aún lo más escalofriante, aquello en lo cual la barbarie nazi toca los linderos de la enajenación colectiva: los célebres experimentos científicos.
La esterilización de los comunistas y de los judíos se llevó a cabo masivamente bajo la dirección del "doctor" Joseph Mengele y consistía en cercenar testículos y extraer ovarios en las condiciones higiénico-quirúrgicas más espantosas. Los "médicos" nazis se vanagloriaban de hacer muchísimas de estas operaciones en una hora, lo hacían naturalmente sin lavarse las manos para pasar de un "paciente" a otro, sin esterilizar los instrumentos, sin coser capa por capa los tejidos seccionados, en fin, haciendo lo imposible para provocar infecciones y gangrenas. Es increíble que muchas de estas víctimas pudieran sobrevivir y en algunos casos pudieran llegar a testificar ante los tribunales que juzgaron los crímenes horrendos al terminar la guerra.
«Los prisioneros eran objeto de espantosos experimentos: en personas vivas se probaban diversas substancias químicas, nuevos gases, balas envenenadas y reacciones de nuevas drogas. A los prisioneros se les obligaba a trabajar de 12 a 14 horas diarias en la industria de guerra sin recibir siquiera un mínimo de alimentación.... En las fábricas de muerte, los hitlerianos hacían pantallas con la piel de personas asesinadas: con las cabezas humanas disecadas hacían figurillas y rellenaban colchones con los cabellos de las mujeres¼.» (3).
«Antes de la llegada del Ejército Soviético, llegaban diariamente al campo varios trenes con presos. En las cámaras de gas y en los crematorios del campo morían diariamente 10-12 mil personas inocentes. En total, en los años de la guerra los hitlerianos exterminaron allí a más de 4 millones de personas…. (4)
«La primera patrulla rusa vio el campo al mediodía del 27 de mayo de 1945» (5)
El 27 de enero de 1945, las unidades de avanzada del glorioso Ejército Rojo de la Unión Soviética bajo el Mando Supremo del Mariscal José Stalin, liberaron el campo de la muerte. De este modo, estos cuadros dantescos tuvieron su final con la ocupación de esas instalaciones macabras, cumpliéndose así una de las hazañas más grandes de la humanidad: al liberarla del oprobio más degradante que sufrió el género humano, liberación lograda por la obra del gran Stalin.
Notas.
1. Rauschning, Hermann. Memorias. “El proceso de Nuremberg”. Edit Bruguera. España. Pág. 307.
2. Idem. Pág. 435-436.
3. Nikolaiev, Israelian. “La Segunda Guerra Mundial”. Edit. Cartago. .Págs. 77 y 78.
4. Koniev. Ivan. “Polonia adquiere su libertad”. “La Gran Campaña Liberadora”. Edit. Progreso. Págs. 66 y 67.
5. Rebelión. Internet.
PCBmlm
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