24-06.16
N. No. 384.
LA CIENCIA POLITICA Y LA POLITOLOGÍA
Se ha publicado por parte del Instituto
de Investigaciones en Ciencia Política, dependiente de la Carrera de Ciencias
Políticas que constituye con la Carrera de Derecho, la Facultad, una historia de la misma con la autoría de los licenciados
Ramiro Antonio Bueno y Gualberto Torrico Canaviri.
La publicación tiene el mérito de ser una
reseña histórica muy honesta y fiel a la realidad de la fundación y el
desarrollo posterior de la Carrera y en ese sentido es muy fácil comentar la
misma desde un punto de vista diferente al de los autores.
Lo primero y lo más esencial de la
postura asumida por los autores es su sinceridad en cuanto a clasificar las
etapas del desarrollo de la misma que
sin embargo, pretende descalificar cualquier criterio discrepante como si se
pudiera sostener que existe solamente una ciencia política “verdadera” y por lo
tanto científica, académica, además de “moderna”, frente a otras que no son ni científicas,
ni académicas y menos “verdaderas”.
Empero, vamos por parte. Efectivamente se
sostiene que la Carrera fue una idea que fue madurando desde mediados de la
década de los años 70, por parte de Alipio Valencia que presentó un proyecto
para la creación de una carrera específica de ciencia política diferente de la Carrera
de Derecho.
Después de esa inspiración
inicial, se explica que fue la corriente marxista la que predominó en los
pensums y en la orientación general de la Carrera. Se indica que fue un grupo de abogados los
que iniciaron el proyecto inspirados en los tiempos de salida de los regímenes
dictatoriales que habían incluso intervenido las universidades cerrando el
primer experimento de fundar la Carrera y se iniciaban los gobiernos de la
democracia liberal y burguesa. Naturalmente los autores que pretenden una
ciencia política “verdadera” no conciben otra democracia que no sea la
democracia neoliberal imperante desde fines de la última década del siglo
pasado hasta la emergencia del Estado Multinacional.
No estaban los autores muy lejos de la
realidad, en efecto cuando se cita al Dr. Isaac Sandoval Rodríguez como uno de
los co-fundadores junto al Dr. Echazú, se está reconociendo el mérito de los
indicados catedráticos.
Cuando los autores pasan a criticar la
orientación marxista de la Carrera en sus primeros tiempos, comienzan a
elaborar toda ideología política basada estricta y fielmente en la tendencia
anglo-sajona de la política. Es pues necesario ingresar a la crítica profunda
del texto que, en nuestro criterio, es una muestra de la sumisión académica de
la politología boliviana a la tendencia funcionalista, al orden mundial de
dominación que se hace presente en Bolivia precisamente con los regímenes
neoliberales que detentan el poder desde 1985. La gran contradicción que aparece
claramente en el texto es un notorio rechazo al neoliberalismo, pero una
adhesión militante a su expresión ideológico-política.
Veamos el aspecto principal de nuestra
crítica a la investigación.
Como toda disciplina integrante del
continente de la Ciencia Social, La Ciencia Política no puede sino presentar en
su seno distintas tendencias y escuelas de pensamiento. Una de las
características principales y más importantes del continente social es su
carácter tendencial, la irregularidad de sus resultados y la aproximación antes
que la comprobación experimental. La ciencia política, así concebida, se presenta
como una suma y complejo de escuelas
diferentes de pensamiento político. Es sumamente pretensioso adjudicar a una
tendencia y la más conservadora, el carácter de “la” ciencia política
verdadera, académica y moderna.
En ese sentido la pretensión de verdad
última de parte de la politología, no es más que un reflejo harto limitado de
descalificación de la tendencia marxista de estudiar la política como la
ciencia de la dominación, en el seno de las formaciones sociales.
Veamos cómo ven la ciencia política
nuestros autores:
“El VI Seminario
definió la nueva visión en la formación profesional del politólogo. Puso fin al
perfil del cientista político ideológico y teórico de la revolución, abriéndose
paso al perfil del profesional politólogo, gestor público y técnico, en el
marco de la democracia. Si bien en los siguientes años la malla curricular
conservó las materias anteriores, el plan de estudios de 1996 reflejó el cambio
radical y fundamentalmente diseñado en 1992, de enfoque, de estrategia
metodológica. Se dejó el marxismo como
marco conceptual para interpretar la vida política boliviana… La
modernización de la democracia estaba en curso. Una de las leyes promotoras de
la misma fue la participación popular (Ley 1551) que propuso la
municipalización del Estado. El marxismo
ya no era suficiente para explicar estas nuevas realidades. Ese abandono se
fue gestando desde mediados de los años 80”. (1).
De modo que para los autores el marxismo
había “muerto” y Fukuyana era el “vencedor”.
Pero escuchemos que nos dice al respecto
el gran marxista Nikos Poulantzas:
“Este sistema de
proposiciones (las
proposiciones marxistas respecto al poder político) es rechazado en particular por Foucault y Deleuze y sustituido por una
visión que diluye y dispersa el poder en innumerable micro-situaciones,
subestima considerablemente la importancia de las clases e ignora el papel central
del Estado… Pero sobre estos puntos
dichos autores enlazan con una vieja tradición de la sociología y de la ciencia
política anglo-sajona: la de un desplazamiento del centro del análisis del
Estado hacia el “pluralismo de los
micro-poderes”, del funcionalismo al institucionalismo, de Parsons a
Merton, Dahl, Lasswel y Etzioni, que han desarrollado explícitamente todos esos
puntos. Es una tradición relativamente desconocida en
Francia (jurídico), solo este desconocimiento, ligado al provincialismo bien
conocido del campo intelectual francés, permite presentar esos análisis como
novedades, cuando en realidad constituyen las antiguallas más tradicionales que
pueda haber… No deja de ser notable que este discurso tendente a hacer
invisible el poder, al pulverizarlo en la capilaridad de micro redes
moleculares, tenga éxito sabido en un momento en que la expansión y el peso del
Estado alcanza un grado son precedentes”. (2)
Coincidimos plenamente con el autor
marxista sobre las concepciones del viejo Parsons y su pretensión de pulverizar
y diluir el Estado en beneficio de una ciencia política microscópica.
Leamos con detenimiento el argumento
central de los autores de la Historia de la Carrera de Ciencias Políticas:
El VI Seminario habría definido la nueva visión
en la formación profesional del politólogo.
Se habría puesto fin al perfil del
cientista político como teórico de la revolución.
Se habría abierto paso el perfil del
profesional del politólogo, gestor público y técnico, en el marco de la
democracia.
Se habría dejado el marxismo como marco
conceptual para interpretar la vida política boliviana.
Estaba en curso la modernización de la
democracia.
El marxismo ya no era suficiente para
explicar estas nuevas realidades.
Analicemos punto por punto:
Primero: la cuestión de la Democracia.
Para nuestros autores a partir de la etapa neoliberal, mediados de la década
80, se modernizó la democracia con los regímenes neoliberales de Paz
Estenssoro, Jaime Paz y Hugo Bánzer. Para confesión de parte relevo de prueba.
No necesitamos una prueba más concluyente de la coincidencia plena de la
posición política de los autores con los regímenes neoliberales derrotados por
los pueblos bolivianos en las jornadas de octubre de 2003.
Segundo: se dejó el marxismo, el
marxismo ya no era suficiente para explicar estas nuevas realidades.
¿Cuáles fueron las nuevas realidades? La participación popular, la ley 21060,
el gonismo masacrador y la privatización (capitalización) de las empresas
estatales para entregarlas a las transnacionales del petróleo, las
comunicaciones (Entel), la minería (Comibol), los transportes (Ferrocariles y
línea Aérea-LAB), serán las nuevas realidades interpretadas por la politología
anglo-sajona.
Tercero: se asumía plenamente la
escuela (antigualla según Poulatzas)
anglo-sajona de los conservadores norteamericanos a la cabeza del viejo y
desprestigiado Talcott Parsons y sus
compinches, que pretenden inútilmente enterrar el marxismo y cuando éste vive
vigoroso en las luchas de los pueblos del mundo entero contra el imperialismo
narcotraficante y terrorista. Consecuentemente, la Politología anglo-sajona
sería la más adecuada para interpretar la realidad boliviana. Parsons y sus
muchachos conocerían más nuestra cultura que los marxistas nativos.
Cuarto. El Estado, el Poder Político,
la Revolución, las Clases Sociales, las Naciones y hasta el Cambio Social serán
ignorados, pensando que con su ignorancia desaparecieron esos sujetos básicos
como objetos de estudio de la auténtica ciencia política.
Es ésta la última consideración de
nuestra parte en respuesta a la “Historia” de la carrera, que como historia
descriptiva está muy bien, pero que esencialmente denota un entreguismo y
cipayismo intolerable de los pretendidos propietarios y dueños de la Política y
de su ciencia.
Jorge Echazú
Alvarado.
Fundador y
ex-director de la
Carrera de
Ciencias Políticas.